Martín Chirino, pasión y vida

Valedor de un lenguaje único y universal, forjó un capítulo magistral de la historia del arte

El escultor Martín Chirino

Jesús M. Castaño

La obra de Martín Chirino fue una de las grandes aportaciones a la escultura del siglo XX. Valedor de un lenguaje único y universal, forjó un capítulo magistral de la historia del arte. Creó siempre con libertad, pese a las circunstancias. Con Jorge de Oteiza y Eduardo Chillida , era uno de nuestros últimos grandes escultores. Sus trabajos forman parte esencial de las colecciones más importantes de este país, tanto públicas como privadas.

Con su talento, se convirtió en el embajador del arte canario por excelencia. Se hundió en sus raíces para traer esa cultura a la contemporaneidad, como bien muestra la presencia de la espiral en sus formas.

Chirino formó parte del grupo «El Paso» , que logró que la vanguardia traspasara las fronteras de este país. Además, su faceta de gestor cultural fue impresionante; nos ha dejado ejemplos como la presidencia del Círculo de Bellas Artes en su primera etapa, o la fundación y dirección del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), además del legado que supone la fundación que lleva su nombre y que tengo el honor de dirigir.

Para él, el arte era pasión . Decía que sin pasión no había vida, ese era su leitmotiv. Era un ser muy delicado, muy especial: un gran intelectual y un gran filósofo, además de un artista enorme y, por encima de todo, una buena persona, un hombre generoso al que le debo muchísimo.

Jesús M.Castaño es director de la Fundación Martín Chirino

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