Cádiz - Ceuta
Alégrense, pero con moderación (Previa)
Garitano pide prudencia y calma a una afición desatada por los buenos resultados de un equipo muy joven que se mide este domingo a un recién ascendido
El posible once del Cádiz ante el Ceuta
Garitano, en un rondo con sus muchachos.
Cuando Manuel Vizcaíno dio el paso de relevar en el banquillo a Paco López por Gaizka Garitano debía saber muy bien lo que se hacía a pesar de que tuvo que rectificar su propia decisión anterior. De sopetón cambió una filosofía onírica por otro empírica. Lo hizo a desgana, cansado de escuchar consejos que le decían –con suma razón– que con Pacolo se estampaba de bruces con un iceberg que fue el último en ver. Porque el presidente sevillano del Cádiz quería apostar –y apostó– por un fútbol bello, estético, muy diferente del que estaba campando por Carranza desde que Álvaro Cervera se puso a los mandos. Con alguna brillante excepción en los tiempos primeros de Sergio González, el cadismo se había acomodado al bostezo, al sopor, al infierno sofocante de un estadio donde nada más que se alegraban los amantes de la crispación. Por eso, por todo ese berenjenal que se traía entre manos, Vizcaíno quiso dar un volantazo brusco de dirección en un momento muy poco conveniente y sin percatarse de que la modificación más drástica debía de darla en un vestuario anquilosado de veteranos y carente de ganas. En su buena intención, se creía que con el fichaje del entrenador preferido por todos el asunto se iba a resolver sin profundizar en absoluto en el mismo. Claramente, se equivocó y no quiso verlo hasta bien entrada la temporada y con el equipo en puestos de descenso.
La solución vendría de donde vienen tantas. Seriedad, intensidad defensiva y partidos a cara de perro. Llegó Gaizka Garitano y controló el incendio dejando claramente dicho, cuando el equipo enlazó muchas jornadas sin perder, que ni mijita se podía ni soñar con alcanzar los 'play off' de ascenso porque simple y llanamente no había suficientes mimbres en una plantilla que este verano ha sido desmantelada con un año de retraso.
Y en estas estamos. Sin muchos de los bultos sospechosos que casi mandan al pozo al equipo amarillo, Garitano respira y disfruta con un Cádiz dos años más joven y con un horizonte muy prometedor. Pero, ojo, al igual que la temporada pasada mandó parar a los más ingenuos, de nuevo ahora le ha tocado llamar a la calma pese a la gran dinámica de los suyos.
Sin duda, 14 puntos de 18 disputados en toda una proclamación de intenciones para una afición que ya se frota las manos imaginando a su equipo luchando por regresar a la élite en pocos meses. Eso sí, la parroquia amarilla no tendrá fácil soñar cada semana porque al frente de la misma anda un nota llegado del norte que hace de la seriedad su punto de partida. «Quiero mucho a los andaluces pero yo soy vasco. Ya me preocuparé de que el equipo esté con los pies en el suelo. Hemos ganado cuatro partidos pero por la mínima y sufriendo», dijo el pasado viernes Gaizka para reprimir a aquellos que ya se ven en las Puertas de Tierra allá por el mes de mayo.
El carácter de Garitano es sin duda uno de los secretos de este Cádiz, que se sabe bueno pero no tanto como para ganar los encuentros sin despeinarse. La victoria del pasado domingo en Málaga es un claro ejemplo de la senda a seguir. Once chavales comprometidos el uno con el otro, corriendo por cada balón como su fuera el último y hasta entendiendo al que no pasa su mejor momento a nivel mental. En este equipo hay sitio para todos y se espera al que ande rezagado por múltiples circunstancias que atraviesan las complejas carreras de un futbolista profesional, que no es más que todo un privilegiado que no vive en el mundo de todos.
Al que no se podrá esperar para este domingo ante el Ceuta es a la última esperanza negra del Cádiz, Efe Aghama, que se ha doblado el tobillo de tantas filigranas que hace con el balón en los pie, de esas con las que promete encandilar a una afición ya medio encandilada. La baja del nigeriano será probablemente ocupada por el vasco-africano 'Yosu' Diarra. El resto será el que salió en La Rosaleda y que comienza con Víctor Aznar, en trayectoria ascendente tras dos encuentros sin recibir gol y muchas llegadas. La defensa, de derecha a izquierda, formará con Iza, Kovacevic, Recio y Climent. El goleador en Málaga, Sergio Ortuño, repetirá en la medular con el pulpo Diakité, otro que se marcó un soberano encuentro en el derbi. Las mediaspuntas, además de para Diarra, serán para Suso y Tabatadze, que tratarán de contactar con García Pascual, al que se le está resistiendo de manera injusta volver a marcar. Y ya le toca.
Se viene el cuarto partido en casa, donde se ha ganado todo. Garitano, por muy vasco que sea, disfruta del ambiente que se genera en su estadio, sin embargo, sabe que ese clima hay que amansarlo de alguna manera porque su equipo no está más que echando a andar. Por supuesto, no frenará la alegría general aunque pretenda controlarla, precisamente, por el bien de los suyos, que están sorprendiendo muy gratamente a una afición que andaba buscando la ilusión que le he traído desde el norte un discurso serenos y calmado.
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