Winston Churchill, en junio de 1952 en el número 10 de Downing Street, en Londres
Winston Churchill, en junio de 1952 en el número 10 de Downing Street, en Londres - AP

La familia de Winston Churchill temía que se convirtiera al islam

Una carta de su futura cuñada revela la fascinación del primer ministro británico por la cultura musulmana

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Winston Churchill (1874-1965) ha pasado a la historia por ser uno de los mejores políticos del siglo XX. El primer ministro inglés luchó con firmeza contra el nazismo y arengó a su pueblo en la resistencia, evocando los tiempos más gloriosos del imperio británico. A su compleja personalidad, que le permitió gobernar con templanza en las situaciones más críticas, acaba de añadirse un rasgo que, de momento, no figuraba en los libros de Historia: su islamofilia. Sí, han leído bien.

Según una carta de su futura cuñada, descubierta recientemente por el historiador Warren Dockter en el Churchill Archive Centre de Cambridge, el premio Nobel de Literatura se sentía atraído por el islam y la cultura musulmana. Tal era su fascinación que sus familiares llegaron a temer que el político se convirtiera.

Eso es, al menos, lo que se desprende de la mencionada misiva, escrita por Lady Gwendoline Bertie en agosto de 1907, poco antes de casarse con Jack, el hermano de Winston Churchill.

«Por favor, no se convierta al islam; he notado en su temperamento cierta tendencia a la fascinación hacia Oriente y el islam, realmente lo he notado», escribe Lady Gwendoline con temor. «Si entra en contacto con el islam, su conversión podría producirse con mayor facilidad de lo que usted habría supuesto, ¿sabe lo que quiero decir? Luche contra ello», termina diciendo la futura cuñada.

Según explica Warren Dockter, historiador de la Universidad de Cambridge, en conversación vía e-mail con este periódico, la carta ahora descubierta «nos dice mucho acerca de lo que Churchill pensaba del mundo islámico». Dockter no cree, sin embargo, que el político hubiera terminado convirtiéndose al islam, pues en ese momento era «más o menos ateo». No obstante, también en 1907, Churchill le dice en una carta a Constance Lytton: «Me verás como un pasha (título musulmán). Ojalá lo fuera».

La cultura islámica

En este sentido, a juicio de Dockter, la carta de su cuñada «revela que Churchill apreciaba la cultura islámica (una especie de orientalismo), algo común entre los victorianos, en especial los que venían de la tradición conservadora». El historiador considera este supuesto «importante porque la mayoría de la gente tacha a Churchill de anti-islámico, en parte por la cita sacada de su libro ‘La guerra del Nilo: crónica de la reconquista de Sudán’. Sin embargo, esa cita ha sido sacada de contexto y usada de forma incorrecta».

La cita de Churchill a la que el historiador se refiere es esta: «Individualmente, los musulmanes pueden poseer espléndidas cualidades, pero la influencia de su religión paraliza su desarrollo social en quienes la profesan. No hay mayor fuerza retrógrada en el mundo. Lejos de estar moribundo, el islam es una creencia militante y proselitista».

Warren Dockter, que en marzo publicará el libro «Winston Churchill and the Islamic World: Orientalism, Empire and Diplomacy in the Middle East», cree que hasta ahora «había un serio hueco en la literatura y el mundo académico sobre la visión que Churchill tenía del islam y Oriente Medio». Se trata, además, de una «omisión extraña», dado el «gran papel» que el político británico «desempeñó en la configuración del Oriente Medio moderno con el que convivimos hoy en día».

De hecho, y en un plano puramente personal y casi anecdótico, se sabe que, en su creciente islamofilia, Churchill y su buen amigo el poeta Wilfrid S. Blunt, radical defensor de la causa, solían vestirse (en privado) con atuendos musulmanes. En una esfera más pública y política, en octubre de 1940, el primer ministro británico aprobó un proyecto de 100.000 libras para construir una mezquita en el centro de Londres (la actual mezquita de Regent Park). «Muchos de nuestros amigos en los países musulmanes ya han expresado gran aprecio por este regalo», dijo Churchill en la Cámara de los Comunes en diciembre de 1941. Una frase que hoy ya es Historia.

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