Sean Connery, el espía que enamoró a Ian Fleming (a su pesar)

El autor británico a punto estuvo de dejar escapar a Connery y quedarse sin el espía más carismático y gallardo que ha paseado por las oficinas del MI6

Sean Connery, caracterizado como James Bond en "Agente 007 contra el Dr. No" ABC

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Sean Connery fue Guillermo de Baskerville, Allan Quatermain, Robin Hood, el Rey Arturo y el padre de Indiana Jones, pero ningún traje le sentó tan bien como ese esmoquin de espía bon vivant y mujeriego que un oficial de inteligencia británico empezó a tejerle en 1952. Corte y confección para hacer historia y transformar, literatura mediante, las andanzas de un agente del Servicio Secreto de Inteligencia en una mina literaria y cinematográfica llamada Bond, James Bond .

Hablamos, claro, de Ian Fleming (1908-1964), el mismo que a punto estuvo de dejar escapar a Connery y quedarse sin el espía más carismático y gallardo que ha paseado por las oficinas del MI6. Porque, por más que actor y personaje parezcan hoy inseparables, Connery fue Bond a pesar de Fleming, no gracias a él. Es más: cuenta la leyenda que el atildado y hedonista autor británico tenía una lista de siete actores, Cary Grant el primero, para encarnar a Bond en "Agente 007 contra el Dr. No" (1962). Ninguno de ellos, claro, era Connery, un treintañero escocés de clase obrera que, según Fleming, estaba en las antípodas de su sofisticado héroe de Rolex reluciente y camisas Turnbull & Asser.

El propio actor recordaría años más tarde el incidente tildando a Fleming de esnob y asegurando que si consiguió el papel fue porque el resto de actores, Cary Grant incluido, tenía cosas mejores que hacer. Eso sí: en cuanto el escritor vio a Connery en pantalla con un cigarro en una mano y la Walter PPK en la otra, el flechazo fue inmediato.

Ahí estaba, flanqueado por Ursula Andress y el Dr. Julius No, la viva imagen de ese Bond novelesco que Fleming ideó a imagen y semejanza de sus pasiones (a saber: mujeres, casinos, campos de golf y coches veloces) y también para maquillar sus múltiples flaquezas. Un Bond de pitillo sempiterno, audacia imbatible y caída de ojos irresistible que, mezclado y no agitado, exhibió su mejor cara en las siete películas en las que fue Connery, Sean Connery .

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