Un raro hallazgo arqueológico retrata la crueldad de la esclavitud en Portugal

Investigadores de la Universidad de Coimbra se hacen eco de la «dureza» de las condiciones de vida para los africanos obligados a trabajar en el país vecino a lo largo del siglo XV

Francisco Chacón

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Un raro hallazgo arqueológico arroja luz en Portugal sobre la época de los campos de esclavos , cuando llegaban de las colonias africanas cientos de hombres y mujeres obligados a ejercer de sirvientes para los ciudadanos lusos de cierta posición. El descubrimiento de 158 esqueletos en la región del Algarve, cerca de Lagos, fue realizado hace una década pero un equipo de investigadores lusos, encabezado por Teresa Ferreira (Universidad de Coimbra), acaba de publicar las conclusiones de sus exhaustivos análisis en el Jornal Internacional de Osteoarqueología .

El estudio de las osamentas, impulsado por el Archaeological Institute of America y por la Fundación Gerda Henkel, se hace eco de la «dureza» y la «crueldad» de la esclavitud en Portugal en el siglo XV, justo cuando arrancaban las grandes aventuras marítimas .

Así, por ejemplo, las pesquisas determinan que los cuerpos fueron lanzados a los depósitos de basura, fuera de las murallas. Algunos incluso estaban todavía vivos , aunque sufrieron lesiones degenerativas.

De unos 70 esqueletos no ha podido especificarse su género, pero el abanico de 88 diseccionados desemboca en los siguientes porcentajes: 56,31% de mujeres y 29,13% de hombres

Malnutrición y violencia

Los arqueólogos implicados explican que se detectaron «alteraciones en las dentaduras», así como «un retraso en su crecimiento», consecuencia de las malas condiciones en las que vivían .

No puede olvidarse que, en esa época, solo podían ser enterradas en los límites de la ciudad las personas bautizadas . De lo contrario, estaban destinadas a los basureros de la periferia, como sucedió en este caso.

Cuatro de los esqueletos, correspondientes a otras tantas mujeres, habían sido enterrados atados con una cuerda, otro detalle más que testimonia la brutalidad contra los esclavos, no solo en vida sino hasta en la propia hora de la muerte .

Tal cual cita Hans Christian Andersen en «Una visita a Portugal» (Editorial Funambulista), hablamos de un tiempo donde acontecían escenas como la que persiguió al mismísimo Luis de Camoes. «Murió miserable Camoes en un hospital de Lisboa. Su esclavo negro mendigaba por las calles para él», escribió el célebre autor danés.

Mercado exclusivo de tráfico de esclavos

Las primeras embarcaciones portuguesas arribaron a la costa de Senegal allá por 1.444 y regresaban a Lagos cargadas de mercancías y de esclavos , que entraban en Portugal al ritmo de 1.000 por año, al menos hasta 1.470.

Además, no puede olvidarse la circunstancia de que el rey D. Manuel II atribuyó a Lisboa la exclusividad del tráfico de esclavos . Con todo, diversos historiadores portugueses no han logrado encontrar archivos donde conste la cantidad exacta de estos africanos. Nada extraño, si tenemos en cuenta las decenas de documentos valiosos que se perdieron durante el gigantesco terremoto que asoló la capital portuguesa en 1755.

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