TIROS LARGOS

Un poema de memoria

Aprender un poema de memoria es una provocación

Diego S. Garrocho

Diego S. Garrocho

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Gadamer solía decir que un poema no se puede parafrasear. Que a lo más debemos aprenderlo de memoria . O como se diría en tantas lenguas, en inglés o en francés, a aprenderlo de corazón. Es una sana aspiración. Esa querencia por el recuerdo casi escolar, tan inexplicable como todo lo importante, puede que fuera una de las claves de su lúcida longevidad.

En el aprendizaje memorístico hay una singular hazaña que nos distingue como especie. Cada vez que aprendemos algo de memoria celebramos el hiato ontológico que existe entre el humano y todas las demás bestias. Porque hay cosas que al no tener utilidad lo que adquieren es un perfecto sentido. Lo inútil es aquello que no sirve y que, por no servir, evita siempre ser servil para otra causa. Lo inútil es aquello que sólo se hace por sí mismo. O aun mejor, aquello que se hace sólo porque sí.

Platón decía que todos los animales tienen memoria pero que sólo nosotros gozamos de esa humana y extraña capacidad como es la reminiscencia. Anámnesis la llaman todavía los doctores, cada vez que el médico nos recuerda la relación de todas nuestras dolencias. Pero un poema es la hibridación perfecta de todos los signos. En su composición se resuelve la potencia semántica de la palabra y el valor matemático del ritmo. Verso y número, no hay por qué elegir. Porque el poema no es de ciencias ni de letras, sino que es profundamente humano, como Gil de Biedma cuando nos recordaba que más que poeta lo que querría haber sido es un poema.

Aprender un poema de memoria es una provocación, una formidable nadería, una virguería insolente con la que incluso los niños fantasean, aunque ellos lo llamen poesía. También los ancianos y los enfermos suelen recordar a través del verso. Como Homero . Pues el poema bien compuesto es aquel en el que se encabalgan el pasado, el presente y el futuro.

Hagan caso al filósofo alemán y aprendan un poema. 102 años vivió el viejo para decirnos que hay que aprender poemas de memoria y seguir viviendo. Que hay que querer sobrevivir para recordar, al menos, un nuevo poema cada día.

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