«Autorretrato», de Rembrandt, propiedad del English National Trust
«Autorretrato», de Rembrandt, propiedad del English National Trust - ABC

La autentificación de obras de arte, una ciencia nada exacta

Durante más de cuatro décadas se trabajó en el corpus de pinturas de Rembrandt, con un baile incesante de atribuciones, no exento de polémicas. El del Bosco promete dar que hablar aún mucho más

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Por mucho que se creen comités científicos para su estudio o se celebren simposios internacionales, la autentificación de obras de arte no es una ciencia exacta: siempre acecha la sombra de errores humanos, engaños intencionados, intereses del mercado... Pese a que los investigadores cada vez cuentan con mayor documentación y una tecnología más sofisticada, resulta dificilísimo, por no decir imposible, asegurar al 100% que una obra de arte fue pintada por un artista, por su taller, por un artista y su taller, por un discípulo, por un seguidor... Incluso aunque esté firmada. Muchos de los grandes maestros antiguos no podían atender el gran número de encargos que tenían por lo que contaban con un importante taller y discípulos de una gran calidad que imitaban el estilo del maestro: así ocurría con Leonardo, Rafael, Tintoretto, Rembrandt, El Greco... Hasta la actualidad: artistas como Damien Hirst o Jeff Koons cuentan con talleres donde otros artistas ejecutan las obras ideadas por aquéllos.

Algo así como ocurre en los estudios de arquitectura.

Sin embargo, la historiografía moderna parece empeñada en fijar el corpus pictórico de los artistas. En el caso del arte moderno y contemporáneo la Sucesión de los propios artistas es la encargada de decir si una obra es auténtica o una falsificación. Es lo que ocurre con la Fundación Gala-Dalí de Figueras, en el caso de Dalí, o la Administración Picasso, en el caso del artista malagueño. Se crearon comités para autentificar las obras de Hirst, Warhol, Basquiat, etc. Algunas se han disuelto por culpa de las numerosas demandas recibidas. Y es que hay muchísimos intereses, y muchísimo dinero en juego. Especialmente en el caso de que las obras estén en el mercado. La descatalogación de una pieza, e incluso sembrar la duda de su autoría, provoca que el mercado se retraiga, caigan los precios en picado y en muchos de los casos las obras queden sin vender. En el caso de los museos, a ninguno le agrada perder obras de grandes maestros en su colección.

Un apasionante debate

«Las tentaciones de San Antonio», del Museo de Kansas, ha sido atribuido al Bosco
«Las tentaciones de San Antonio», del Museo de Kansas, ha sido atribuido al Bosco - ABC

En 2015 el Museo Mauritshuis de La Haya, tras una investigación interna, llegó a la conclusión de que «Saúl y David», una obra de su colección, es de Rembrandt. Durante décadas no hubo dudas. Pero en su catálogo razonado, de 1969, Gerson creía que era de taller o de un discípulo de Rembrandt. Tras una minuciosa restauración se concluyó que era del maestro, pintado entre 1645 y 1652. El museo holandés organizó una exposición, «¿Rembrandt? El caso de "Saúl y David"». donde se mostró todo el proceso de estudio e investigación. La pintura había sufrido mucho a lo largo de su vida: fue cortada, repintada, remendada (en quince fragmentos cosidos entre sí) y fatalmente restaurada. Después de ocho años de trabajo, en el que colaboraron las universidades de Delft y Amberes, se certificó su autoría, aunque quedaron algunas dudas en las pinceladas del manto de Saúl.

Ver los comentarios