Una nueva mirada a los cuentos de siempre, en el Museo ABC

«¡Cuidado! Están vivos y sueltos» recoge las ilustraciones de clásicos de cinco artistas, capitaneados por Benjamin Lacombe

Los autores posan con sus obras, de iquierda a derecha: Yvan Duque, Sébastien Perez, Benjamin Lacombe, Alessandra María, Justine Brax y Marco Mazzoni IGNACIO GIL

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Más allá del paso del tiempo, los cuentos mantienen su magia intacta. En los que los descubren por primera vez, en los que los han leído de pequeños y ahora se los leen a los niños, en los que los vuelven a ojear por placer. Siempre tienen algo nuevo que contarnos. Así se presenta «¡Cuidado! Están vivos y sueltos» , la nueva exposición del Museo ABC que, comisariada por Gonzalo Hormigos, se inauguraba ayer y permanecerá abierta hasta el 8 de marzo de 2020 . La muestra reúne casi medio centenar de obras originales creadas por cinco artistas para libros de la colección «Clásicos Ilustrados» , que el célebre ilustrador francés Benjamin Lacombe (París, 1982) dirige en la editorial Edelvives.

«Pinocho», «El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia», «Pulgarcita», «Piel de asno» y «El mago de Oz» presentan aquí un nuevo imaginario basado en la visión personal y sincera de cada artista, íntimamente unidos a la obra en la que han trabajado.

«Pinocho»

Ilustración de «Pinocho», de Justine Brax

Así, nos encontramos a Justine Brax (París, 1979), que odiaba leer hasta que «me regalaron un libro. Odiaba leer , pero el objeto como tal me encantó porque era precioso. Lo abrí y me pasé tres días enteros leyéndolo. Me parecía tan próximo a mí... Era la primera vez que leía un cuento en el que no pasaba nada por ser insolente. Gracias a él empecé a amar la lectura y supe que quería dedicarme a hacer libros », relata Brax, que, obviamente, ha ilustrado el clásico de Carlo Collodi . En su enfoque «intento alejarme un poco del texto, no quiero copiarlo en imágenes. Lo vivo, pero intento aportar una visión diferente. Es su simbología lo que más me interesa. Me gustó muchísimo de Pinocho esa necesidad de descubrir la libertad. También la forma en la que se va transformando en ser humano real. A través de esos comportamientos insolentes que le llevan a fracasar, va aprendiendo y creciendo». En sus ilustraciones vemos al protagonista, un muñeco de papel y alfileres, descender a las profundidades con la delicadeza de una medusa o impactantes retratos llenos de luz.

«El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia»

Ilustración de «El maravilloso viaje de Nils Holgersson», de Yvan Duque

A Yvan Duque (Angers, Francia, 1990) le tocó «El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia», que nació en 1920 como obra didáctica para aprender la geografía y la historia del país. El autor francés leía por primera vez el clásico cuando su cuerpo comenzó a cambiar de tamaño. «En la historia, el protagonista se va haciendo más pequeño , pero empieza a crecer mentalmente », narra Duque. Ese es el motivo por el que, en la adaptación escrita por Selma Lagerlöf que él ilustra, reconoce que no se ha documentado mucho sobre Suecia, paradójicamente. «Me he centrado más en Nils, junto al otro gran protagonista: el paisaje », explica el ilustrador. En este viaje iniciático lo resalta de forma naíf , con la visión de un niño. «Quería ese toque de fantasía», afirma.

«Pulgarcita»

Ilustración de «Pulgarcita» de Marco Mazzoni

Marco Mazzoni (Tortona, Italia, 1982) se acercó a los cuentos infantiles de oídas: «Era un poco movido y me ponían los discos que contaban historias. Durante muchos años no tuvimos televisión y me inventaba las cosas mientras las escuchaba. Por eso mi forma de representar es un poco revoltijo a veces, porque es la manera en la que me las imaginaba: pensaba en una cosa, me movía, pensaba en otra, oía la historia de fondo...». Sus dibujos sobre «Pulgarcita» ensalzan la naturaleza y la metamorfosis de la niña «in crescendo». Sobre un fondo onírico de flora y fauna, despliega una paleta de colores (cian, magenta, amarillo) con trazos que se van haciendo cada vez más complejos.

«Piel de asno»

El caso de Alessandra María (Seattle, EE.UU., 1989) es un poco diferente. Por su origen americano, nunca había oído hablar de este cuento infantil. Pero Benjamin Lacombe tenía claro que quería que fuera ella la que ilustrara esta «Piel de asno» escrita por Cécile Roumiguière. La razón estriba en su particular forma en representar a la mujer, absoluta protagonista de sus ilustraciones: «Se veía una conexión profunda entre su obra y esta historia . María las dibuja muchas veces por detrás, las muestra y las esconde a la vez, que es exactamente lo que hace “Piel de asno”. Es muy actual, las mujeres y las niñas se muestran al tiempo que se esconden. Al tiempo, la protagonista le dice que no hasta a un Rey (su padre). Ella sabe que no se puede casar con él y por ello se esconde». Y lo hace bajo la piel del asno y en un bosque, «una de mis páginas preferidas, con ese trasfondo tan mágico, con esa cabaña de madera... Me acuerdo que de pequeña leía cosas muy parecidas », puntualiza Alessandra.

«El mago de Oz»

Ilustración de «El Mago de Oz» de Benjamin Lacombe

Tampoco Sébastien Perez había tenido contacto infantil con «El Mago de Oz» , el cuento que ha reescrito y que Lacombe ha ilustrado. Por eso, la mirada que aporta es fresca: «Me he permitido la licencia de contarlo desde el punto de vista del espantapájaros –puntualiza–. Para mí, como para él, es algo nuevo. Además, me siento muy cercano a él. Es muy naíf, pero, con esa inocencia, hace muchas preguntas y termina aprendiendo muchísimo». Lacombe apoya esa revisión y también la crítica férrea al capitalismo (L. Braun escribe una interpretación de la depresión económica americana de 1900). En sus dibujos «Dorothy no es la estupenda Judy Garland; está desaliñada y sus ropas, remendadas», señala Lacombe. Además, «aparece todo el tiempo el verde del dólar y el amarillo del oro en el camino de baldosas», continúa. Ambos vuelven a ir al unísono al «humanizar un poco a los personajes, había mucha frialdad entre ellos. Envío un mensaje de encuentro, de cohesión, de conexión entre unos y otros. Creo que es importante añadir ese toque afectivo», indica Perez. El ilustrador recoge el guante: «Me apetecía mucho trabajar sobre los frikis . Todos intentan encontrar su identidad, su lugar, y buscan algo que no tienen».

«Esa es la idea que subyace en todos los cuentos, la de abrirse al otro, de conocer al otro –resume el artista–. “Pulgarcita” aprende quién es y se encuentra a sí misma, “Piel de Asno” halla el valor de decir que no. Con Pinocho y Nils pasa lo mismo: con esos viajes iniciáticos se reafirman como jóvenes. Es el hilo conductor de toda la exposición».

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