Así pinta Antonio López la Puerta del Sol

Testigos de un pequeño gran milagro. Ver pintar a Antonio López a pie de calle, en plena Puerta del Sol, es un espectáculo, una experiencia casi religiosa, inolvidable, hipnótica. No puedes apartar los ojos. ABC fue testigo de excepción de una sesión de pintura del artista manchego, de un pequeño gran milagro. Fue el pasado jueves, día 15 Genio y talento, en el ADN. Junto al caballete, una bolsa de papel donde lleva dos cilindros con los pinceles, una vieja caja con tubos de pintura, una paleta, una cuerda para atar el lienzo, un compás, una regla... No precisa nada más para que surja la magia. En la era digital, invadida por la inteligencia artificial, los NFT..., emociona ver lo que un artista, a sus 85 años, es capaz de crear con tan rudimentarios mimbres. El genio y el talento están en el ADN Toda la Puerta del Sol, en un díptico. En la sede de la Real Casa de Correos Antonio López guarda a diario los lienzos y los bártulos de trabajo. Hasta hace poco en este lugar el pintor expuso dos grandes cabezas: ‘Carmen despierta’ y ‘Carmen dormida’. Apoyados sobre una pared, los dos cuadros en los que, como si fuese un gran angular, está inmortalizando toda la Puerta del Sol: la mitad de la plaza en cada cuadro Un paseo de apenas unos metros. Antonio López coge uno de los lienzos que guarda en la Real Casa de Correos y sale con él al centro de la Puerta del Sol. Su amigo y también pintor Isidro Brunete, que suele acompañarle, lleva el caballete y la caja de pinturas. Hace un día precioso para pintar. Apenas hay viento y luce un sol radiante. Hoy solo va a trabajar en uno de los cuadros: se centra meticulosamente en un edificio que hace esquina con la calle Carretas Una gran expectación. Durante toda la sesión, la numerosa gente que se acerca a verle pintar es muy respetuosa. Cuando termina, los fans de este viejo ‘rock star’ se acercan a él: atiende a unos compañeros de TV, un joven lleva enmarcada una reproducción de su célebre ‘Gran Vía’ para que se la firme en el reverso, se hacen fotos con él, le piden autógrafos, le dicen cuánto lo admiran... Y Antonio sonríe, un poco sobrepasado. Su timidez no le impide agradecer tantas muestras de cariño Hace once años abandonó. Es la tercera vez que Antonio López intenta pintar la Puerta del Sol. Lo explica así: «La primera fue hace 25 ó 30 años, pero trabajaba en un formato muy pequeño, no cabía toda. Lo retomé hace once años, en 2010. Pero me violentó tanto estar expuesto de esa manera que lo abandoné. La gente se ponía delante y no veía, me desesperaba. Cada año pensaba retomarlo, porque es un tema que me interesa muchísimo, pero, llegado el momento, no me decidía. En este momento de mi vida, dije: ‘Yo puedo perfectamente. ¿Qué pasa por que esté la gente? Le digo que se aparte y ya está'» La luz, en constante movimiento. Antonio López acude a pintar a la Puerta del Sol, siempre que puede, por las tardes, entre las siete y las nueve. No va todos los días. «Hay veces que tengo que descansar. Es un esfuerzo: el sol, la tensión de pintar, medir... El sol se mueve, la luz está en constante movimiento». ¿Habrá gente en este díptico? «No, va a haber sol y cielo azul. Si el sol no aparece, no me pongo a pintar. De la gente puedes prescindir». Eso sí, hay muchas ventanas: «No las he contado, pero son cientos». La policía municipal le pide los papeles. Durante la sesión se acerca un policía municipal para pedirle el permiso para pintar allí. «¿Pero no sabe quién es? ¡Si es Antonio López!», le dicen indignados los viandantes. «¡Como si fuera Van Gogh! Mi jefe me ha dicho que pida el permiso», espeta el agente. Antonio, resignado, va a por el permiso. Un coche interrumpe la berlanguiana escena. El policía que va al volante le dice a su colega: «¡Pero hombre, que es Antonio López!». Es la anécdota de la jornada. Las puertas de la catedral de Burgos. Durante la entrevista con ABC, antes de la sesión de pintura, Antonio López habló de muchos asuntos. Entre ellos, la polémica acerca de sus puertas para la catedral de Burgos. Llegó a decir que a lo mejor tienen razón quienes las critican. ¿Está molesto, desilusionado? «No. Mientras no se pueda demostrar nada, es inútil discutir. Un grupo de personas estamos haciéndolo lo mejor que podemos. Y nada más. No quiero discutir, ni hablar mucho. Estamos haciéndolo, porque no tenemos más remedio. Se ha pagado ya una gran parte. ¿Qué vas a hacer con todo eso? Si hubiera sido al principio, puedes tomar otra decisión».