Aún así, estaba en familia. Y por intentar que no quedé. Procuró tirarse por el flamenco, pero a los cinco segundos, a los dos 'quejíos', la garganta se le quebró. Pedía mil disculpas pero aún así la ovación era tremenda por el simple gesto del cantante. Y como el ambiente era tan desenfadado pese a lo protocolario del acto, los asistentes cambiaron sus miradas y se dirigieron a esa persona que tenía al lado. «¡Que cante el Kichi, que cante el Kichi!» . Muchas risas pero la época del comparsista ya parece superada.
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