Boceto de un arcabucero, por Augusto Ferrer-Dalmau
Boceto de un arcabucero, por Augusto Ferrer-Dalmau

Confesión de un arcabucero español que no halló perdón y fue ejecutado en Flandes

Un documento hallado por Geoffrey Parker relata aspectos de la dura vida en los Tercios en el inicio de la guerra de los Ochenta Años

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Un soldado español es apresado en Flandes mientras luchaba en las filas holandesas. Sus antiguos compañeros desconfían de él y lo llevan a Amberes. Desesperado, se ofrece para informar de los detalles que ha observado durante su estancia más allá de las líneas enemigas. Fortificaciones, movimientos subversivos... Pero todo es inútil. La justicia militar es rigurosa con los delitos de deserción en los Tercios. Su nombre es Pedro de Mondragón. Y va a morir al acabar la confesión. Corre el mes de mayo de 1575.

Su historia emerge de un papel amarillento, con huellas de intemperie, escrito en el frente durante los inicios de la guerra de los Ochenta Años, que ha sobrevivido desde entonces y terminó en los fondos de la Hispanic Society of America.

Su signatura: «Altamira Papers, Box 18, Floder II, document 3». Quien lo ha hallado es el historiador Geoffrey Parker, uno de los más destacados especialistas mundiales del reinado de Felipe II y tal vez uno de los más brillantes historiadores militares de la época y el Imperio español. Pasados 440 años, sus manos pudieron desplegar los folios de aquella vieja confesión.

Maquinaria implacable

Pedro de Mondragón está asustado. Ante el auditor militar despliega un afán colaborador que pueda otorgarle perdón. Pero su confesión es caótica, nerviosa, en ella se mezclan informaciones de diversa naturaleza. La maquinaria de la justicia militar es paciente y escucha, pero será implacable. Relata que ha pasado siete semanas en «Luberstain» (Loevestein, cuyo castillo cambió dos veces de manos entre 1570 y 1572, quedando desde entonces en posesión de los holandeses). Debió desertar allá por marzo...

La sentencia a muerte en el dorso de la confesión
La sentencia a muerte en el dorso de la confesión
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