Crónica de ambiente

Ganas de toros en Sanlúcar con visos de normalidad a pesar de tener un aforo para 1.200 aficionados

El Cordobés llegó el primero a la plaza, acompañado de su cuadrilla y con la templanza y simpatía que le caracteriza; Emilio de Justo con el traje de luces más clásico, rojo y oro, se mostraba concentrado ante el reto de esta tarde y Enrique Ponce, que llegó el último, fue el que menos tardó en cruzar el pasillo de los aficionados

Con un sol de justicia, el ambiente alrededor de la plaza estaba bastante animado y recordaba a aquellas corridas de antes de la pandemia

Cola de acceso al coso taurino sanluqueño minutos antes del inicio de la corrida EC

Elena Carmona

Había ganas de toros, ganas de tardes de sol brillando sobre el albero y de volver a ver sobre él a Manuel Díaz El Cordobés, que retomaba su carrera profesional, acompañado de Enrique Ponce y Emilio de Justo. Mucho ambiente en el entorno del coso taurino de Sanlúcar. Bajo un sol de justicia, los aficionados hacían fila para poder acceder a la plaza y disfrutar durante dos horas de la maestría de los toreros, que lidiarían reses de la prestigiosa ganadería Juan Pedro Domecq .

Muchas personas llegaban de fuera de Sanlúcar y aprovechaban la jornada para tapear y pasear por Bajo Guía y por el centro de la ciudad, mientras esperaban a que llegaran las seis de la tarde. Esperando a que les tomaran la temperatura y le comprobaran la entrada estaba una pareja de aficionados que decidieron en la misma mañana del sábado comprar las entradas y echar la tarde en Sanlúcar. Venían desde El Puerto acompañados por su hijo, no era la primera vez que iban a ver una corrida en otro municipio, «incluso hasta Algeciras hemos ido». De una edad más avanzada, un matrimonio guardaba su turno «con muchas ganas de volver » y adquirían sus entradas desde el pasado lunes por la mañana. «Siempre que podemos venimos. Somos de Trebujena ». Son conscientes de que el cartel « atrae a mucha gente de fuera ».

En el mismo ambiente, aseguraban que «hay muchas ganas de toros y entonces la gente se tiene que mover desde donde sea». También había público de Vejer que cogieron las últimas entradas que quedaban en taquilla. De Sanlúcar, una familia al completo: abuelo, hija y un par de nietas. «Todas las generaciones y siempre venimos los mismos», aseguraba una de las jóvenes.

Helena, nacida en Nimes , era una de las integrantes de un grupo de cuatro mujeres francesas, residentes en Sanlúcar, y aficionadas a los toros que aseguraba que « es una suerte poder ver una corrida aquí ».

Como una tarde de toros cualquiera antes de la pandemia, los puestos de las almohadillas reclamaban la atención de los aficionados. En uno de ellos dos jóvenes decían que aunque el ambiente estaba «calmadito, para como está la cosa está esto bastante animadillo. Hay gente. Esperábamos tener la tarde más flojilla, pero no está mal». La corrida estaba autorizada y contaba con un aforo para 1.200 personas , a la vez que se ceñía a todos los condicionantes del dispositivo anti-Covid : mascarillas, temperatura, gel hidroalcohólico, itinerarios de entradas y salidas, empresa de seguridad controlando, metro y medio de distancia entre los asientos, entre otros.

Por los alrededores, multitud de curiosos que acudían a disfrutar del ambiente, a la vez que aprovechaban por si veían a los toreros. La prensa rosa y la taurina también hizo su aparición por el entorno y fueron quienes alertaron de la presencia de la mujer de Manuel Díaz El Cordobés: Virginia Troconis.

El Cordobés -de nazareno y oro- llegó el primero a la plaza, acompañado de su cuadrilla, y con la templanza y simpatía que le caracteriza fue capaz de contestar a la prensa; Emilio de Justo con el traje de luces más clásico, rojo y oro, se mostraba concentrado ante el reto de esta tarde y Enrique Ponce , que llegó el último, fue el que menos tardó en cruzar el pasillo de los aficionados.

Manuel Díaz El Cordobés llegando a la plaza EC

Entre quienes acudieron a ver la corrida en Sanlúcar estaba Javier Conde, que subrayaba el reto que era para Manuel Díaz volver al rued o, después de «una operación tan tremenda de caderas. Tira para delante con su proyecto cuando en la tauromaquia todo el mundo se guarda para más adelante; o la maestría de Ponce al que es un deleite verle torear y Emilio que es un aliciente para cualquier aficionad o, y Sanlúcar que es un privilegio de tierra, de olores, sabores y perfúmenes». Criticó lo que está pasando con los toros en Andalucía, tras lo ocurrido en Sevilla: «Es algo inexplicable que en otras comunidades se permitan espectáculos dentro de unas coordenadas de seguridad y Sevilla se haya visto limitado. Esto es como una subasta , que entren mil, cuando el pueblo quiere llenar la plaza y se mantenga un aforo que no llega ni al 50%. Es algo terrorífico para la tauromaquia, el turismo, la cultura...».

Conde considera que hay un « movimiento político oculto que está maniobrando hacer daño desde la raíz, condenando a la gente del campo y a los ganaderos llevarlos a la ruina y a la vez hacer convencer que van a ayudar y todo es una mentira, hay pactos internos dentro de partidos que solo buscan dañar la tauromaquia».

Ya rondando las seis de la tarde, momento en el que comenzaba la corrida a cargo de la empresa Espectáculos Carmelo García , concesionaria de la explotación de la plaza de toros sanluqueña, aún quedaba bastante gente por entrar al coso. Un par de jóvenes, de 25 y 23 años, procedentes de Chiclana llegaban con «muchas ganas porque ahora la afición está un poco deteriorada por culpa de ciertas personas que no entienden nuestra cultura». Entrenan en la escuela de Chiclana y «estamos muy relacionados con el mundo del toro y del flamenco», aseguraban. Otra familia sanluqueña, con un 75% de mujeres, todas ellas aficionadas a los toros, esperaba su turno para acceder a la plaza y ocupar sus asientos, y estaban «deseando poder disfrutar del cartel».

De repente, en medio de aficionados de la zona, una pareja de estadounidenses esperaba en la fila. No hablaban nada de español y era la primera vez que iban a ver un espectáculo taurino.

La tarde prometía, lucía el sol, el ambiente era magnífico, las condiciones de seguridad se cumplían, contando también con la vigilancia exterior de la Policía Local de Sanlúcar. Había ganas y un buen cartel. Qué más se podía pedir.

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