La oscura y millonaria tela de araña que oculta un Velázquez descubierto y 'perdido' en París

La misteriosa compra y desaparición de un retrato de Felipe IV en París alimenta una oscura crónica negra con millones de euros prometidos e impagados

Pantallazo del diario francés 'Le Monde' con la noticia del supuesto Velázquez 'perdido' ABC

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La misteriosa compra y desaparición de un retrato de Felipe IV (1605-1665), atribuido a Velázquez , en París, alimenta una oscura crónica negra con millones de euros prometidos e impagados en la peor tradición del tráfico y comercio de gran arte, en las fronteras de comercios mucho peor que crapulosos e 'ilícitos'.

La primavera de 1999, un perito tasador, corredor y comerciante en gran arte y antigüedades, en París y Monte Carlo, Antoine Van de Beuque, descubrió un 'Velázquez desconocido' , que sus propietarios, franceses residentes en Meudon (Altos del Sena, al oeste de París), estaban dispuestos a vender por la módica suma de 3,6 millones de francos (unos 711.000 euros de hoy). Tratándose de un Velázquez auténtico, una ganga. Tratándose de un falso Velázquez, un precio 'fuera de lugar'.

Coleccionista, experto, perito tasador, Antoine Van de Beuque , también trabajaba por cuenta de Daniel Wildenstein, uno de los patriarcas de una legendaria y muy polémica dinastía de grandes coleccionistas y comerciantes y traficantes, acusados por varias familias judías de haberse enriquecido gracias al expolio nazi , no solo en Francia. «Creo que he descubierto un Velázquez», le dijo Van de Beuque a Wildestein. «Imposible», le respondió Wildestein: «Todo Velázquez está repertorio y catalogado».

Extraordinaria colección

Culminando una carrera comenzada un siglo atrás, Daniel Wildenstein llegó a atesorar una ultra extraordinaria colección de más de 10.000 obras de los más grandes maestros de la pintura moderna y contemporánea: una veintena de Renoir, una docena de Van Gogh, numerosos Gaudin y Cézanne, varios Grecos, Botticelli, Tintoretto y Rembrandt. La sabiduría artística, en su caso, tenía como contrapartida la ultra sabiduría fiscal que le permitía pagar menos de 5.000 euros anuales al fisco francés, siendo propietario de una colección de arte evaluada en miles de millones de euros.

Tras una reflexión personal, Daniel Wildenstein aceptó pagar los 3,6 millones de francos (unos 711.000 euros de hoy) que pedían los propietarios franceses. Y se apresuró a pedir su opinión sobre el cuadro, un retrato de Felipe IV de 57,2 cm por 50,5 cm, a un experto reconocido, Alfonso Emilio Pérez Sánchez, antiguo director del Museo del Prado , que terminó dando una opinión positiva a finales de 1999. A su modo de ver podía considerarse auténtico un retrato atribuido a Velázquez , comparable, desde su punto de vista, a otras versiones del Prado y la National Gallery .

De la noche a la mañana, el patrimonio de Daniel Wildenstein creció de manera espectacular. Un cuadro comprado por 711.000 euros podía cotizarse y revenderse por varias decenas de millones de euros. Sotheby’s vendió la 'Santa Rufina' velazqueña a una conocida fundación española por la suma de 12.472.000 euros, el 2007. Catorce años más tarde, la misma obra puede cotizarse fácilmente a un precio tres o cuatro veces superior, si estuviese a la venta, impensable, al día de hoy.

Comisiones

Comerciante y traficante temible, Daniel Wildenstein negoció la compra con un documento escrito, desvelado 22 años más tarde por el vespertino 'Le Monde', comprometiéndose a pagar una comisión relativamente elevada a Edith A., que había hecho de intermediaria entre los antiguos propietarios y Antoine Van de Beuque, cuya comisión, como descubridor e intermediario, solo se acordó verbalmente. Daniel Wildenstein se reservaba, para sí mismo y/o para sus herederos, una comisión excepcional del 50%, si el Felipe IV atribuido a Velázquez por Alfonso Emilio Pérez Sánchez volvía a revenderse.

Daniel Wildenstein murió de cáncer en 2001. Y sus herederos, viuda e hijos de un primer matrimonio, entablaron sucesivas batallas fiscales, entre ellos, con el fisco francés y con varios amigos del difunto, a quienes se debían sumas difíciles de calibrar.

Antoine Van de Beuque reclamó su comisión en la compra del Velázquez con el que se había enriquecido la fabulosa colección Wildestein, pero recibió una respuesta elíptica de los herederos, descubierta por 'Le Monde': «Con respeto al cuadro atribuido a Velázquez, es muy prematuro pronunciarse. Fue reconocido por Alfonso Emilio Pérez Sánchez. Pero todavía es necesario el reconocimiento de Jonathan Brown, Bill Jordan y otros expertos importantes. Se muestra usted muy impaciente. Pero en su interés y el nuestro debemos seguir esperando…».

Antoine Van de Beuque lleva esperando más de veinte años. Y ha terminado por advertir la 'desaparición' del cuadro de Velázquez . Las publicaciones y fundación de los Wildenstein lo han catalogado como propiedad (¿?) de un coleccionista norteamericano. Pero nadie sabe cómo, cuándo ni en que circunstancias ha podido salir de Francia una obra rara y quizá excepcional de Velázquez . Algunos expertos sospechan que los Wildenstein pudieran estar guardando esa obra en un 'lugar desconocido'. Misterio 'policial' y 'documental' que pudiera tener un valor financiero evaluable en decenas de millones de euros.

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