El plátano artístico y la hoguera «golpista»

El plátano de Cattelan, centro de todas las miradas en la Feria Art Basel Miami Reuters

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Los pos-truistas [posverdad] consideran, de manera cuasi-nietzscheana, que «no hay hechos, solamente interpretaciones». El desparrame está servido en clave ultra-posmoderna: cada quién puede decir lo que le plazca porque siempre podrá decirse que lo que tenemos son «hechos alternativos» o, sencillamente, chascarrillos que adquieren en la red velocidad ultrasónica. Desde hace unas horas la comidilla en la corrala, por muy VIP que esta sea, es que Cattelan ha vuelto para colocar un plátano , convenientemente sujeto con cinta, en las paredes del stand de un posturero galerista parisino en la feria ultra-chic de Miami-Basel. Los 120.000 dólares que pedían por la gracieta retro-duchampiana fueron apalabrados de inmediato y, según cuentan con admiración los instagramers con más «followers» del planeta de los Simios, hasta se ha colocado una segunda versión del suculento fruto por 30.000 dólares más.

David Datuana, tras comerse el plátano Reuters

Pero, de pronto, apareció un espontáneo, nunca mejor aplicado el término taurino, y decidió aplacar su hambre, casi kafkiana, con el plátano sublime, no sin antes pronunciar, ante el estupor generalizado, la frase sórdida de que aquello era «art performance» . El intruso, acaso necesita de potasio, resulta que es un artista pionero en el uso de las google glass. Nos hubieran regalado un momento de justicia poética si se hubiera llamado Eróstrato , aunque lastimosamente se trata de un tal David Datuana que pretende reírse del Goliat del marketing estético.

No teníamos suficiente con ese indigesto remake del cuento aquel del traje nuevo del emperador cuando me llega la noticia de que las imágenes de los libros quemados por los «golpistas» en Bolivia no son «verdaderas», sino una burda apropiación de una obra del artista español Karmelo Bermejo . En medios de comunicación bolivianos y, por supuesto, en el tsunami de las redes sociales, aparece la fotografía de una hoguera en al que se puede distinguir un semblante barbudo. La obra «on fire» no es otra que «3000 euros de dinero público utilizados en comprar libros de Bakunin para quemarlos en una plaza », realizada en 2009. Pude ver esta pieza y su perfecto sedimento de ceniza, dispuesto en una vitrina propia de la retórica minimalista, en la exposición «Fetiches críticos» que se montó en el Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles. Ejemplo, podríamos decir en una interpretación apresurada, del «cuanto mejor peor» anarquizante o del «más madera esto es la guerra» de los hermanos Marx .

Fake news con la hoguera de la obra de Karmelo Bermejo de 2009

Consultando en Newtral me entero de que el 11 de noviembre, Pablo Gentili (gurú argentino de Pablo Iglesias) denunció , en un tuit, que «personas vinculadas a los golpistas» querían invadir y saquear la casa de Álvaro García Linera, vicepresidente de Evo Morales, añadiendo que tenía «una de las mejores bibliotecas de Bolivia» . Lo cierto es que no poseía tantos libros de Bakunin como esos que quemó artísticamente Karmelo Bermejo. Tal vez estemos en una época tan desquiciada que lo único que tenga sentido es «dar el golpe», tragarse lo primero que sea , aunque se trate de un plátano «mondo y lirondo» o sencillamente nos encanta el despelote simulacionista y, tras atragantarnos en el fin de siglo con letanías fukuyamianas y alucinar con la pirotecnia «implosiva» baudrillardiana, ahora necesitamos escándalos de pacotilla y hogueras en verdadero-fake. Una vez más, la historia se repite: primero como tragedia, después como farsa. Lo malo es que en el carnaval se caldean en demasía los ánimos.

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