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De Lady Di al hijo pequeño de Isabel II: historia de un bajón o Gibraltar ya no es lo que era

El Gobierno del Peñón anuncia que Eduardo, hijo menor de la Reina de Inglaterra, visitará la colonia del 7 al 9 de junio para reforzar su carácter británico, tal como hicieron los príncipes de Gales en la recordada escala de 1981

Cubierta de la cinta de cassette del cuarteto 'La boda del siglo', de 1982. LA VOZ

P.L.G.

Aquello fue un acontecimiento dentro de un acontecimiento, un hito, hito, gorgorito. Que los hubo porque la gente chilla tela en esas cosas. La boda de cuento (de Allan Poe, al final) fue televisada urbi et orbi con sus oropeles todos. Sus casacas, sus calesas, sus miriñaques y todas esas palabras que sólo se usan en esas ocasiones contadas con los dedos de una plebeya mano. Una boda real. De la franquicia más destacada y prestigiosa de todas, además. 'London calling'. 29 de julio de 1981. Catedral de San Pablo.

A la casa real británica, a los Windsor, nadie les echa la pata por encima en cuestiones de show y boato, ceremonia y atrezzo. Tan es así que se han convertido en un género televisivo y cinematográfico completo . Los 'windsorers', de toda edad y género, son legión, en Puntales o en Torrelodones, en Jédula y en Moaña. Un simple repaso permite confirmarlo: 'La reina', 'Spencer', 'The crown', incluso 'Los Bridgerton', 'Downton Abbey', hasta 'Arriba y abajo' y todo Jack 'El destripador', el 'boxing day' y 007 si apuramos la asociación temática.

Tanto imán tienen para las miradas y los comentarios que hasta un cuarteto merecieron. Y no uno cualquiera. Uno con José Peña y 'El Masa', con los hermanos Scapachini , los Jagger y Bowie, con los Gallagher, de la modalidad. Fue 'La boda del siglo', en el Falla de 1982, siete meses después del enlace londinense. Y es que aquel evento de los eventos tuvo una variante que conectaba con la provincia de Cádiz.

Los príncipes de Gales, Carlos o Charles y Diana, Lady Di para los restos, eligieron Gibraltar para la salida de su romántico -según las fuentes oficiales- crucero de luna de miel por el Mediterráneo a bordo del yate real 'Britannia' . Se trataba de marcar territorio. Gibraltar, tan cerca de Cádiz y tan lejos de Dios, era y es colonia británica. Se trataba de recordarlo.

Más de 30.000 personas -lo que sería un Nuevo Mirandilla, incluso un antiguo Carranza, lleno hasta los bordes como nunca lo ha estado- recibieron al príncipe y a la princesa de cuento y de Gales ondeando cada una la Union Jack portátil, de papel, vitoreando a la pareja en su corto recorrido por el Peñón . No podía ser largo, como si hubieran ido a la capital gaditana, porque se caerían al mar.

Cuenta la crónica de 'El País' que hubo un pequeño grupo de patriotas tan british, tan british, que lucieron pancartas contra la remota españolidad de La Roca (The Rock, según versiones), con gritos contra España y el Rey Juan Carlos I, lejos aún de ser emérito. Como principal gesto de rechazo español y oficial, no hubo representación de la Casa Real borbónica ni del Gobierno de Madrid.

El nuevo matrimonio llegó a la base de la Royal Air Force (es decir, al centro de Gibraltar porque es la única población mundial ubicada en mitad de la pista de un aeropuerto) y estuvieron en la colonia la friolera de «105 minutos antes de iniciar su crucero de recreo con rumbo a Italia, Malta y Egipto». De la hora y cuarto que estuvieron, la mitad la emplearon en un recorrido en descapotable . El príncipe Carlos vestía traje gris de verano, ella, vaporosa y etérea como era, de blanco y turquesa. Cogieron el barco y adiós.

Hubo mucho ruido antes y después. Se consideró una exhibición de colonalismo, un innecesario subrayado de una condición británica que no hacía falta refregar a los españoles que se ofendan por eso. Hubo 120 medios de comunicación cubriendo la escala. Muchas decenas de países recordaron, de repente, que Gibraltar era colonia británica en territorio español y es desagradable, siempre, que alguien señale la realidad para que todos la vean.

Ese gesto de hacer patria, o colonia, con la visita, volverá a repetirse 41 años después. Será el próximo verano . Pero ya no habrá tanta cámara, ni el mundo mirará al Peñón, ni habrá cuarteto, ni de Carnaval ni de cuerda. No habrá princesas presas de amor y mártires del adulterio. El motivo no será una boda para marcar imperio, será simplemente un jubileo. Eso sí, de platino, el que celebra la Reina Isabel II que conmemora con ese nombre sus 70 años bajo la corona.

La historia no se repite, la visita, sí

Será del 7 al 9 de junio cuando Edward Anthony Richard Louis Windsor pise Gibraltar con su esposa . Así lo ha confirmado, nada menos, el gobernador vicealmirante Sir David Steel que «ha recibido con satisfacción el anuncio de que el Conde y la Condesa de Wessex» les visitarán en esas fechas. Para los que no sean iniciados en el mundo Windsor, el señor que viene es el hijo menor de la reina Isabel II, justo el que nadie conoce, el que va después de Carlos y Andrés, el que ha salido discreto, la oveja blanca que no se ha metido en escándalos con todo eso del sexo.

A Eduardo no se le conocen conversaciones sobre tampones ni pagos millonarios para que nadie retirase una denuncia por abusos a una menor. Obviamente no se ha suicidado, ni ha muerto en trágicas circunstancias, ni tiene una amante desde hace décadas, nada, un aburrimiento de hombre. Nada que ver con los precedentes de su familia en las cuatro décadas desde la visita de Lady Di en 1981 hasta ahora.

La finalidad parece similar pero las circunstancias, los personajes, la resonancia son absolutamente distintos. Es un bajón histórico. «La visita en el año del Jubileo de Platino de Su Majestad la Reina sirve de recordatorio del vínculo inquebrantable entre el Reino Unido y Gibraltar. Estoy deseando recibir a Sus Altezas Reales. Serán muy bien recibidas», dice pese a todo, con ironía de acero, el caballero Steel en su anuncio. Suena al mismo gesto 41 años después, 'this is Great Britain', pero puede que el número de los que se den por enterados, por ofendidos, sea asombrosamente menor ahora. Gibraltar ya no duele tanto. Lady Di no está. Ni 'El Masa', ni 'El Peña'. Nada es lo mismo. 20 años no es nada pero 40 son el doble, demasiada nada para los nostálgicos.

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