La pasión por la ópera de Franco Zeffirelli

El artista italiano llevaba prendido este género en el corazón, y sus ejemplares producciones siguen vivas hoy en día

Maria Callas trabajó en varias ocasiones con Zeffirelli, que llegó a convertirse en uno de sus mejores amigos ABC
Julio Bravo

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«Ti voglio bene, Franco...» (Te amo a ti, Franco). Estas palabras de la soprano rumana Angela Gheorghiu sintetizan perfectamente el sentimiento del mundo de la ópera hacia Franco Zeffirelli , uno de sus grandes directores de escena , a quien han querido despedir cantantes e instituciones operísticas de todo el mundo. Son históricas sus producciones de títulos como «La bohéme», «Turandot», «La traviata», «Lucia di Lammermoor», «Il turco in Italia», «Falstaff», «Cavalleria Rusticana», «Paglicci» o «Tosca», suntuosas y monumentales al mismo tiempo que cuidadosas y detallistas.

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Desde que debutara en el mundo de la ópera en 1948, su trabajo, poderosamente influido por el de su maestro, Luchino Visconti , abrió a partir de los años cincuenta del pasado siglo un camino por el que han transitado buena parte de los directores que se han acercado al género, y la imagen de espectáculo total que tiene hoy la ópera debe mucho a la labor de figuras como la de Franco Zeffirelli . No solo era el concepto de belleza que tenía de este arte y que sabía trasladar a sus magníficas y ejemplares puestas en escena , sino el profundo conocimiento y amor que tenía por la ópera , que se traducía en un cuidadoso mimo hacia los cantantes.

El más significativo ejemplo es Maria Callas , con la que Franco Zeffirelli trabajó en varias ocasiones; entre ellas, en la única función de ópera de la soprano griega de la que existe testimonio cinematográfico: la «Tosca», de Puccini, que se representó en el Covent Garden de Londres. También la dirigió en «Il turco in Italia», «Norma» o «La traviata».

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En unas palabras que Zeffirelli dijo sobre Maria Callas se resume su pensamiento sobre la dirección de escena en la ópera :«Yo la adoraba y deseaba subrayar sus cualidades. Nunca soñé en enseñarle un gesto o cualquier cosa, me limitaba a darle unas imágenes visuales para su imaginación. Cuando representamos “ La traviata ” en Dallas, era muy joven en aquella época, muy poco maduro e ingenuo. Fui a hablar con ella con palabras y conceptos hermosos. Me escuchó, pero no provoqué en ella reacción alguna. Comprendí entonces que necesitaba algo más. Cogí una ampliación de un retrato de una chica de 1840 y se lo regalé en un marco de plata. Lo miró y comprendió. Cuanto menos se habla con los artistas, actores y actrices y menos se les llena la mente de “conceptos”, tanto mejor. Hay que darles las indicaciones esenciales, muy precisas y muy claras –amor, odio, felicidad, resentimiento, lo que sea–, pero como si se hablara con niños. No hay que olvidar que cada uno posee su propia personalidad. ¿Cuánto se puede cambiar una Callas en una producción? El noventa por ciento de lo que aparece en el escenario es lo que ella ha ido acumulando a lo largo de los años. Es lo que ha recibido de Dios. Un director puede elaborar algo a su alrededor, hacerla ir en una dirección o en otra, pero ella siempre conservará su personalidad».

Amigo y genio

Zeffirelli intentó, sin éxito, que Maria Callas rodara una ópera con él –de ello trataba su película «Callas forever»–; en 1964 la soprano le dijo finalmente que sí a una versión de «Tosca», que sin embargo finalmente no pudo llevarse a cabo. Años más tarde, el director italiano encontró a otro descomunal intérprete con quien llevar el género operístico al cine : Plácido Domingo , con el que rodó «La traviata» y «Otello» para la gran pantalla, y otros títulos para la televisión. El cantante español se despedía ayer de Zeffirelli con estas palabras: «¡Amigo, colega y sobre todo genio! ¿Cuántos cantantes de ópera pueden decir que han trabajado con uno de los directores de cine y teatro más carismáticos, creativos y talentosos que nuestra generación e industria han conocido? (...) Nuestro amor por la ópera nos reunió en muchos proyectos asombrosos. (...) Siempre dotado de un gran gusto, sensibilidad y un conocimiento enciclopédico, siempre destacaste en tu trabajo y tuviste una visión muy clara de lo que querías comunicar y entregar a tu público. Nunca te olvidaré, mi querido Franco».

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