Los dioses del Prado se mudan a la montaña mágica de Barcelona

Caixaforum recorre la mitología clásica a partir de piezas de Zurbarán, Rubens y Ribera procedentes de la pinacoteca madrileña

El Ticio de José de Ribera es una de las piezas más destacadas de la exposición ABC

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Oscuro como el sobaco de un grillo y retorcido como un baldaquino de Bernini, el Ticio de José de Ribera impresiona y sobrecoge con su estudiada desproporción y su efectivo tenebrismo. Ahí está el lujurioso Ticio, arrojado al Tártaro por intentar violar a Leto y condenado a que un águila le picotee y devore el hígado una y otra vez, una y otra vez. A su lado, otro lienzo también de Ribera captura con idéntico tino el tormento de Ixión, rey de los Centauros castigado a girar de por vida encadenado a una rueda ardiente por intentar colarse en el lecho de Juno suplantando a Júpiter, y confirma que, además de enamoradizos, vivales y caprichosos, los dioses del Olimpo podían ser también crueles, vengativos y profundamente malvados.

Espíritus libres, sí, pero rencorosos y despiadados con cualquiera que osara desafiarlos. «Zeus no presta su ayuda a los embusteros», que declamaría Homero, cuyo busto de mármol del siglo I franquea el paso de «Arte y mito. Los dioses del Prado», exposición que muestra cómo el arte ha convertido la mitología clásica en su patio de recreo mientras sigue los pasos de héroes, ninfas, semidioses, faunos, sátiros y Dioses de la mano de Rubens, Zurbarán y Ribera, entre otros.

Un busto de Homero recibe al visitante y preside la exposición ABC

Una muestra que, del Olimpo a la Guerra de Troya pasando por la apreturas carnales, el bebercio y la violencia más descarnada, recorre las profundas huellas que Zeus, Cronos, Diana, Artemisa, Urano, Prometeo, Hércules o Eurídice, entre muchos otros, han dejado en la historia del arte. «Los mitos clásicos eran muchas veces una excusa para que el pintor diera lo mejor de sí. Era un terreno de libertad que permitía a los artistas exhibirse, algo que no ocurría con el arte religioso y eclesiástico», explica el director del Museo del Prado, Miguel Falomir.

De la pinacoteca madrileña llegan las 64 pinturas, esculturas y relieves que permiten que Motjuïc se disfrace de Olimpo y los dioses griegos y romanos campen a sus anchas por Caixaforum y la montaña mágica de Barcelona hasta el 14 de marzo de 2021. «La mitología importa porque sigue teniendo una extraordinaria vigencia -destaca Falomir-. Pensemos, por ejemplo, en Anne Carson y Louise Glück, galardonadas con el Princesa de Asturias de las Letras y el Nobel y que han reconocido su deuda hacia el mundo clásico y la mitología». Será por eso que, más que de exposición, «Arte y mito» tiene hechuras de clase magistral de historia clásica y celebración del mito como fabulosa respuesta a las primeras preguntas de la humanidad. «Los mitos son narraciones fantásticas que explica por qué llueve o cómo crecen las flores», apunta Fernando Pérez Suescun, comisario de la exposición.

La muestra reúne 64 piezes llegadas del Prado ABC

En Barcelona, todo esto se articula a través de piezas de impacto como el Vulcano de Rubens, dos espléndidos Hércules de Zurbarán, las bacanales y juergas olímpicas de Michel-Ange Houasse o el tenebroso e inquietante rapto de Proserpina de Brueghel el Joven y que parece salido de una pesadilla de Bartolomé Bermejo. Destacan también las muy luminosas caídas de Ícaro y Faetón que firman Jacob Peeter Gowy y Jan Carel Van Eyck, respectivamente; la Diana cazadora salida del taller de Rubens; la inquietante visita al infierno de Orfeo y Eurídice de Pieter Fris; el Narciso Cossier ensimismado con su belleza...

Mitos muchos de ellos que, sometidos al escrutinio actual, no superarían el umbral de la corrección política. «Evidentemente un rapto era una violación o un abuso, pero no podemos cometer el error de ver estos cuadros con la mirada del siglo XXI», apunta el comisario, a quien espera un poco más allá una de las joyas de la exposición: «El rapto de Europa» de Rubens, copia de una tela de Tiziano en la que Zeus se transforma en un toro blanco para secuestrar a una princesa fenicia y con la que el Prado completa su particular tridente artístico. «Es el que utiliza Velázquez como fondo de 'Las hilanderas' y se exponen siempre juntos en el museo», apunta el comisario.

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