Dalí y Dante, cara a cara a las puertas del Infierno

A finales de los años 40, agotado ya el exilio americano y con su fe en el surrealismo resquebrajándose a pasos agigantados, Salvador Dalí regresó a Cataluña con un jugoso encargo del gobierno italiano bajo el brazo: ilustrar la 'Divina Comedia' y transformar en imágenes los 14.000 versos con los que Dante Alighieri, 'sommo' poeta y uno de los fundadores de la literatura italiana, anticipó el Humanismo y sentó la bases del Renacimiento. En aquel momento, el artista ampurdanés había dado esquinazo al ateísmo para reencontrarse con el clasicismo y cierto fervor espiritual, subsección místicos e iluminados, por lo que nada mejor que citarse con Dante a las puertas de Infierno y poner a prueba la fortaleza de sus creencias y su propia talla como artista.  

 «El encargo fue un elogio mayor para Dalí y un reconocimiento que reforzaba su conexión con los autores del Renacimiento», explica ahora Juliette Murphy, comisaría de una exposición que reúne por primera vez en el Teatro-Museo de Figueres y el colaboración con el Instituto Italiano de Cultura un centenar de fotograbados en relieve realizados a partir de las ilustraciones originales que Dalí realizó para la obra maestra de la literatura italiana.

Que lo que se exhiben sean copias explica, en parte, lo accidentado de una empresa que Dalí acometió con voluntad de «formar parte de una gran cadena de conocimiento» y de la que salió francamente disgustado. «Me han encargado el trabajo para una edición italiana monumental y la quiero completar también en Cadaqués durante el verano», declaraba un eufórico Salvador Dalí a la revista 'Destino'.«Es una obra que me atrae hasta la obsesión porque encuentro los dos aspectos de mi propia vida. El libro me apasiona y ya tengo construido mi trabajo mentalmente», añadía entonces un artista en el que Jordi Mercader, director de la Fundación Dalí, detecta el mismo impulso que en le legendario poeta italiano. «Ambos incorporan y anticipan el conocimiento global de la sociedad en la que viven. Eso satura la obra y anticipa el Renacimiento, y Dalí hace lo mismo en su época a partir de la conexión y obsesión con Italia y sus genios«.

La cosa, ya ven, prometía, aunque todo se torció cuando Dalí decidió incluir alguna de sus acuarelas dantescas en una exposición en 1954 y parte de la la prensa de la época, escandalizada por el trazo del ampurdanés, la acusó de releer a Dante poco menos que en clave pornográfica y pervertir la memoria del escritor florentino.

De poco le sirvió a Dalí haberse dejado las pestañas leyendo una y otra vez su copia del siglo XVIII en francés de la 'Divina Comedia' o haber incluido guiños a Botticelli en algo tan prosaico como las dimensiones de las ilustraciones: al gobierno italiano le temblaron las piernas y canceló el proyecto. «El disgusto fue muy grande», subraya Murphy. Mayor aún si tenemos en cuenta que Dalí aprovechó su cara a cara con Dante para ajustar cuentas con viejos fantasmas y explorar nociones como el amor platónico y el exilio. «Dalí relaciona el Infierno con su pasado, mientras que el Paraíso remite a su obra pictórica del momento», añade la comisaria.

Con todo, no sería hasta años después, en 1963, cuando Joseph Forêt publicó una primera edición de lujo de la 'Divina Comedia' daliniana de la que solo se lanzaron 33 ejemplares. Otra edición popular y en varios volúmenes a cargo de Les Heures Claires incluía el centenar de grabados que ahora pueden verse en Figueres. A su lado, siete dibujos originales, uno de ellos inéditos, y varios libros y folletos, completan este recorrido por los nueve círculos del Infierno y las nueve esferas del Paraíso con el que Dalí se suma a los fastos del 700 aniversario de la muerte de Dante Alighieri.