31 aniversario de su muerte

El lado oscuro de Dalí: «Ególatra, simpatizante del fascismo y cobarde»

Ayer hace 31 años falleció el genio español, una figura tan reverenciada como controvertida y provocadora

Salvador Dalí ABC

Juan Carlos Delgado

Ayer pero hace 31 años, el 23 de enero pero de 1989, falleció el autodesignado «surrealismo», puesto que Salvador Dalí dijo: «Yo soy el surrealismo». El famoso pintor, uno de los más importantes de la historia reciente de España, también fue conocido por sus provocaciones, su elocuencia deslenguada y por su lado oscuro y que en este caso no estaba demasiado oculto (sobre todo su proverbial avaricia, sobre la que él mismo reflexionó).

«Un ególatra, simpatizante del fascismo, pesetero, reprimido sexual, aprovechado, cobarde, falsificador, avaro, acomodado y estafador pero también un fascinante precursor de la cultura de masas... El primer gran artista que compaginó rendimiento con la calidad», en palabras de Malcolm Otero y Santi Giménez en su libro «El club de los execrables» que le dedicaron a su tan controvertida como reverenciada figura un capítulo. De hecho, dicen: «Un señor tan genial que es absolutamente indescifrable, un personaje tan execrable como sensacional».

Dalí le regaló un preservativo con semén a su padre diciéndole: «Ya no te debo nada», así se las gastaba Salvador que estaba enemistado con su progenitor que no aprobaba su relación con Gala, a la que denominada «Esa suripanta drogadicta de Rusia». Por otro lado, no es nada desconocido su amor propio y ganas infinitas de llamar la atención. Algunas frases para el recuerdo: «Las dos cosas más afortunadas que pueden acontecer a un pintor son: primero, ser español, y segundo, llamarsé Dalí. Ambas han convergido en mi persona». O directamente yendo a por todas con humor (suponemos): «Me considero uno de los padres de la humanidad».

En este libro explican que cuando tuvo que posicionarse políticamente, el pintor optó por ponerse del lado «de Franco y, ya puestos, de Hitler, quizá por convicción o por comodidad. Nunca ha quedado claro». Eso provocó que, tras el juicio surrealista promovido por André Breton, fuera expulsado del movimiento surrealista.

Un par de frases para sazonar lo anteriormente dicho: «No soy fascista como lo prueba el hecho de que emigré a Estados Unidos cuando los alemanes ocuparon Francia. Sin embargo, admito que Hitler era un superhombre. Estaba más loco que nosotros los surrealistas que fingíamos ser locos. Él era un loco de verdad». La ambigüedad era su marca. Pero igual no tanto: No digamos que yo admiraba poco o mucho a Franco, digamos que lo admiraba bastante. Y todavía lo admiro. Sobre todo, porque para mí era una especie de don Tancredo. Franco tuvo una sangre fría extraordinaria, fue un ser impasible y único en la historia contemporánea». En este último caso no se sabe si estaba hablando de cachondeo o era un franquista confesando sin ambages su filia o para hacerle la pelota al dictador. Orwell le definió con «cariño»: «Una rata que huye cuando huele el peligro. A Dalí solo le preocupa encontrar un sitio donde se coma bien y desde el que pueda salir corriendo en cuando se intuya el peligro».

Sexualmente, «El club de los execrables» cuenta anécdotas de variado tipo, sobre todo respecto a su relación sin contacto con Gala, con la que pactó que tuviera amantes pero que le dejara verla porque eso era lo que le excitaba, pero queremos señalar sobre todo la jugada desleal que le hizo a Federico García Lorca . Este quería mantener una relación sexual con él, pero antes Dalí le exigió que antes tuviera relaciones con Margarita Manso y él estaría allí presenciándolo (como con Gala pero antes). Lorca cumplió su parte pero Dalí nunca se acabó acostando con el granadino.

El nivel de pesetero de Dalí era tan grande que cuando cortó su amistad con André Bretón este desordenó las letras de su nombre y publicó el anagrama «Ávida Dollars» , que curiosamente da nombre al disco del rapero C. Tangana, que le reconoce un referente en cuanto a personaje que «usan al artista para que su arte sea más grande de lo que es. Su obra son ellos», le dijo a Iñako Díaz-Guerra de «El Mundo».

Este libro cuenta que a Dalí solo le comprendía Gala y algunos amigos de toda la vida de Figueras y Cadaqués, «que siempre han defendido que se descojonó de todo el mundo y representó un personaje excéntrico que le permitía hacer cualquier cosa vetada a los simples mortales al tiempo que ganaba una fortuna ».

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