Los restos de Goya fueron exhumados del Panteón de Hombres Ilustres y trasladados a San Antonio de la Florida en 1919
Los restos de Goya fueron exhumados del Panteón de Hombres Ilustres y trasladados a San Antonio de la Florida en 1919 - ABC

El cráneo de Goya sigue perdido en algún lugar de Burdeos

El pintor llegó a la ciudad francesa, viejo y cansado tras un viaje en diligencia y allí murió sin saber que el paradero de su cabeza se convertiría en un misterio sin resolver

BURDEOS Actualizado: Guardar
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Los prolíficos cuatro últimos años de su vida los pasó Francisco de Goya en la ciudad francesa de Burdeos, adonde llegó, viejo y cansado, tras un viaje de 36 horas en diligencia y donde murió como había vivido, intensamente, y dejando tras de sí el misterio irresoluto del paradero de su cráneo.

Burdeos guarda el recuerdo del genial pintor aragonés en muchos de sus rincones, y aprovechando esta circunstancia, el Instituto Cervantes de la ciudad francesa organiza visitas guiadas a los sitios que le vieron vivir y divertirse, pero también sufrir, rodeado de la extensa colonia española que había huido, como él, del absolutismo y la inquisición instaurada por Fernando VII tras la Guerra de la Independencia.

Francisco de Goya
Francisco de Goya - ABC

En esa ciudad pintó, por ejemplo, «La lechera de Burdeos», considerado su testamento pictórico y que, al parecer, es un retrato de la pequeña María Rosario, que ella misma tuvo que vender para poder sobrevivir, ya que fue Javier, el hijo heredero, el único heredero del artista aragonés.

La ruta que ha pergeñado el Instituto Cervantes incluye, además, la academia de música donde María Rosario tomaba clases de piano; la de dibujo donde aprendía a pintar la pequeña; la chocolatería del también aragonés Braulio Poc donde se reunían los exiliados españoles, o la imprenta Gaulon, donde Goya estampó «Los toros de Burdeos».

El Gobierno de Aragón ha tomado buena nota de esta ruta y quiere «copiarla», por lo que ya impulsa en la comunidad un itinerario de los lugares donde Goya creció y se formó como artista, desde Fuendetodos hasta el Pilar, pasando por la Cartuja del Aula Dei, Remolinos o Alagón, todo ello aderazado con un menú con productos de la época y recetas sacadas de cartas y cuadros del pintor. En definitiva, se pretende utilizar a un icono artístico y cultural para crear turismo «de experiencias», más allá del turismo «de lugares» y aportar un gran valor añadido a los viajeros que recalan en Aragón.

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