Fallece Eusebio Leal, historiador oficial de La Habana

Referente cultural del castrismo, logró que la capital cubana fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco

Eusebio Leal ABC

José María Ballesteres Esquivias

Ayer falleció en La Habana a los 77 años de edad Eusebio Leal Spengler, que durante décadas desempeñó las funciones de director del Museo de la Ciudad y de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Según las fuentes oficiales del régimen cubano la causa de la muerte fue una «penosa enfermedad». La consagración internacional de Leal llegó en 1982 cuando la Unesco declaró al casco antiguo de La Habana «Patrimonio de la Humanidad» . Desde entonces, hacía de anfitrión de todas aquellas personalidades que visitaban la capital cubana, siendo en noviembre pasado los Reyes Don Felipe y Doña Letizia los últimos huéspedes a los que atendió. Durante aquel viaje de Estado, el Rey le impuso las insignias de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, que se sumaban a las de la Orden de Isabel la Católica, que ya poseía. Sería, empero, algo cicatero reducir la figura de Leal a la de un guía turístico de altos vuelos.

De entrada por la originalidad de su trayectoria: de inicios estrictamente autodidactas, empezó a trabajar con 16 años –poco antes del advenimiento de la dictadura castrista– en el Ayuntamiento de La Habana . Sus precoces inquietudes intelectuales pronto llamaron la atención del entonces Historiador de la Ciudad Emilio Roig de Leuchsenring, polifacético intelectual de izquierdas de la Cuba anterior al castrismo, que le encontró cobijo en su oficina y de quien tomó el relevo tras su fallecimiento. Leal supo entender que su amplia cultura no sería suficiente para ser plenamente respetado como Historiador de la Ciud ad, por lo que en 1974 se matriculó en Historia, carrera que terminó un lustro después. Su primera gran obra restauradora fue la del Palacio de los Capitanes Generales. El éxito técnico y estético del equipo dirigido por Leal hizo que el Gobierno le encargase la renovación del casco antiguo de la capital. Supo hacer del barrio, por lo menos hasta el descalabro arquitectónico de los últimos años, un espacio en el que el turismo era compatible con el respeto a los monumentos.

«Fidelista no marxista»

Más polémica y compleja fue su relación con el castrismo. Leal se tenía a sí mismo por «fidelista no marxista». Autodefinición algo cínica si se tiene en cuenta que militó en el Partido Comunista Cubano y que fue diputado durante décadas en el nada democrático parlamento cubano. Sin embargo, como señala a ABC el escritor cubano exiliado Orlando Luis Pard o, «podría haber prestado los mismos servicios bajo el régimen de Franco», manera de señalar su compromiso preferencial con el Patrimonio Histórico. Añade Pardo que «era un hombre de una cultura superior que podía hacerla funcionar en la condiciones específicas de la dictadura comunista cubana» por «el bien de la Nación durante y después del castrismo: más allá de las críticas que se le pudieran hacer, era un hombre que no podía permitir la destrucción de nuestro patrimonio histórico que el castrismo estaba destruyendo».

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