Federico García Lorca, con su familia en 1915, un año antes de visitar Ávila
Federico García Lorca, con su familia en 1915, un año antes de visitar Ávila - ABC
Efeméride

El día que Lorca «robó» en Ávila «astillas de todo lo que usó» Santa Teresa

El poeta granadino relató por carta a sus padres su visita al convento de clausura de la Encarnación

«Esto no lo ha visto nadie más que el Rey y nosotros», escribió

MADRID Actualizado: Guardar
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El 19 de octubre de 1916 Federico García Lorca escribió a sus padres desde Ávila para contarles su emoción por «ver aquellos claustros donde vivió la gloria más alta de España, la mujer más grande del universo como es Teresa de Jesús; de ver y tocar la cama donde descansó, las sandalias, la celda donde vivía y donde se le apareció Cristo atado a la columna, y el locutorio donde hablaba la santa con el sublime místico san Juan de la Cruz y san Pedro de Alcántara». El poeta granadino logró entrar en el convento de clausura de la Encarnación durante el viaje de estudios que realizó a los 18 años y aún más, confesó en la carta haber «robado» con ayuda de su navaja reliquias de aquellos muebles que la Santa había tocado, según recuerda Francisco Gómez en « El Norte de Castilla

» cuando se cumple un siglo de aquel peculiar viaje de García Lorca por tierras de Castilla y León.

El poeta acababa de obtener matrícula de honor en la asignatura Teoría de la Literatura y las Artes, que impartía Martín Domínguez Berrueta en la Universidad de Granada. El premio del profesor a los alumnos más destacados fue llevarles a conocer algunos de los lugares artísticamente más destacados de España. Federico y sus compañeros Luis Mariscal, Ricardo Gómez de Ortega, Francisco López Rodríguez y Rafael Martínez Ibáñez visitaron en verano las ciudades de Baeza, Úbeda, Córdoba y Ronda y en otoño, entre el 15 de octubre y el 8 de noviembre, recorrieron Ávila, Medina del Campo, Salamanca, León, Burgos y Segovia.

De Ávila, Lorca destacó la belleza de la ciudad, «una joya del arte» y relató a sus padres cómo gracias a las gestiones de su profesor («este don Martín es el demonio»), lograron entrar en el convento de la Encarnación. «A la clausura no entra nadie y hemos entrado nosotros. Es estupendo. Todas las monjas estaban allí cubiertas con largos velos. Nos acompañaron las monjas más viejas. Una iba delante tocando la campanilla para que las monjas se retiraran y no nos vieran», relata Federico en la carta.

«Eso no lo ha visto nadie más que el Rey y nosotros», diría a su padres, a quienes confesó que «como llevaba navaja, don Martín me hizo cortar astillas de todo lo que usó la santa» y que las llevó a Granada junto con los escapularios y recuerdos que les dieron las monjas.

Tras ese viaje de estudios, Lorca publicaría su primer libro, «Impresiones y Paisajes», en 1918.

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