La recreación histórica se llevó a cabo entre numerosos paraguas en pleno poblado de principios del siglo XIX. :: ANTONIO ACUÑA
Sierra

La lluvia no para la batalla

Los actos inaugurales se tuvieron que celebrar en el Ayuntamiento pero las escaramuzas se pusieron en escena en cuanto que las precipitaciones cesaron Algodonales desafía al mal tiempo y saca a la calle su historia

ALGODONALES. Actualizado: Guardar
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Las tormentas querían acallar a los cañones y los estruendos de las bayonetas y los trabucos. Se preveía lluvia y nada más iniciarse la jornada se cumplieron las previsiones, poniendo en peligro a una celebración que se lleva a cabo en la calle. Pero la guerra nunca paró por las condiciones climatológicas y tampoco lo hizo ayer la Recreación del 2 de Mayo de 1.810, aunque sí que tuvo que adaptarse en su jornada grande.

La afluencia de público fue muy buena, había ganas de fiesta, pero que duda cabe que la lluvia deslució un poco el evento. La inauguración oficial de la fiesta, por ejemplo, se tuvo que llevar a cabo en el Ayuntamiento y allí fue donde el consejero de Gobernación, Francisco Menacho, presidió el acto junto al alcalde Ángel Acuña. Juntos dieron el bastón de mando de la ciudad a quien encarna al alcalde de 1.810, Carlos Santos, hijo de emigrantes algodonaleños, residente en la ciudad de La Plata de Argentina y vocal por este país del Consejo de Comunidades Andaluzas.

Unos enfundaban relucientes bayonetas y preparaban disparos de cañones en una parte de la línea de batalla y en la otra los palos, rastrillos y otros elementos de labranza eran los que servían para defender la dignidad de un pueblo que no se rindió al invasor. El público también desenfundaba ayer su arma más preciada para este día, el paraguas, y aguantaban el chaparrón con la sintonía del 'O Fortuna', de la ópera 'Carmina Burana' de Carl Orff. Los compases de esta música clásica eran los que marcaban el avance de las tropas enemigas hacia la Iglesia de Santa Anta.

La reacción heroica del pueblo, que decidió enfrentarse a todo un ejército napoleónico, causó que Fernando VII le otorgara el título de Villa a la localidad y su independencia con respecto a Zahara. Ayer era un día de fiesta pero también estaba en el recuerdo de los vecinos la actitud heroica de sus antepasados a los que no consiguieron amedrantarlos con armas, casas incendiadas y muertes.

El pueblo volverá a tratar de poner hoy en escena las últimas escaramuzas de esta octava edición de su recreación y las últimas teatralizaciones. Todo arrancará a las 12.00 horas, si la lluvia no lo impide, y poco después se llevará a cabo el desfile de las tropas y la batalla entre franceses y españoles. A las 14.30 horas tendrá lugar la comida popular en la que el potaje algodoñaleño será el protagonista. Tras la sobremesa, el broche a la cita lo pondrá por la tarde un concierto dual de coro y la Banda Escuela Municipal de Música.