El misterioso libro esotérico dedicado a Alfonso XIII que apareció en La Moncloa

Es un ejemplar único, manuscrito, fechado en Barcelona en 1904, mide un metro de alto y está dedicado a Alfonso XIII, pero no hay evidencia de que llegara nunca a sus manos

El restaurador Pedro García Adán, ante el libro dedicado al Rey Alfonso XIII ERNESTO AGUDO

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Todo lo que rodea a este libro dedicado a Alfonso XIII es un misterio . Nadie sabe cómo acabó en el Archivo del Ministerio de la Presidencia , que ahora está en el Palacio de La Moncloa . Tampoco se sabe cuándo llegó ni quién lo llevó, pero lo cierto es que hace unos meses los responsables de ese archivo lo enviaron a restaurar al Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), donde ABC lo pudo fotografiar, consultar y curiosear.

Se trata de un libro único, manuscrito a cuatro colores, sorprendentemente grande –de un metro de alto por medio de ancho–, muy pesado –entre diez y doce kilos–, fechado en Barcelona el 22 de diciembre de 1904, de dieciséis hojas, con figuras geométricas –unas dentro de otras–, dibujos esotéricos y textos escritos bocarriba, bocabajo, en oblicuo y en círculo. Su contenido es igual de extraño: fragmentos de la Biblia se mezclan con la historia del islam , el origen de la Compañía de Jesús y los dioses del Olimpo para concluir con el Apocalipsis .

Autor casi desconocido

Tampoco se sabe casi nada del autor, un hombre llamado Agustín García Mínguez del que apenas hay referencias. Según ha podido saber ABC, nació el 6 de mayo de 1859 en Valladolid y vivió en Barcelona, donde el 9 de junio de 1902 fue nombrado secretario de una asociación que acababa de ser constituida con el nombre de «Nueva Unión Castellana», que tenía como objetivo ayudar a los naturales de Castilla La Vieja y Castilla La Nueva y a los hijos de éstos nacidos fuera de esas dos regiones. Sin embargo, García Mínguez solo ocupó ocho meses ese cargo, porque en febrero de 1903 fue relevado. Lo que está claro es que este individuo tenía mucho tiempo libre y una obsesión pseudorreligiosa que quería hacer llegar al Rey, y lo hizo a través de un libro caótico que tituló: «Cuadros relativos al Problema Religioso en Exposición de Monarquía Democrática».

Al margen de la obsesión sospechosa del autor con estos temas y su aparente afición a los dibujos esotéricos , lo cierto es que, cuando este libro se gestó, la «cuestión religiosa» protagonizaba los debates en España, donde empezaba a extenderse la ola anticlerical que invadía Europa. Los españoles de principios del siglo XX habían sido testigos del famoso caso Adelaida Ubao , una niña de Bilbao que se había encerrado en el convento de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús porque quería ser monja.

Su madre, Adelaida de Icaza, acusó ante los tribunales al director espiritual de su hija por haberla inducido a tomar tal decisión, y el caso acabó en el Tribunal Supremo, donde el expresidente de la República Nicolás Salmerón defendió los intereses de la madre y el político conservador Antonio Maura , los de la menor. A la salida del tribunal, Salmerón fue acompañado por la multitud hasta su domicilio en paseo triunfal y hubo manifestaciones en las calles con gritos de «mueran los jesuitas» y pedradas a los frailes que encontraban a su paso.

La ola anticlerical

Inspirado en este caso, el escritor Benito Pérez Galdós estrenó la obra «Electra», cuya protagonista era obligada a tomar los hábitos. Durante la representación volvieron a oírse gritos de «mueran los jesuitas» y algunos obispos llegaron a afirmar en sus pastorales que ver «Electra» era pecado mortal . Este ambiente anticlerical estalló en las manifestaciones contra la boda de la Princesa de Asturias , a cuyo futuro suegro, el conde de Caserta , se le convirtió injustamente en objetivo de todas las críticas. Y en esos días, según las crónicas de la época, no quedaba un cristal intacto en las residencias jesuitas de la capital.

Con ese trasfondo social, el libro viajó a Madrid, pero no hay ninguna evidencia de que llegara a manos de Alfonso XIII . Al menos, ABC no ha encontrado referencia alguna del libro ni del autor en el Archivo General de Palacio ni en la Real Biblioteca. En aquel momento, el Rey tenía 18 años y hacía dos que había asumido la Jefatura del Estado. Aunque Alfonso XIII había estado ese año en Barcelona, la visita tuvo lugar en abril y el libro está fechado el 22 de diciembre. Es probable que alguien del Gobierno (hubo cuatro presidentes entre diciembre de 1904 y diciembre de 1905) recibiera el libro y, por su extraño contenido o por las circunstancias, nunca se lo enviara a su destinatario, cuyo nombre figura en la portada con letras doradas: «A Su Magestad (sic) el Rey de España Don Alfonso XIII».

Listo para su devolución

En algún momento de la historia, el libro fue apoyado en una pared de ladrillo y así debió pasar mucho tiempo, porque en la contraportada se quedaron grabadas las marcas. También debió sufrir una inundación , como delatan las huellas de humedad y de hongos. «En el Archivo General de la Presidencia vieron que el libro tenía antiguas manchas de humedad y nos llamaron para que lo restauráramos», relata Ana Ros Togores, jefa de servicio de Conservación y Restauración del Patrimonio Bibliográfico del IPCE, el organismo encargado de restaurar los bienes de titularidad estatal. El volumen no había sido restaurado en sus 115 años de vida y, tras dos meses de trabajos, «ahora ya está listo para su devolución», añade.

De la restauración se ocupó el técnico Pedro García Adán con ayuda de María Matesanz Benito. Tras la limpieza mecánica del libro , tuvieron que desmontarlo e ir haciendo un esquema del desmontaje para poderlo restituir después. Una vez descosido, trataron y protegieron cada hoja por separado, estudiaron la solubilidad de las tintas, buscaron tratamientos compatibles, se devolvió el apresto perdido a las hojas, se reforzaron las partes dañadas, se restauraron las tapas y se recosió el libro reproduciendo la costura original. Ahora, el libro vuelve al Archivo General de Presidencia , a la espera de que un investigador se interese por él y desvele los interrogantes que ha ido acumulando en sus 115 años de historia.

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