Jesús García Calero

¿Debería el Prado devolver el Goya?

La última triquiñuela para vender el 'Aníbal Vencedor' fue 'declarar' que no formaba parte de la dotación fundacional

Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes
Jesús García Calero

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Cualquiera pensará: si Aníbal pudo en su día cruzar los Alpes, cómo no iba a pasar el puerto de Pajares, tal vez sin vuelta atrás. La situación creada por los gestores de la fundación asturiana Selgas-Fagalde no puede ser más desagradable para todos. Primero para ellos, que se volcaron en aventuras inmobiliarias de 28 millones alejadas de los fines de la Fundación que han llevado a unas deudas inasumibles. Ni cortos ni perezosos, están dispuestos a vender sus mejores obras, como este Goya, 'Aníbal vencedor', la primera pintura documentada del genio aragonés, o como el cuadro de El Greco que ofrecieron a un museo húngaro, con el fin de taponar el agujero económico. La venta del Goya incumple gravemente sus estatutos, como bien ha puesto en relieve Jaime G. Mora en sus informaciones de ABC.

El Ministerio de Cultura no debería mirar para otro lado. La ley obliga a que el Protectorado de las Fundaciones de Cultura diera permiso a la Selgas-Fagalde antes de enajenar un bien de la dotación fundacional, como es el caso. ¿Lo dio? ¿Miró para otro lado? Lo que dicen en Cultura es que la Selgas-Fagalde informó de la venta con un acuerdo de su bien avenido patronato que 'demostraba' (no hay suficientes comillas para algunas flaquezas del lenguaje) que el Goya no era ya un bien dotacional y puede venderse. ¿Nadie preguntó por qué en el Ministerio? Así evitó pedir permiso a Cultura para la venta, con otra triquiñuela.

En el Protectorado de Fundaciones aducen que el Goya no era parte dotacional cuando se hizo la fundación en 1991. ¡Claro, genios! Se supo que era un Goya en 1993 gracias a Jesús Urrea. Antes era cuadro anónimo que se conservaba en la Quinta de El Pitu y por tanto bien dotacional, según decían expresamente los estatutos. Aquí ha fallado todo. Y se ve que, como la Fundación no informó del cambio -Goya más o menos-, nadie le pidió cuentas en Cultura.

Desde la Fundación de Amigos del Prado también exigieron para completar la compra un certificado de que el cuadro podía venderse. Enseguida, el Patronato de la Selgas-Fagalde «declara que dicha obra de arte no forma parte de los bienes adscritos a la dotación». Unánimemente. La señora consejera de Cultura, el señor alcalde -todo lo demás es contingente, pero el alcalde es necesario, como en 'Amanece que no es poco'-, los representantes de la universidad y el arzobispado, todos de acuerdo. El Goya dejó de ser parte de la colección porque lo declaran. Obras contingentes, señora consejera, señor alcalde, que entran o salen del palacete Selgas-Fagalde.

El Ministerio, que tiene la competencia del Protectorado, debió además estudiar mejor las cuentas anuales para informarse, intervenir o revisar a tiempo las actuaciones cuando la fundación asturiana se alejaba de sus fines fundacionales, como parece el caso. Si para su presidente, Gregorio Peña, no cabe excusa, mucho menos para las instituciones asturianas que formaban parte del patronato. ¿Qué pudieron ver que favoreciese los intereses culturales asturianos en todas esas decisiones que contaron con su voto? La ley de Fundaciones es clara (art.17), los patronos son personal y solidariamente responsables de las decisiones adoptadas si son contrarias a la ley o los estatutos. Están tardando mucho las dimisiones.

La foto es incómoda, incluso, para el Museo del Prado. El 'Aníbal' llevaba en sus salas desde hace 11 años en depósito. ¿Había también que poseerlo? La Fundación de Amigos del Museo del Prado compró por debajo del precio de mercado, aprovechó una buena oportunidad. Pero es que ahora sabemos que las 'necesidades financieras' que expresó Peña eran en realidad perentorias para la institución asturiana y eso cambia el panorama.

Si las instituciones públicas asturianas han dejado de manera tan escandalosa de velar por los intereses de una de sus más importantes colecciones artísticas, por su integridad y su difusión. Si el Ministerio de Cultura falló al comprobar la buena gestión de la Selgas-Fagalde como le obliga la ley, entonces ¿es que nadie vela por lo común? ¿Es la solución dispersar y comprar la colección? El Prado no tiene responsabilidad alguna en lo ocurrido en la Selgas-Fagalde, por supuesto. Pero salta a la vista que el problema es (de lo) público. Les atañe, nos atañe, a todos. No hablamos de un Goya más. No es cosa de inaugurar ahora una sala en el museo para exponer 'oportunidades'.

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