Benito Pérez Galdós: la novela de España

Novelista, autor de los «Episodios nacionales»

Benito Pérez Galdós retratado por Alfonso Sánchez ABC

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El escritor que mejor ha representado la gloria de la nación española nació en Las Palmas en 1843 y falleció en Madrid en 1920. Contemporáneo de los suyos, incapaz de ser indiferente, expresó como nadie en sus monumentales « Episodios nacionales » la necesidad de servir a la patria, en vez de servirse de ella. Quizás por el formidable carácter isleño , fue poco dado a melancolías obtusas, o resentimientos gratuitos. Asombra que tuviera tiempo para escribir tanto y tan bien, con pasión y originalidad.

Le ayudaron mucho las rutinas que siguió y los rasgos de una personalidad peculiar. Muy tímido, dotado de una increíble memoria, Pérez Galdós vestía ropas oscuras, llevaba el pelo muy corto y usaba bufandas para no resfriarse. Era alto, pero en casa le llamaban «Benitín» . Fumaba puros, uno tras otro, y dedicaba el día entero a trabajar, vigilado de cerca por dos hermanas: Concha y Carmen, esta última, en especial, consagrada a cuidar de sus necesidades. El novelista, como en tantos casos, escondía tras su genio una empresa familiar, una comunidad emocional de afectos compartidos. No trasnochaba . Al caer la tarde, se daba una vuelta por tertulias y cafés, o disfrutaba de encuentros con las mujeres de su vida, que fueron bastantes.

Fue en 1907, a la muy avanzada edad de 64 años, cuando resultó elegido diputado por la coalición republicano-socialista, según recoge ABC. Antes había sido diputado por Puerto Rico en 1886.

Lejos del costumbrismo, orientado a la celebración del elemento popular sin mostrar las tribulaciones de la gente común, o del naturalismo, que exhibió injusticias con un detallismo entomológico y notarial, practicó una «moderación necesaria» , como método para contar la verdad a sus lectores. Viajaba en tercera clase en los ferrocarriles para saber qué se cocía bajo la superficie, pues lo que le interesaba era la novela de España, para sacarla de un estancamiento que, como buen liberal, consideró en parte autoinfligido. Por eso la novela de nación que fabricó no tuvo la negrura que afectó a los escritores del 98. Tampoco hizo concesiones al folclorismo.

Galdós , el gran escritor que algunos bobos llamaron garbancero, para menospreciar la nación de la que vivían, porque se odiaban a sí mismos, fabricó un escenario esperanzado, con virtud, meritocracia y movilidad social. Estuvo en las antípodas de las bandas de delincuentes amorales que algunos llaman todavía con admiración «viajeros románticos» . Los que carecían de pulso regenerador, agentes devotos de la España congelada y arcaica, lo temieron y combatieron que le dieran reconocimiento y premios, sin lograrlo.

Fue en 1907, a la muy avanzada edad de 64 años, cuando resultó elegido diputado por la coalición republicano-socialista. Con muchos votos. Había sido diputado por Puerto Rico en 1886 y lo sería de nuevo por Las Palmas en 1914. Se dice que lo mejor de las obras de Benito Pérez Galdós son los retratos de personajes. Es cierto, porque sus contemporáneos son los nuestros.

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