Dendritas creativas y letras familiares

Hace doce años, tuve la suerte de entrevistar, en estas mismas páginas, a Bret Easton Ellis . El escritor estadounidense, insigne miembro de la llamada Generación X -que nos gusta una etiqueta-, estaba de visita en España para promocionar 'Suites imperiales', secuela de 'Menos que cero' , la novela que lo catapultó al estrellato y a muchos otros lugares de sórdida apariencia, pero resplandecientes en su currículum de 'enfant terrible' . Al acabar nuestra charla, en la lujosa suite del hotel madrileño en el que se alojaba, le pedí que me recomendara un grupo de música, pues me chiflan las conexiones que, cual dendritas, se establecen por causalidad, que es la casualidad bien entendida.

Él me habló de un grupo que yo entonces no conocía, pero que se convirtió en banda sonora de todos mis muchos desvelos diurnos y nocturnos, The National . Le puse cara a su líder y cantante, Matt Berninger , aunque durante largo tiempo fui incapaz de asociarlo con las canciones de la banda. Cada vez que le escuchaba, me imaginaba a Easton Ellis cantando. La mente y sus atajos creativos, qué sé yo. Tardé tiempo en desligarlos y hoy cada uno tiene su propio rostro en mi traviesa cabeza.

Algo parecido, pero al revés, me sucede siempre que pongo un disco de Sufjan Stevens , sobre todo . Oigo su voz, su melódico lamento, recordando a su madre, sus trastornos psiquiátricos, su alcoholismo, su abandono, su muerte, y es como si estuviera leyendo una novela escrita por un trovador que nada, por fortuna -no me lo tengan en cuenta-, tiene que ver con Bob Dylan . No pido el Nobel de Literatura para el bueno de Stevens, no se equivoquen. Pero no hay nada más universal que una familia, y la suya aparece tan crudamente retratada en ese álbum, nacido del duelo, que podría ser la trama de una de esas novelas tan magistralmente escritas por los autores estadounidenses, pues es lo que mejor hacen.

Ficción y realidad unidas hasta que su creador las separe. Personajes tan de carne y hueso que se salen de los márgenes de guiones televisivos de extraordinaria factura, como los de 'This is Us' , con los Pearson como protagonistas, o 'Parenthood' , con los Braverman cual faro fraternal de unos lazos inextinguibles. En España tenemos a los Alcántara , inasequibles al desaliento y hasta a la pandemia. La diferencia es que mientras Jack Pearson y Zeek Braverman se formaron musicalmente con los Creedence , Antonio Alcántara lo hizo con Antonio Machín . De ahí que nuestras Letras sean tan distintas.