El museo Meadows de Dallas compra el último cuadro pintado por Fortuny

«Playa de Portici» (1874) destaca por su inusual gran escala en relación con la mayor parte de la obra del artista y refleja su habilidad para plasmar la luz en sus creaciones

«Playa de Portici» (1874), uno de los pocos cuadros de Fortuny en gran formato MEADOWS MUSEUM

ABC

El Meadows Museum de Dallas, la principal institución estadounidense dedicada al estudio y la difusión del arte español, ha anunciado hoy la adquisición de « Playa de Portici » (1874), el último cuadro del afamado pintor español Mariano Fortuny y Marsal (1838-1874). La obra casi acabada, inusual por su gran escala en relación con la mayor parte de la obra del artista, refleja el disfrute de un día de verano en la playa y muestra la característica habilidad de Fortuny para plasmar la luz en su pintura.

«Playa de Portici» se expondrá en el Meadows Museum a partir del 19 de enero de 2018 . Entre el 24 de junio y el 23 de septiembre, será objeto de una exposición titulada «En la playa: Mariano Fortuny y Marsal y William Merritt Chase», donde el cuadro de Fortuny será expuesto junto a la pintura de «Chase Horas muertas» (c. 1894), prestada por el Amon Carter Museum of American Art. El artista español tuvo una notable influencia entre importantes artistas americanos, quizá destacando Chase, quien fue un entusiasta admirador de su obra.

El cuadro era propiedad del artista en el momento de su muerte en 1874 y lo adquirió el destacado coleccionista neoyorquino Alexander Turney Stewart en 1875. La obra permaneció durante décadas en manos de sus herederos en la costa este hasta ahora, momento en que la ha adquirido el Meadows Museum. Esta nueva incorporación se suma a la única pintura al óleo del artista que poseía el museo: un estudio de menor tamaño en la que Fortuny pintó una continuación de la playa de Portici. El lienzo cuenta con elementos esenciales del estilo que estaba desarrollando Fortuny , como las figuras en poses dinámicas, el uso de elementos arquitectónicos destacados en el fondo para definir el espacio que rodea a las figuras, una pincelada que anticipa la emergencia del impresionismo y una atención meticulosa al detalle.

«Pintado en Italia, vendido en París tras su muerte y propiedad exclusiva de coleccionistas estadounidenses durante casi 150 años, "Playa de Portici" personifica el carácter internacional de la breve carrera de Fortuny », afirma Mark Roglán, director del Meadows Museum. «Por estos motivos, además de por su evidente belleza, constituye una adquisición perfecta para el Meadows, ya que cumple con nuestro objetivo de ofrecer lo mejor del arte español al público estadounidense y resaltar su papel en el desarrollo de la propia cultura y estética estadounidenses».

«Playa de Portici» ilustra la evolución de la técnica pictórica de Fortuny con el avance de su carrera y pone de manifiesto la razón por la cual su obra fue tan apreciada y demandada tanto en vida como después de su muerte. Sus paisajes captan la belleza extraordinaria de momentos cotidianos y, en esta obra, —con el contraste entre la atención minuciosa al detalle en ciertos lugares, como los árboles, la playa y las ruinas del fondo, y su pincelada suelta en otras, como el follaje en primer plano— el espectador puede hacerse una idea de cómo podría haber continuado evolucionando su estilo de haber seguido con vida.

Fortuny fue un artista especialmente apreciado por el público y los coleccionistas estadounidenses del siglo XIX, tal y como lo revela la procedencia norteamericana de esta obra. Prueba de la gran admiración que provocaban las obras del artista fue el lugar destacado que ocupó «Playa de Portici» en el Pabellón de Estados Unidos en la Exposición Universal de Chicago de 1893 , considerada una de las exposiciones internacionales más importantes del siglo XIX. Estas obras se seleccionaron para exhibir ante el numeroso público de la exposición (más de 27 millones de personas la visitaron durante los seis meses que duró) la riqueza y amplitud de la pintura propiedad de coleccionistas y museos estadounidenses —y, de forma implícita, las proezas de la economía estadounidense—, así como su refinado gusto artístico.

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