Cádiz

Gaditanos en los que mirarse decretan una tregua en «las prisas» y el conflicto político

Profesionales de la Sanidad, ejemplos solidarios y referentes políticos, empresariales y de la comunicación protagonizan una emotiva entrega de los títulos de hijos adoptivos y predilectos

El alcalde: «Es un día para pararse y tomar perspectiva. Para detenernos»

Los galardonados y receptores del título, junto con el alcalde y los dos ediles que presidieron el acto. Antonio Vázquez

LA VOZ

«Un acto necesario. Un día para pararse y tomar perspectiva. Para detenernos en lo más importante, que no es tener más, es compartir. Es un acto necesario, en este momento de prisas, cuando más difíciles son los consensos, el entendimiento». Así definía en su intervención, dividida en la apertura y el cierre, el alcalde José María González Santos la entrega de los títulos de hijos predilectos y adoptivos, así como de la medalla de la ciudad, vivida este viernes en el Palacio de Congresos de la antigua fábrica de tabacos.

La solemnidad de la corporación bajo mazas , entrando en el salón de actos con la concejala más joven portando el pendón morado de la ciudad, estaba a la altura de la combinación de prestigio, ejemplo y afecto que sumaban los distinguidos. Con el auditorio lleno, tanto de las principales autoridades civiles como de representantes militares y de los cuerpos de seguridad del estado, arrancó una cita que estuvo marcada por el agradecimiento constante y mutuo, de la ciudad a los honrados y de ellos, a la ciudad.

El propio alcalde, junto con los tenientes de alcalde Ana Fernández y Paco Cano presidió la entrega desde la mesa central. Este acto, el de mayor carga simbólica y protocolaria de cuantos convoca el Ayuntamiento de forma anual, renovó su papel como punto de encuentro de la sociedad gaditana con sus miembros más inspiradores y notables, al margen de competencias y diferencias, de ideologías y desencuentros.

Yolanda Castilla Corrales , en nombre de Carmelitas Vedruna, fue la encargada de abrir el turno de recepciones y discursos. A ella, en nombre de la congregación y del célebre colegio gaditano, le correspondió la medalla de la ciudad en su categoría de oro. Son 150 los años que las Hermanas de la Caridad llevan en la provincia. Llegaron en 1860 a través de San Roque pero en pocos meses ya estaban haciendo una labor inconmensurable en el Hospital de Mujeres de Cádiz. Comenzaron su labor docente en 1872, primero en la calle Cánovas del Castillo, y luego junto a las Murallas de San Carlos y la Plaza de España, por donde han pasado decenas de generaciones de gaditanas. En la actualidad son 580 alumnos los que cursan sus estudios en este centro. Yolanda Castillo agradeció «a todas las hermanas su entrega de estos años. A todas las recordamos con enorme afecto» y se comprometió a mantener «el legado de amor, alegría y ayuda» de las Carmelitas muchos años más en Cádiz. Para ellas fue la primera gran ovación de la noche.

El personal sanitario sigue en el centro

La siguente, primera receptora del título de hija adoptiva, fue Pilar Moreno Paredes (Guareña, Badajoz, 1953) que marcó el protagonismo que los profesionales sanitarios tendrían en esta edición. Vinculada a Cádiz desde muy joven -se licenció en Medicina en la Facultad gaditana- está considerada una autoridad en el tratamiento del cáncer de mama en toda España. Experta en cirugía, radiología y ecografía mamaria, pocas personas han estudiado y combatido más y mejor uno de los procesos oncológicos de mayor presencia en España. Galardonada con el premio del Real Colegio de Medicina de Cádiz y con la Cruz del Mérito Naval por su paso por el hospital de San Carlos, «no soy militar pero tengo una medalla», bromeó. Aprovechó su discurso para pedir «una reflexión» sobre la necesidad de que los «tratamientos contra el cáncer en las mujeres no sean actuaciones inviduales» de médicos y doctores desvinculados entre sí. «Mal vamos si es así». Pidió la implantación de equipos interdisciplinares que aborden todos los aspectos de la enfermedad de forma coordinada.

El agradecimiento a los profesionales de la salud, la medicina y el cuidado se prolongó en la siguente entrega, del título de hija predilecta a Juana Delgado Pacheco (Cádiz, 1956), enfermera de larga, fecunda y emocionante trayectoria, que se jubilara en 2019. Desde que, en una reunión, le avisaran de que recibía este título de manos de sus vecinos, de su ciudad, dice «vivir en un sueño porque yo no me he dedicado a sembrar para recoger nada. Me he dedicado a recibir y a dar». Como promotora e impulsora de la Unidad de Rehabilitación Cardíaca junto con el doctor Enrique Otero , con el que compartió el premio «es tan suyo como mío», reclamó el cuidado, mantenimiento o recuperación de este tipo de áreas o grupos, así como el cuidado de la Asociación Trébol de Corazones dedicada a seguir a los pacientes cardiovasculares más allá de las paredes de los hospitales y los centros de salud.

Con el recuerdo al fallecido Juan Manzorro Burguillos (Vejer, 1963-Cádiz 2022) llegó uno de los momentos más entrañables de la cita. Pocos profesionales de los medios de comunicación han reunido, ya en vida, más cariño y reconocimiento, en reflejo de una generosidad, una luz y una bondad sin límites. Rara unanimidad en el afecto la que recibe a cada paso su viuda, Mónica de Ramón , encargada de recibir el título de hijo adoptivo con un discurso feliz, alegre como el recuerdo que dejó el finado. Celebró que el honor le llegara en la misma edición que a Carlos Díaz Medina, primer alcalde democrático de la ciudad, al que Manzorro admiraba y consideraba «un caballero». Las vivencias del joven 'becario de Vejer' desde su llegada a Cádiz con diez años hasta sus 30 años de retransmisiones del Falla, con escalas en los tosantos, los juanillos, el Trofeo Carranza culminaron con una confesión: «No concebía la vida fuera de Cádiz». La ovación fue, quizás, la más larga e intensa de la velada.

Agustín Rubiales Plaza (Cádiz, 1957) es conocido empresario de la construcción, muy conocido en la ciudad por sus gestos solidarios dejó la recepción más breve y accidentada. Emocionado desde el primer instante, recordó a sus seres queridos fallecidos, así como las dificultades económicas que atravesó hasta encontrar la estabilidad empresarial. «Tuve que empeñar mi alianza de boda y no la recuperé hasta tres años después», puso como máximo ejemplo. Se mostró tan agradecido del título de hijo predilecto como orgulloso de que sus familiares pudieran ver cómo lo recogía.

Teresa Torres Morgado (Sevilla, 1950) fue la siguiente adoptada por Cádiz, ciudad de la que vive enamorada desde que «esperaba mi primer carné de conducir para visitarla con 18 años». Desde entonces, ya nunca se desvinculó como diseñadora, desde su tienda y taller de moda en Isabel la Católica o desde el Café de Levante, hogar y lanzadera del flamenco, las letras y el carnaval. De Paco de Lucía a Quiñones y Almudena Grandes han pasado por sus paredes, que han amparado a más autores, escritores y músicos que ningún otro local gaditano. Tere Torres también celebró el premio a Carlos Díaz Medina y resaltó lo que Cádiz significa para ella: «El mar, la luz imbatible, su casco antiguo único en el mundo... Qué sería en el siglo XVII». Como prueba de su vínculo vital con la ciudad, dedicó el honor a su hija y su nieta «que sí han tenido la suerte de nacer en Cádiz».

Josefa Díaz Medina (Cádiz, 1951) más conocida como ‘Pepa la de Las Cortes’ sumó su naturalidad y desparpajo al acto. Desde su nacimiento «en la calle Fernán Caballero» hasta convertirse en una empresaria gaditana de reconocido prestigio en el sector del turismo y la hostelería, repasó su trayectoria con humor y generosidad. Se declaró «ladrona» porque durante todo este tiempo se ha dedicado a «robar de la bondad y la capacidad de la gente que me rodeaba». Con un argumento que luego se apropió el alcalde en el cierre, aseguró que este premio no habla del pasado y sí de futuro «porque me obliga a ser mejor, a robar más bondad y talento a más gente».

El alcalde querido

El título de hijo adoptivo a Carlos Díaz Medina (Sevilla, 1935) marcó otra de las cumbres de emotividad. Vecino de Cádiz desde 1950, se convirtió en el primer alcalde democrático de la ciudad en 1979 y sujetó el bastón de mando durante 16 años. En 1983 consiguió mayoría absoluta, repitiéndola en los años 1987 y 1991. Como alcalde dirigió el Ayuntamiento que tuvo que transformar la ciudad desde la dictadura hasta la democracia. Su esposa, Iria Jesús de la Calle , admitió que era un momento lleno de alegría y tristeza, a un tiempo. A la satisfacción por el reconocimiento se une el «profundo» pesar por «la enfermedad» que impedía al histórico regidor recoger los honores personalmente. Recordó el empeño que puso en su labor y el carácter bondadoso y empático «de un hombre que, creo, es muy querido por una gran parte del pueblo de Cádiz». También resaltó la dificultad de su labor en una ciudad «dejada de la mano de la administración central» y en la que, como siempre decía Carlos Díaz Medina, al inicio y al final de su etapa de alcalde, «hay tanto que hacer».

El honor, segundo a título póstumo de la edición, para Gabriel Delgado Álvarez (Cádiz, 1946-2021) fue recogido por su sobrina Rosario Fernández Delgado . E sacerdote dejó una profunda huella al frente del Secretariado de Migraciones del Obispado de Cádiz y de la Asociación Tierra de Todos, la Asociación Cardijn y el espacio Tartessos a partir de los 90. En suma, fue el gran artífice de todos los sistemas de migrantes llegados a través del Estrecho de Gibraltar huyendo del hambre, las guerras y la miseria. Su sobrina agradeció el reconocimiento «en nombre de sus dos familias, la de sangre y la de la Iglesia, la de los refugiados y migrantes a los que entregó su vida». Su brillante y humana labor fue reconocida con la medalla de Andalucía como defensor de los derechos humanos, la tolerancia, la diversidad, el respeto y la dignidad de todas las personas.

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