Pilar Jurado, destituida como presidenta de la SGAE

La votación, caótica por problemas telemáticos, se salda con un contundente resultado de 22 votos contra 13 a favor de que deje la entidad

Pilar Jurado Ignacio Gil
Jesús García Calero

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De nada sirvieron sus argumentos, ni sus tretas, que de todo hubo; inútiles han resultado sus respuestas y peticiones −lágrimas incluidas− de prórrogas y votos de confianza, de un periodo de gracia. Pilar Jurado, soprano y compositora, fue destituida ayer de la presidencia de la Sociedad General de Autores y Editores por un contundente resultado en la votación de la Junta Directiva. 22 votos a favor de la moción de censura y solo 13 en contra. La era Jurado, que ha durado poco más de un año (comenzó en febrero de 2019, cuando sustituyó al también destituido, en otra moción pareja, José Ángel Hevia), ha tocado a su fin.

A partir de ahora toma las riendas como presidente en funciones el dramaturgo Fermín Caba l, que fue uno de los firmantes de la moción de censura que ha contado con el apoyo de los dramaturgos y guionista del Colegio de Gran Derecho y los representantes de los autores de Audiovisuales.

«La rueda» y los adelantos

Durante la sesión de censura, que se desarrolló de manera telemática, y con algunos problemas de conexión a la hora del voto que aportaron tensión narrativa, Jurado se enfrentó a una retahíla de reproches por la caótica gestión que no ha logrado acercar a la SGAE a una normalidad mucho más que necesaria. La situación de la entidad es crítica, por la división, por las injerencias de las cadenas de TV –imputadas por el caso de «la rueda» por el que tomaron el control de la entidad promoviendo a sus autores y editoriales hasta quedarse con casi todo– y por los serios problemas financieros, agravados por los recientes y suculentos adelantos, pendientes de una sentencia firme, a miembros de la propia Junta.

Jurado ha mantenido y agravado la guerra absurda con el Ministerio de Cultura , que anteayer mismo volvía a amenazar con sanciones, y sigue expulsada de la internacional de las entidades de gestión de derechos de autor, la Cisac, que sancionó a la SGAE por la deriva de su pésima administración que no cumple los estándares internacionales, de acuerdo a la institución internacional. Es decir que resulta, para las entidades del mundo, como para el resto de las españolas, una sociedad impresentable, turbia y de cuyas formas y problemas huyen todos. Por eso muchos se preguntan: ¿será posible la regeneración o estamos en un estado terminal de la SGAE?

El año de Jurado ha sido un año perdido en peleas intestinas, destierros y expulsiones, una etapa llena de nombramientos absurdos y destituciones en cadena que seguían el preciso compás de los caprichos y sobreactuaciones de la presidenta «diva» contra quienes osaban resistirse a sus designios, según concuerdan muchos testimonios. La lista asombra: como directores generales, destituyó a Gerardo Rodríguez y trajo a Miguel Ángel Recio, su gran apuesta, a quien cortó la cabeza pocos meses después y al que siguieron Juan Carlos Angarano y luego Adrián Restrepo.

Acusan a Pilar Jurado de haber hecho tábula rasa con un equipo técnico ya diezmado por los anteriores vaivenes, pero del que han caído grandes conocedores de la entidad como Carlos López (secretario general), Gerardo Rodríguez (esta vez como director financiero), Elena González Adalid (drtora. Servicios Jurídicos), Antonio Giménez (drtor. Sistemas) o Raúl Cerejido (dtor Recursos Humanos). El rastro de cabezas no es difícil de seguir y no se puede justificar en un solo año tan intempestivo como improductivo . Todos los contratos y los finiquitos con el dinero de los autores en un año de presupuesto diezmado para la entidad.

El ascenso de Clif Williams

¿Y a cambio? Han contemplado con estupor el ascenso de Clifton Williams, un editor menor, con currículum exiguo resumido en una octavilla que él mismo circulaba por la SGAE, y que ha encontrado en la confianza de Pilar Jurado una pista de despegue que terminó la pasada semana con un nombramiento de subdirector general, para el que ella tenía que cambiar el organigrama y desafiar órdenes directas del Ministerio que le exigió por escrito no realizar cambios ni nombramientos sin supervisión. Ese nombramiento y los repartos indebidos a miembros de la Junta fueron la gota que colmó el vaso de sus colegas y llevó a su destitución ayer.

Entre sus logros, que la Asamblea del pasado enero aprobase sus estatutos y las cuentas pero a un precio excesivo: durante la última mitad del año decenas, cientos de autores, anunciaron y comunicaron su deseo de abandonar la entidad . Muchos se quedaron porque no hay alternativa y el éxodo está asegurado si las cosas no cambian des de hoy. En aquella asamblea se aprobó por votación una medida que probablemente los tribunales van a condenar : convertir 10 millones procedentes del dinero de reparto de derechos en fondos propios de la entidad para cuadrar la contabilidad.

El pasado día 9 de este mes, Jurado había recibido una dura carta de Cisac en la que criticaban todo eso y que ha mantenido oculta hasta ayer mismo. Cisac señalaba las reglas que han establecido para elegir a los miembros del Consejo de Administración y del Consejo de Supervisión. Recordaba los conflictos de intereses que tienen quince personas de la Junta y las normas y transparencia de los repartos. En otras palabras: el núcleo de las peticiones que Cisac realizó cuando expulsó a la SGAE. Por todo ello, exigían a Jurado la convocatoria inmediata de elecciones a la Junta Directiva.

Jurado ocultó esa carta a la Junta Directiva , pero ayer, en una de sus últimas acciones como presidenta de la SGAE, decidió enviar una respuesta a Cisac. En su misiva achacaba a la confederación internacional una suerte de ceguera que le impedía ver los avances que había hecho la SGAE bajo su mandato.

«Llegamos a la conclusión de que se ha debido interpretar mal algunos de nuestros avances ya que en nuestras conversaciones y las explicaciones requeridas por los técnicos había muchos puntos que parecían estar ya resueltos», afirmaba. Y más adelante: «Todo lo que estaba pendiente ya ha sido aprobado y ratificado por los órganos correspondientes. Hemos cumplido con los 17 puntos que nos reclamaban». Después pasaba a enumerar todo lo que faltaba por hacer... Genio y figura, como comentan miembros destacados de la entidad. La moción deja todo en suspenso. Ojalá no sea tarde para la SGAE.

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