Ataque a la 'Gioconda'

Un pastelazo agridulce

En nuestro mundo de expansión de la 'ventana indiscreta' era lógico que las agresiones contra el arte se hagan desde una silla de ruedas. No hay discapacidad sino afán de mostrar la extraordinaria potencia de la impotencia

Atacan a la 'Gioconda' en el Louvre

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El deslizamiento, diagnosticado por Marx, de la tragedia la farsa, vuelvo a insistir también yo en un eterno retorno de lo bufonesco. Desde hace años 'se ataca' a la Gioconda. Dalí no pudo perder la ocasión y escribió páginas delirantes o paranoico-críticas sobre esa violencia desatada por una señora de sonrisa enigmática. Todo empezó cuando, paradójicamente, el cuadro de Leonardo, que no era, ni mucho menos, una obra referencial , desapareció del museo. Suena a magia cuando en realidad fue un robo que incluso parecía haber implicado a Picasso y sus secuaces poéticos. Parece ser que cuando solamente quedaba 'el hueco' de la Gioconda, en el Louvre decidieron invitar al público a contemplar esa 'ausencia'. Ahora tenemos, de pronto, el tono de algo que podría derivar hacia la jerga heideggeriana o incluso hacia la 'falta' lacaniana. Por obra y gracia de un betseller, de cuyo nombre no quiero acordarme, encontraron un 'código', necesariamente templario o masónico para hacer que el público se volviera loco con el cuadro. En realidad, lo que sucedió fue que las colas crecieron hasta ser prodigiosas, un espectáculo de aborregamiento museal que solamente sirve para hacer la foto que los vigilantes de sala tratan, en vano, de prohibir.

En el 'corralito' que conduce a la Gioconda uno sabe de sobra con qué va a encontrarse, deseando tan sólo conseguir el 'testimonio' de que uno ha pasado por esa iniciación cultural y, al mismo tiempo, patética. Cuando uno ha cumplido con el protocolo de ir en fila india ya puede buscar un restaurante para que le roben 'profesionalmente'. No me extraña que un sujeto haya tomado la decisión para- performativa de lanzar un pastel a la Mona Lisa, acaso pretendiendo poner en solfa el 'pastelón' del arte. El energúmeno que ha osado atacar al icono iba oportunamente disfrazado y en silla de ruedas . Hasta los frikis tienen sus mañas. Consiguió su espacio gracias al 'buenrollismo' circundante y , entonces, tuvo a tiro a esa mujer 'happycrática' . Tanto tiempo con la sonrisita y ha recibido su 'justo merecido' como si fuera un político de aquellas lejanas décadas en las que Aron Kay se convirtió en el gran referente del 'lanzamiento de tartas'.

El 'reality show' empantanado también ha contratado a payasos enanos o siniestros. Todo puede terminar por ser macabro o ridículo. Incluso lo dulce tiene saber muy agrio. Ahora tendremos toda clase de apostillas, incluso esta que realizo a la carrera, sobre las 'intenciones' del astuto y traidorzuelo agresor. Puede que hasta se declare 'duchampiano' para favorecer la 'intrepretosis'. ¿No dibujo unos bigotes y perillas el irónico selector de los 'ready-mades'? Hasta escribió unas letras bajo la postalita para sugerir que aquello tenía algo de 'calentón' con alusiones sexuales. En nuestro mundo de expansión de la 'ventana indiscreta' era lógico que las agresiones contra el arte se hagan desde una silla de ruedas . No hay discapacidad sino afán de mostrar la extraordinaria potencia de la impotencia. Tenemos infinitas opciones para provocar y, sobre todo, para hacer una tontería. Es barato. Dulce y amargo.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación