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Vídeo: Alta tecnología en la restauración del Pórtico de la Gloria - Elena Villegas

Microfragmentos claves en la conservación del Pórtico de la Gloria que no están en Santiago

En la sede del Instituto de Patrimonio Cultural de España en Madrid se analizan micromuestras de la joya del románico y se estudian los tratamientos más efectivos para su conservación y limpieza

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Pocos saben que el Pórtico de la Gloria que esculpió el Maestro Mateo en el siglo XII no sólo se encuentra en la Catedral de Santiago de Compostela. En tubos de ensayo, donde apenas se aprecia su contenido a simple vista, se guardan en el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) diminutas partes de la joya del románico que, sin embargo, están siendo fundamentales para su restauración.

En estrecha colaboración con Ana Laborde y el resto de restauradores que trabajan en el icono de la peregrinación jacobea, un equipo multidisciplinar de químicos, biólogos y geólogos del IPCE analiza las cientos de micromuestras enviadas a Madrid para identificar su composición y estudiar los tratamientos más adecuados para la conservación y la limpieza del conjunto escultórico.

Un buen diagnóstico es clave para minimizar el impacto del paso del tiempo en esta obra cumbre de la historia del arte.

María Martín Gil, jefa del Área de Investigación y Formación del IPCE, explica que su propósito es «conservarlo para el futuro, no de rehacerlo, ni de reinventarlo». «Hay que tener claro que va a haber daños irreparables e irrecuperables» en el Pórtico de la Gloria porque «es imposible que algo no se degrade», añade la experta, pero conocerlo mejor es el camino para controlar dichos daños.

Conscientes de que «buena parte de los problemas que padece hoy el Pórtico son consecuencia de las intervenciones anteriores», en el laboratorio del IPCE analizan su policromía (preparaciones, pigmentos, aglutinantes, pigmentos, dorados, depósitos superficiales, repolicromías...), estudian los materiales pétreos (granito y mármol), así como los morteros (originales y de restauración) con los que fueron rellenadas las juntas y prueban la eficacia de los productos de fijación y las técnicas de limpieza existentes en la actualidad.

Un diminuto fragmento de policromía azul tomado de una figura del Pórtico se convierte en el microscopio estereoscópico que utiliza el geólogo Pedro Pablo Pérez García en una imagen a gran escala donde se aprecian los granos de lapislázuli y algún resto de dorado, depósitos blanquecinos que corresponden a nanopartículas de cal... Al abrir otra pantalla, este experto obtiene información precisa de los componentes químicos de la muestra. Desde los pigmentos, limitados en número pero de calidad, que se utilizaron en tiempos del Maestro Mateo, hasta los empleados en las distintas repolicromías posteriores o incluso la carcasa de algún insecto... cada muestra deja al desnudo la historia transcurrida.

«El Pórtico de la Gloria se tuvo que poner verde mil veces en los primeros años y tuvieron que atajarlo como buenamente pudieron», afirma Pérez García mientras muestra restos de cloro de tratamientos antiguos y cianobacterias. Los análisis han deparado también alguna sorpresa negativa. «Nos hemos encontrado las imprimaciones con blanco de plomo con un grado de degradación superior al que esperábamos», apunta este experto.

Libio Ferrazza observa en otro microscopio el estado de conservación de los materiales de otra muestra para comprender qué mecanismos afectan a esta zona del pórtico y evaluar el riesgo asociado a una intervención. «Examinamos los polímeros que por su Ph o estabilidad química puedan generar con su envejecimiento algún daño a la policromía», explica este químico italiano que estudia qué adhesivos tienen capacidad de estabilizar las capas de las muestras. De los 20-25 productos que se están testando ("cola de conejo", "cola de esturión", polisacáridos, resinas acrílicas...), se han descartado la mayoría. «No va a ser un único producto, se emplearán dos o tres», señala mientras indica que están comenzando a aplicar alguno en áreas piloto.

De manera paralela, los técnicos miden el riesgo de aplicar distintas técnicas de limpieza en el Pórtico, bien con sistemas gelificados (con distintos disolventes químicos respetuosos con la policromía) en los estratos de colores que mejor se conservan o con láser, dependiendo de la pulverulencia. No hay un único criterio de intervención.

A pocos metros de Ferrazza, el geólogo del IPCE José Vicente Navarro contempla los resultados de una limpieza con láser en en otra muestra. En su pantalla de ordenador observa el polvo microscópico que se desprende en este proceso, en el que no se llega a tocar la superficie. La imagen muestra un gran número de partículas, entre las que el experto identifica restos de policromía. «Eso es lo que hay que evitar, que el láser arrastre elementos del material original», como la microscópica lámina de oro que se ha desprendido en esta ocasión.

Pedro Pablo Pérez y Libio Ferrazza bajan a la sala del microscopio electrónico de barrido del piso inferior. En un granito traído de la misma cantera de la que se cree que se extrajo el empleado por el maestro Mateo en el Pórtico, están probando un polisacárido para fijar a la piedra un minúsculo fragmento de carnación que se encontró caído y descontextualizado. Tras aplicar el adhesivo, se ha sometido la pieza a unos ciclos de envejecimiento, con la humedad y temperatura que se vive en Santiago de Compostela. Intentan reproducir las condiciones habituales del Pórtico de la Gloria durante largo tiempo para examinar la estabilidad del producto a largo plazo. El microscopio tiene hasta 100.000 aumentos, aunque no es preciso una microlectura a tanta escala. Los expertos comprueban que el producto ha empezado a despegarse y será descartado.

«La experiencia nos ha enseñado que las intervenciones arriesgadas con frecuencia no son aceptadas. Hay que tener muy claro que va a funcionar para seguir con ello», subraya Pérez García. Su trabajo continúa, como también la formidable labor de conservación del Pórtico de la Gloria. «No acabará en 2017», dicen en el Instituto de Patrimonio Cultural de España, que realizarán un seguimiento de su intervención.

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