Premios Princesa de Asturias 2019

Alejandro Portes: «Hay que regular la entrada de inmigrantes, no puede ser caótica»

El prestigioso sociólogo, cuya actividad investigadora se ha centrado, a lo largo de toda su trayectoria, en las migraciones internacionales y la marginalidad social, recibe hoy de manos de Don Felipe el Princesa de Asturias de Ciencias Sociales

El sociólogo Alejandro Portes, Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2019, a su llegada a Oviedo EFE

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A principios del siglo XX, la diferencia de ingresos de Europa y Estados Unidos con el resto del mundo era de cuatro a uno. En el año 2000, esa brecha ya era de treinta a uno. Y hoy sigue expandiéndose sin remedio. De hecho, la creciente desigualdad entre las clases sociales es, a juicio de Alejandro Portes (Cuba, 1944), flamante premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2019 , uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos, como sociedad. El prestigioso sociólogo , cuya trayectoria está profundamente ligada al estudio de las migraciones internacionales, la marginalidad social y la urbanización de los países en vías de desarrollo, señala, también, la inmigración , el cambio climático y la desindustrialización como los problemas más importantes que debemos empezar a abordar más pronto que tarde.

¿Cómo debemos afrontar el reto de la inmigración?

Es un reto y a la vez puede ser un recurso para el futuro.

¿En qué sentido?

El país pierde población y se envejece.

España es un claro ejemplo de ello.

Hay áreas que están vacías, y no solamente en España, en otros países ricos también, Japón está medio vacío. La inmigración se vuelve, entonces, no sólo una posible amenaza sino un posible recurso para frenar la caída demográfica. Los inmigrantes pueden hacer una contribución importante a la sociedad, no solamente demográfica, sino social y económicamente. Pero hay que regularlos, hay que regular la entrada, no puede ser una entrada caótica, motivada por las mafias. Eso se puede frenar con una acción vigorosa de relación y buscar la cooperación de los países emisores. No importa que los Gobiernos sean malos o corruptos.

¿Aunque sean dictaduras o regímenes autoritarios?

En este caso hay que dialogar con quien sea. Hay que tratar de crear fuentes de empleo en esos países, industrias que se sitúen allí y generen demanda de mano de obra, y un programa de visas temporales para permitir acceso al país a jóvenes que quieran venir a trabajar o estudiar por un tiempo, y que puedan después regresar a sus países. O sea, canalizar el deseo de tantos jóvenes motivados por lo que llamamos la «privación relativa», la ausencia de oportunidades, darles un canal para que puedan acceder, por lo menos temporalmente, al mundo avanzado. Eso le haría mucho daño a las mafias, porque haría que los que vienen de esa manera no tuvieran que pagarles, porque les resultaría más económico venir a través de un programa flexible y amplio de visas, incluso temporales que podrían después convertirse en permanentes.

Muchos vienen buscando una oportunidad, un trabajo, pero otros muchos huyen de guerras generadas porque el mundo avanzado ha mirado para otro lado.

Eso les pasa a los sirios, pero la mayoría de los que se arriesgan en el Mediterráneo no vienen motivados por guerras. En África subsahariana hay pobreza y ausencia de oportunidades, más que guerras. Por tanto, no son grupos de refugiados políticos, más bien esto podría caracterizarse como el inicio de un éxodo del tercer mundo hacia el mundo desarrollado.

¿Es buena la política de puertas abiertas?

No, no se puede abrir las puertas totalmente, eso llevaría a una igualación hacia abajo. Sería una política de equivalencia hacia la pobreza. Eso no es posible hacerlo, porque los países avanzados han logrado mucho a través de su consolidación institucional como para meterse en un caos como tal. No es cuestión de abrir puertas, es cuestión de regular la entrada, permitir un diálogo y un flujo entre países. No hay duda de que España se va a ennegrecer.

Pero eso no es algo malo, ¿no?

No es algo malo, es que vienen de África. Y no hay duda de que Japón se va a llenar de chinos, porque no le queda otro remedio. El hecho de que la población cambie de color no es malo. Lo que es malo es que se rompan las instituciones, que no puedan manejar y regular este tipo de flujos. Por eso es necesario que los países ricos entren en ese tipo de diálogo con los países emisores para crear oportunidades de empleo allí y facilitar flujos regulados.

¿Qué piensa de la política migratoria del señor Trump?

Horrible, es igual que la de Salvini en Italia. Eso se llama populismo nativista, que responde en parte al temor y a la intransigencia de grandes capas de población en los países avanzados que temen a la inmigración y la culpan de su precariedad económica, lo cual no es verdad. El hecho de que una mayoría de votantes voten por el Brexit o voten por Trump, eso es la era del populismo nativista. Los líderes responden a sus votantes adoptando políticas drásticas, irracionales, como cerrar los puertos de Italia o construir un muro, que no van a ninguna parte, pero que no surgen solamente de los Gobiernos. Dirigentes como Trump, Boris Johnson o Matteo Salvini responden a un porcentaje de la población nativa que es antiinmigrante y apoya este tipo de políticas. Pero el populismo nativista no llega a ninguna parte, nunca lo ha hecho, y esperemos que haya cambios en una dirección más razonable. En ese sentido, yo creo que España puede dar ejemplo.

¿El ascenso del populismo y del nacionalismo en todo el mundo está directamente relacionado con la inmigración?

Sí, pero no de una forma directa. La desesperanza y la inseguridad de las poblaciones de clase trabajadora en los países avanzados no tiene que ver con la inmigración, tiene que ver con la desindustrialización y con la desigualdad creciente. Si en Norteamérica los trabajadores industriales hubiesen conservado sus trabajos no se preocuparían mucho de quiénes cruzan la frontera. Pero lo han perdido, están sin nada, están en una situación de creciente precariedad. Trump prometió dos cosas: hacer volver los trabajos industrializados y poner el muro. No lo ha logrado hacer, y no lo podrá hacer, porque la evolución del sistema mundial va por otra dirección, la industria mundial se ha situado en países periféricos y no va a volver. Esa es la causa fundamental del apoyo a los líderes nativistas por parte de la ciudadanía, su precariedad económica, que también ocurre en el centro de Inglaterra, por eso votaron por el Brexit. Lo que pasa es que los líderes nativistas recanalizan ese descontento en contra de los inmigrantes, porque son un objetivo débil, es fácil demonizar a los inmigrantes.

Le tengo que preguntar por Cuba: ¿cómo ve la actual situación de su país natal?

Está completamente estancada en una especie de espera por años a que haya alguna solución. La política del presidente Obama fue muy inteligente, en términos de abrir puertas y normalizar la relación, porque eso habría abierto un espacio a la sociedad cubana a irse normalizando y también al Gobierno a ir evolucionando a lo que probablemente sea inevitable, que es un capitalismo de Estado, una cosa así como Vietnam, todavía manejado por el Partido Comunista, pero más abierto y después evolucionando quizás hacia una democracia. Eso fue lo que vio Obama claramente y lo que todos los que conocemos Cuba le recomendamos. Pero con Trump hemos vuelto a la posición intransigente, han cerrado a Cuba, y el país se queda en un compás de espera, porque no sabe qué hacer. Económicamente, Cuba es totalmente insignificante, no tiene ninguna relevancia mundial, su único papel en este momento es colonizar a Venezuela y en eso están metidos, la Seguridad del Estado gobierna prácticamente a Venezuela como una colonia. Es una situación actualmente sin salida que solamente podrá resolverse a través de una solución a la trágica situación venezolana y de un cambio en la política norteamericana para volver a la iniciativa que tomó Obama y que es el camino correcto.

Y, para terminar, ¿cómo valora la fuerza del español en todo el mundo?

El español es un idioma con proyección mundial. Están el inglés, el español y el chino, el francés se ha ido quedando detrás. En Estados Unidos, ha sustituido al francés, hay más demanda por el español que por el francés. Es un recurso de España, que es el país madre del idioma, de poderlo hacer avanzar y facilitar el hecho de que los hijos de inmigrantes no lo pierdan. Porque en Estados Unidos hay 40 millones de hispanos, pero no hay 40 millones de hispanohablantes, porque la segunda generación lo pierde volando. A eso, a través de los Institutos Cervantes o de jornadas de verano para hijos de latinos, no se opondría el Gobierno norteamericano, porque también tiene interés en que se expanda el conocimiento del español.

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