Festines de ostras en plena tierra segoviana de pinares hace 2.000 años

Arqueólogos documentan banquetes con este tipo de manjar en la villa romana aristocrática de Matabuey

La Villa de Matabuey, en Nava de la Asunción Eresma Arqueológico

S.C.

La tercera campaña de excavación en la villa romana de Matabuey (Segovia) acaba de concluir y los hallazgos realizados hasta ahora por el proyecto Eresma Arqueológico revelan que en este complejo arquitectónico levantado en plena tierra de pinares hace casi 2.000 años vivía una aristocracia romana a la que le gustaba disfrutar de todo tipo de lujos que demostraban su alta clase social.

« Estamos ante un gran edificio perteneciente a la elite », explica el director del proyecto, Raúl Martín Vela, que avanza, en declaraciones a Europa Press, cómo en esta villa ubicada a muy pocos metros de lo que hoy es Nava de la Asunción se celebraban banquetes con productos, cuanto menos,«sorprendentes». «Hemos encontrado restos de aves, conejos, peces de río, pero también de mar y, lo más curioso, ostras », añade el arqueólogo segoviano.

Hasta la fecha, hay «ejemplos» de consumo de este tipo de manjar en yacimientos junto al mar y próximos a la costa, pero documentar una ingesta «tan voraz» en estos asentamientos es inusual, «por no decir único» , señala Martín Vela.

«Por un lado, nos informa del alto estatus de los habitantes de villa que no dudan en hacer traer tan apreciado manjar desde la costa. Por otro, describe la importante red de distribución de productos, en este caso de lujo , que todavía existe en Hispania a mediados del siglo IV. Estamos en unas fechas, en las que las estructuras imperiales están en crisis, pero eso no impide a las élites gozar de ricos manjares , muy seguramente, procedentes de enclaves costeros localizados a más de 400 kilómetros», continúa.

El director del proyecto Eresma Arqueológico apunta que la distancia no debió de suponer un problema para la conservación y el transporte de este producto. El gastrónomo romano más célebre, Marco Gavio Apicio, ya relata en sus recetarios lavar las ostras con vinagre o, bien, recubrir de pez un recipiente y colocar en él las ostras, como fórmulas para mantenerlas en buen estado.

Situada dentro del eje de comunicaciones que existía entre las antiguas ciudades de Cauca y Segovia entre los siglos I al V después de Cristo, Matabuey fue una villa con ornamentos exuberantes que muestran los gustos estéticos de sus moradores. En ella se ha hallado un fragmento de escultura de mármol tallado con «gran calidad» y que es una de las piezas «estrella» de la última campaña.

«Se trata de parte de una obra de mayores dimensiones de la que, de momento, solo contamos con una pequeña porción. Es una mano extendida con una pequeña ave reposando en la palma de la mano. Su interpretación es dudosa, ya que podemos estar ante los restos de una estatua que representa a alguna divinidad, que en este caso pudiera ser Minerva , o simplemente algo más cotidiano y que tuvo su momento en la antigua Roma como era representar a niños con aves», argumenta Martín Vela.

Las excavaciones han descubierto además que las paredes estaban decoradas con estucos pintados con «vivos colores» y que, en ocasiones, contenían pequeñas escenas grabadas con posterioridad. «En una de las estancias, hemos encontrado una placa de estuco con un grafiti realizado a posteriori con ayuda de un pequeño punzón, donde se ven trazos, estrellas y el rostro de un personaje de pelo rizado y barba con un curioso rictus de enfado. Junto a él, se aprecia un pequeño texto que estamos intentando desvelar», avanza.

Un gran incendio

Pero no todo eran días de vino y ostras para los nobles romanos de Matabuey. La fatalidad también llegó a sus muros, como documentan los restos hallados en el enclave segoviano. Según explica Martín Vela, en esta campaña han podido comprobar la existencia de varias fases de construcción, es decir, de varias residencias superpuestas unas a otras. «Curiosamente, el final de uno de estos edificios tuvo un carácter violento, ya que hemos podido constatar la presencia de un potente incendio que debió de asolar, al menos, una parte de la villa », subraya. Posteriormente, los moradores rehicieron muros y cimientos para levantar los restos de la mansión actualmente visible, que según el arqueólogo, data entre los siglos III al V después de Cristo.

Los investigadores han descubierto once habitaciones localizadas en torno a un gran patio central rodeado de largas galerías perimetrales. Algunas de ellas conservan prácticamente intactos los pavimentos a pesar de tener una antigüedad de unos 1.700 años. «En dichas galerías existieron pavimentos de mosaico, cuyos restos, muy alterados, son visibles en algunos puntos. De nuevo, vemos cómo hay varias fases de ocupación y lo curioso es la forma en que decidieron tapar los costosos suelos hechos con pequeñas teselas con una suerte de suelo de hormigón hidráulico», añade.

Otros tres yacimientos

Los trabajos han sido impulsados y financiados por el Ayuntamiento de Nava de la Asunción, por el GAL Aidescom Campiña Segoviana, además de contar con el patrocinio de Estrella Damm a través de Mónica Jiménez. «Tenemos la gran suerte contar con el apoyo de las instituciones locales que promueven e impulsan estos proyectos. Su apuesta por el patrimonio arqueológico, ha permitido consolidar estas iniciativas tan necesarias en nuestro medio rural», concluye Martín Vela.

Eresma Arqueológico continuará sus trabajos de investigación en los otros tres yacimientos sujetos a estudio - dolmen de Santa Inés, Peña del Moro y Cerro Tormejón -, cuyas excavaciones se prolongarán a lo largo de todo el verano.

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