Inés Martín Rodrigo - Líneas azules

Oda a la vejez

Gracias a poetas como Ida Vitale muchas mujeres nos atrevemos hoy a escribir, a llamarnos escritoras sin rubor

La poeta uruguaya Ida Vitale, premio Cervantes 2019, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), durante el acto inaugural del Festival de la Palabra ABC

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No soporto el culto a la juventud . Lo detesto. Nada tengo en contra de los jóvenes. Todo lo contrario. Es más, uno de mis poemas preferidos es 'No volveré a ser joven', en el que Jaime Gil de Biedma decía aquello de «que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde / como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante», y disfruto recitándolo en alta voz, que es como se debe leer siempre la poesía . De hecho, creo que les tenemos bastante desatendidos, dejados a su propia suerte, y no están los tiempos actuales como para perderles de vista. Pero de eso no tratan hoy estas 'líneas azules' .

Intento explicar que, frente a la eterna juventud , perseguida sobre todo desde la estética, nunca desde la ética, reivindico la vejez , con todas sus letras. Y lo hago desde una rendida admiración a nuestros mayores. Son ellos quienes nos han traído hasta aquí. Gracias a poetas como Ida Vitale muchas mujeres hoy nos atrevemos a escribir, a llamarnos escritoras sin rubor.

A sus espléndidos 98 años y cinco meses, la uruguaya, curiosa hasta la médula, es un referente de la vida bien vivida y entendida, aprovechada hasta el último instante, sin tonterías ni angustias innecesarias. «La mitad del mal proviene del pesimismo», decía hace unos días en el mismo Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) en el que recibió el premio Cervantes en 2019 .

A su lado, yo la escuchaba embelesada, con la certeza de estar recibiendo un curso acelerado de sabiduría . «La historia siempre está teñida de horror. Casi un siglo me justifica. Debemos proyectar un futuro mejor, imaginarlo», aseguraba al reflexionar sobre los millones de refugiados ucranianos que, como ella en su momento, ahora deberán vivir en el exilio .

«Hemos venido al mundo primero a aprender. Agradecer es una de las mejores cosas que nos puede dar la vida», hilvanaba en una perfecta narración, pese a su considerable sordera, que sobrelleva con un humor , fino e inteligente, del que nunca se desprende.

Era la encargada de inaugurar el Festival de la Palabra , enmarcado en las celebraciones cervantinas, que este año honrarán a la también uruguaya, y poeta, Cristina Peri Rossi , e hizo honor al nombre de la cita. Pura vitalidad festiva. Será cosa del apellido. O de la edad, bendita edad. Agradecida, yo.

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