«Demonio con un cuenco», de Damien Hirst, en el vestíbulo del Palazzo Grassi, una de las dos sedes de la Colección Pinault en Venecia
«Demonio con un cuenco», de Damien Hirst, en el vestíbulo del Palazzo Grassi, una de las dos sedes de la Colección Pinault en Venecia - EFE

Damien Hirst, de chico malo de Bristol a nuevo Dux de Venecia

La ciudad de los canales acoge, coincidiendo con su 57 Bienal de Arte, que hoy abre sus puertas al público, numerosas e interesantes exposiciones

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No hay cuerpo que aguante la Bienal de Venecia: es un no parar entre los pabellones de los 85 países presentes (en algunos, como el de Japón, incluso te juegas el tipo), la exposición internacional comisariada por Christine Macel, con obras de 120 artistas, repartidas por el interminable Arsenale y el pabellón central de los Giardini (no ha entusiasmado a los especialistas); los actos programados cada minuto del día, las fiestas que se celebran todas las noches en cada palacio de esta ciudad... Por si fuera poco, museos, fundaciones e instituciones culturales suelen programar, como eventos colaterales de la bienal, exposiciones por toda Venecia. Como ocurre ya desde hace algunas ediciones, resulta casi más interesante esta off-bienal que la propia bienal. Esta es nuestra selección.

«Cabeza de Medusa», de Damien Hirst
«Cabeza de Medusa», de Damien Hirst- DAMIEN HIRST AND SCIENCE LTD.

«Tesoros del naufragio del "Increíble"». Damien Hirst (Palazzo Grassi y Punta della Dogana. Hasta el 3 de diciembre)

El pasado 6 de abril saltó la sorpresa en Venecia. Damien Hirst había vuelto. Muchos ya lo daban por «muerto». Artísticamente, claro. Pero este «showman» sabe reinventarse una y otra vez (el tiburón en formol, la calavera de diamantes, la polémica subasta en Sotheby’s...), con la ayuda del todopoderoso Larry Gagosian. De la mano de otro «viejo zorro» del arte, el multimillonario François Pinault, ha desembarcado en Venecia con toda la artillería pesada. El empresario francés le ha cedido íntegramente los dos espacios que tiene en la ciudad de los canales para exhibir su colección: el Palazzo Grassi y la Punta della Dogana. Los dos para él solito. Los ha llenado con su última «genialidad», o «locura», según se mire. Se ha inventado un naufragio ocurrido hace unos 2.000 años, el del barco «El Increíble», cuyo tesoro, amasado por un antiguo esclavo otomano, Cif Amotan II, habría sido hallado frente a las costas de África en 2008. Ha fotografiado y filmado, con todo lujo de detalles, el presunto rescate por parte de experimentados buzos.

Y ahora exhibe en Venecia el preciado «botín»: 200 piezas de mármol, bronce, oro..., aún con los restos del mar y de la historia pegados a ellas. Algunas, diminutas; otras, gigantescas, como el impresionante «Demonio con un cuenco», de 18 metros de altura, instalado en el vestíbulo del Palazzo Grassi y que se eleva por todas sus plantas hasta el techo del edificio. Ni rastro del nombre de Hirst por toda la exposición. Pero su sello kitsch le delata en obras como un Mickey Mouse o un Goofy. Los números apabullan. Ambas muestras ocupan 5.000 metros cuadrados. Dicen que producir estas piezas ha costado unos 50 millones de libras. No es de extrañar. Gusten o no (ese es otro debate), ambas exposiciones resultan espectaculares y se han convertido en el principal reclamo de la Bienal de Venecia, aunque no formen parte de ella. Nadie quiere perdérselas. El yate de Pinault, atracado junto a la Punta della Dogana, no da abasto estos días recibiendo invitados vips, que acuden a ver lo último de Damien Hirst, el chico malo de Bristol coronado como nuevo Dux de Venecia.

«Painter's Forms», de Philip Guston
«Painter's Forms», de Philip Guston- COLECCIÓN PRIVADA

«Philip Guston y los poetas» (Galería de la Academia. Hasta el 3 de septiembre)

Philip Guston (1913-1980) regresa a su amada Italia. Al artista canadiense, miembro de la Escuela de Nueva York, que hizo viajes de ida y vuelta a la abstracción y la figuración, le habría encantado saber que su obra colgaría algún día en la Academia de Venecia, donde se exhiben obras maestras de Tiziano, Veronés, Tintoretto, Carpaccio... Adoraba Italia –viajó por primera vez en 1948 tras ganar el Prix de Roma y volvería en muchas ocasiones: expuso en 1960 en la Bienal de Venecia y en 1970 hizo una residencia de artista en Roma–, su historia y su arte, especialmente el Quattrocento y el Cincuecento. Masaccio, Giotto, Piero della Francesca y Bellini fueron para él fuente de inspiración. También los poetas, tema central de la exposición, comisariada por el español Kosme de Barañano. Ha escogido cinco poetas, que fueron catalizadores para los enigmáticos cuadros de Guston y caminaron paralelos a su lenguaje visual: D. H. Lawrence, Yeats, Wallace Stevens, Eugenio Montale y T. S. Eliot. En su pintura «East Coker» Guston rindió homenaje a este último, meditando sobre su muerte. Colaboró durante su vida con poetas como su esposa, Musa McKim, y Clark Coolidge.

Instalación «in situ» «Standing Structures for Human Use», de Marina Abramovic
Instalación «in situ» «Standing Structures for Human Use», de Marina Abramovic- JEAN-PIERRE GABRIEL

«Intuición» (Palazzo Fortuny. Hasta el 26 de noviembre)

Es la mejor exposición de las programadas actualmente en Venecia. La Fundación Axel & May Verdoordt programa la sexta y última muestra de una exitosa serie celebrada en el Palazzo Fortuny desde 2007, un impresionante palacio donde vivió y trabajó Mariano Fortuny, que ya de por sí merece una visita. Bajo el título «Intuición», y comisariada por Daniela Ferretti, directora del Palazzo Fortuny, y Axel Vervoordt, coleccionista, comisario y marchante de arte, indaga, a través de un espléndido montaje, en conceptos como la intuición, el sueño, la fantasía, la imaginación, lo paranormal, la meditación, la hipnosis, la inspiración, la mística... Tiene mucho de espiritual. Arranca con frases de Tristan Tzara, Einstein, Picasso, Miguel Ángel o Paulo Coelho acerca del concepto de intuición. En ella tienen cabida desde piezas del Neolítico (tercer milenio a.C.), que se confrontan con un Basquiat, hasta piezas e instalaciones sutiles de Anish Kapoor y Ann Veronica Janssens. La nómina de artistas es impresionante: Abramovic, Beuys, Braque, Breton, Calder, Canova, Chillida, Courbet, De Chirico, De Kooning, Duchamp, Ernst, Fontana, Giacometti, Kandinsky, Klee, Man Ray, Masson, Matta, Munch, Picabia, Picasso, Richter, Bernardí Roig, Sugimoto, Twombly... Muchos de ellos han creado instalaciones ex profeso para la muestra. Es el caso de Kimsooja.

«Suspended Perimeter-Love Difference», de Michelangelo Pistoletto, en la Basílica de San Giorgio Maggiore
«Suspended Perimeter-Love Difference», de Michelangelo Pistoletto, en la Basílica de San Giorgio Maggiore- GALLERIA CONTINUA

«Uno más uno son tres». Michelangelo Pistoletto (Abadía de San Giorgio Maggiore. Hasta el 26 de noviembre)

La pequeña isla veneciana de San Giorgio Maggiore se está convirtiendo en un espacio artístico de referencia en la ciudad. Han pasado por aquí proyectos de gran calidad: Anish Kapoor, Jaume Plensa... Este año le ha tocado al italiano Michelangelo Pistoletto, figura clave del Arte Povera, con una muestra, organizada en colaboración con la Galleria Continua. En la nave central de la basílica, bajo la cúpula, como una especie de contraaltar, vemos «Suspended Perimeter. Love Difference», una instalación circular formada por espejos que es toda una declaración para aceptar las diferencias entre personas. Además, su trabajo se exhibe en otros espacios de la abadía, como la sacristía, el coro mayor, la sala capitular... En esta última ha instalado «El tiempo del juicio», donde conviven las cuatro religiones más extendidas en el mundo: cristianismo, budismo, islamismo y judaísmo. Están representados, respectivamente, por un reclinatorio, una estatua de Buda, una alfombra para la oración y unos espejos con forma de las tablas de la ley. El comisario, Lorenzo Fiaschi, ha seleccionado obras de toda la carrera de Pistoletto, desde los años 60 hasta la actualidad. Entre ellas, unos espejos sobre los que aparecen algunos cubanos. Para Pistoletto, este país «es un terreno fértil para la experimentación, la innovación y el cambio». También se incluye su famosa «Venus de los trapos», así como un manifiesto que hizo para la Bienal de Venecia del 68.

«The catacombs of the dead street dogs», de Jan Fabre
«The catacombs of the dead street dogs», de Jan Fabre- JAN FABRE

«Jan Fabre. Esculturas en cristal y hueso. 1977-2017» (Abadía de San Gregorio. Hasta el 26 de noviembre)

En 2011 el artista belga Jan Fabre revolucionó Venecia, durante la bienal, con «Pietas» en la Nueva Escuela Grande de Santa María de la Misericordia. El artista presentó allí una «sui generis» reinterpretación de la «Piedad» de Miguel Ángel: el rostro de la Virgen fue reemplazado por una calavera, símbolo de la muerte, mientras que el cuerpo de Jesús se hallaba en avanzado estado de descomposición. En este caso, cambia de escenario y de tema. La abadía de San Gregorio, vecina de Santa Maria della Salute y la Punta della Dogana, acoge una selección de obras en cristal y hueso producidas durante las últimas cuatro décadas. Una reflexión filosófica, espiritual y política sobre la vida y la muerte en torno a la noción de metamorfosis. Especialmente interesante, ver su trabajo en cristal (símbolo de la fragilidad de la vida) en una ciudad como Venecia, donde el cristal de Murano es uno de sus tesoros. Sus instalaciones, repartidas por dos plantas de la abadía, no dejan nunca indiferente. Es marca de la casa. Jan Fabre rinde homenaje a la tradición pictórica de los maestros flamencos, que solían moler polvo de hueso en sus pigmentos, pero también al trabajo de los vidrieros venecianos. Cristal y hueso son materiales duros, pero frágiles y delicados al mismo tiempo. Con ellos Fabre alude a la dureza y la fragilidad de la vida. Opacidad y transparencia, sombra y luz, vida y muerte.

Andy Warhol y Robert Rauschenberg en el Museo Pérgamo en 1983
Andy Warhol y Robert Rauschenberg en el Museo Pérgamo en 1983- © Christopher Makos

Otras recomendaciones

No acaba aquí, ni mucho menos, la oferta cultural fuera de la Bienal de Venecia. Hay otras muestras interesantes: «Us Silkscreeners...» (Fundación Giorgio Cini, San Giorgio Maggiore), que narra la historia de las primeras serigrafías pintadas por Warhol y Rauschenberg; «Mark Tobey: Threading light» (Colección Peggy Guggenheim), «Fernando Zóbel. Contrapuntos» (Fondaco Marcello), Pierre Huyghe (Espacio Vuitton), «Shirin Neshat. The home of my eyes» (Museo Correr) y «El plato que se escapó con la cuchara», de Robert Wilson (Magazzini del Sale).

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