Pareja

Cómo superar el miedo a que nos hagan daño

El sufrimiento es inevitable porque no somos perfectos, pero la forma de afrontarlo y la actitud sí que depende de nosotros

Es fundamental contar a la pareja nuestras preocupaciones, pero desde la tranquilidad, no desde el reproche
Raquel Alcolea

Raquel Alcolea

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«Si tenemos miedo a que nos hagan daño es porque fuimos heridos en el pasado», revela la psicóloga Gema Sánchez Cuevas, quien aclara que aunque ese miedo es algo totalmente normal si nos decepcionaron o sufrimos mucho en un relación anterior, el problema puede venir si nos aferramos a ello. «Si esto sucede, imponemos unas barreras a nuestro derecho a amar y a ser amados», destaca.

Por eso para superar este temor, la experta invita a reflexionar sobre aquellas cosas a las que tenemos miedo más allá de ese «a que nos hagan daño». Quizás sea a que nos abandonen, según propone la psicóloga, o a que eso nos haga sufrir. En este sentido aclara que el sufrimiento es inevitable porque no somos perfectos y que cada uno de nosotros arrastra el peso de su historia de vida. «Lo importante es la actitud que tomemos para hacerle frente y para ello es imprescindible quererse a uno mismo », aconseja.

Otro punto clave en este tipo de situaciones es gestionar las emociones y expresar a la pareja cómo nos sentimos. «Hay que hablar de lo que nos preocupa, para que el otro pueda entendernos porque, de lo contrario, lo único que haremos será poner distancia entre los dos», aclara.

Además, no podemos olvidar, como propone Sánchez Cuevas, es que no hay dos personas iguales y que juzgar a una persona en base a la experiencia que hayamos tenido con otra no es justo ni para esa persona, ni para nosotros ni para la relación. «Hay que poner punto y final al pasado», sentencia.

En su opinión, amar es arriesgarse y convivir con la posibilidad de perder, pero también es apostar por ello si consideramos que merece la pena.

¿Debo contar a mi pareja mis temores?

Comunicar los miedos y temores no es algo que deba hacerse a la ligera pues, como sugiere la psicóloga, debemos buscar el momento adecuado, ese en el que ambos estemos calmados y dispongamos del tiempo necesario para explicarnos bien y aclarar las dudas. «Aquí no valen las prisas», añade.

Una vez que hayamos iniciado la conversación es imprescindible abrirse al otro con sinceridad . «Podemos empezar explicando qué es lo que nos preocupa, cuáles son las consecuencias o efectos que tiene en nosotros y finalmente contarle cómo nos sentimos. De esta manera facilitaremos que nos comprenda. Incluso si queremos expresarle qué puede hacer para ayudarnos también podemos, pero no desde la exigencia sino como una posibilidad», argumenta Gema Sánchez Cuevas.

Durante la conversación hay que asegurarse de que tanto uno como el otro entienda lo que sucede, pues no siempre el mensaje que se envía es el que se recibe. «Hay que asegurarse de comprobarlo y además revisar qué parte de responsabilidad tiene cada uno en lo que está ocurriendo y cómo puede poner de su parte», explica.

Otro de sus consejos para abordar este encuentro es que la pareja debe hablarse desde la tranquilidad y evitar ponerse a la defensiva o recurrir a las críticas o ataques hacia la otra persona, ya que en el momento en que esto ocurra la comunicación se verá perjudicada.

Por último, aunque seamos nosotros los que hablemos de los sentimientos, escuchar al otro también es importante. «Tenemos que estar disponibles psicológicamente, de esta forma podremos saber qué piensa y cómo se siente al escuchar lo que le estamos contando», revela.

El siguiente paso será pensar qué puede hacer cada uno para que la situación mejore. «Aquí cualquier idea es válida, hasta aquellas que puedan parecer una locura. Así se podrán seleccionar luego las que se consideren más adecuadas para negociarlas en común y ponerlas en marcha y comprobar si funcionan o no», aconseja Gema Sánchez Cuevas.

En definitiva, cuando algo nos preocupa, lo mejor es que lo hablemos, en lugar de silenciarlo y dejar que el tiempo pase. Así, los ingredientes necesarios para mejorar lo que no está funcionando son las ganas de solucionarlo, el esfuerzo, el compromiso y una actitud flexible por parte de ambos. Aunque uno pueda pensar que son ingredientes muy generales, lo cierto es que la psicóloga afirma que, sin ellos, se vuelve complicado resolver cualquier conflicto o situación.

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