Los integrantes de Les Luthiers
Los integrantes de Les Luthiers - ABC

Les Luthiers: «Todavía no nos podemos creer estar en el personaje de premiados»

ABC charla con Marcos Mundstock, cabeza visible del grupo argentino que ayer ganó el Princesa de Asturias de Comunicación

Corresponsal en Buenos Aires Actualizado: Guardar
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Marcos Mundstock, alma mater de Les Luthiers, no ha tenido tiempo de decidir si le gustaría más que el premio Princesa de Asturias se lo entregara la Infanta Leonor, su padre o su abuelo. «Aún no lo pensé, pero lo que sí me encantaría es darle un apretón de manos al Rey Juan Carlos. Lo valoro muchísimo porque hizo un gran servicio a la democracia española». Maestro de ceremonias de todos los espectáculos que este grupo ha protagonizado durante los últimos 50 años, reconoce que con la concesión del Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades vive «un sueño» que siempre sintió cercano. «Últimamente nos proponían al premio todos los años, así que teníamos la esperanza de que alguna vez podía ser y fue», comenta antes de reflexionar, jocoso: «Nos convenía más que no nos eligieran y seguir nominados para mantener nuestra vigencia. Ahora, no se acordarán más de nosotros».

En su casa de Vicente López, en la periferia de Buenos Aires, la voz más grave –en sentido figurado y real– de Les Luthiers, no cesa de responder llamadas de teléfono de medios de comunicación de Argentina, de España y del resto del mundo. Se disculpa cada vez que interrumpe la nuestra en el móvil y se sorprende, con infinita amabilidad, de su nueva condición de «personaje premiado» y asediado por la prensa. Todo este incordio le compensa por recibir «semejante honor», aunque «¡cómo se sufre con los premios!». Por eso, aunque sólo ha podido chatear «por WhatsApp» con sus compañeros para felicitarse mutuamente, está convencido de que «iremos todos a recoger el galardón», observa antes de recordar, con gran alegría, «que el teatro Campoamor de Oviedo fue uno de los primeros donde actuamos en España».

Mundstock, que el 25 de mayo cumplirá 75 años, amaneció con la noticia del premio y recordó a otros argentinos que recibieron la misma distinción: «El ex presidente Raúl Alfonsín, el científico Mario Bunge, Quino, el papá de Mafalda, y un genio de la música como Daniel Barenboim, con el que tuvimos el lujo de trabajar». Si le preguntas a quién se lo dedicará, no duda: «En general, al público que ve y disfruta de nuestros espectáculos. Y en particular, a esos millones de compatriotas argentinos que hacen su trabajo con honestidad».

El bálsamo de la risa

La alusión implícita a los políticos corruptos en una Argentina que dejó atrás los tiempos de cólera del kirchnerismo es evidente pero al mencionarle que España tampoco está libre de pecado, matiza: «Es cuestión de dosis. Argentina ha salido de una década donde la proporción de deshonestidad e indecencia fue superior a la media de lo que es soportable».

Los «luthiers», en rigor, son constructores (como ellos) o «reparadores» de instrumentos musicales. En el caso de esta compañía teatral y orquesta de la sonrisa o la carcajada, su ironía, mordacidad y montajes podrían interpretarse como un bálsamo para las sociedades castigadas por gobernantes sin escrúpulos. «Nos gustaría pero no, no nos creemos tanto», ataja el mayor de esta gran familia de la escena. «El humor, como comer bien, tener amigos o estar con la familia es lindo pero no repara las heridas del espíritu», asegura. Este campo, el del alivio, pertenece más a lo que Marcos Mundstock define como «terapia institucional», sesiones de psicoanálisis que «practicamos tiempo atrás». «Sentimos que nos ayudó mucho. Nos mantuvo unidos en momentos en los que el grupo se estaba consolidando. Nos enseñó a convivir, a aprender a escuchar, a valorar el aporte del prójimo... A competir un poco menos entre nosotros. Es difícil evaluar qué resultados habríamos tenido sin la terapia», reflexiona al recordar que aquella experiencia ya forma parte del pasado, como la «pérdida lamentable del fundador, Gerardo Masana», protagonista en aquellas sesiones con Daniel Rabinovich, fallecido en 2015 y el rostro más cómico de esta banda que fue pandilla de siete, de cinco y ahora de seis.

«Aún nos estamos recuperando, apenas pasaron dos años», observa al recordar la muerte de su compañero de tablas con el que, sobre el escenario, era más que un desafío aguantar la risa. Pero el show continúa con integrantes de repuesto o «sangre nueva», como se refiere a «Tato» (Horacio Turano) y Martín (O’Connor), «unos artistas con enorme brillo y naturalidad». La lista de espera para ser un «Luthier» parece infinita, lo que lleva a plantear si el grupo, como sus obras (más de 4.000), tendrá algún día fin. «No puedo saber si somos eternos», responde algo desconcertado.

«Es un poco atípico», observa al analizar el premio después de advertirle si siente que podría establecerse un paralelismo (por la polémica) con el Nobel a Bob Dylan. «No, no lo veo, aunque me extrañó el suyo. Creo que hubo un error en la categoría. Dylan es un gran artista, tiene composiciones hermosísimas, pero… Habría que redefinir qué es literatura. Hay algo en su caso que no me termina de cerrar», comenta.

Entre reflexiones y pensamientos en voz alta, Mundstock se identifica con el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades porque «somos comunicadores y estamos dentro del campo de las humanidades». Con emoción cuenta que se enteró «a las siete de la mañana de Buenos Aires». Mientras lo hace, el teléfono fijo continúa su repiqueteo. «Estamos muy felices, muy agradecidos. Todavía no me puede creer estar en el personaje de premiado», remata, con humildad.

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