Sexo

Me han dado calabazas, ¿cómo lo supero?

El interés por una persona que no es correspondido o las rupturas inesperadas de pareja se pueden «curar» con amor propio y atendiendo a las señales previas

La expresión «dar calabazas» se suele usar cuando hay un rechazo amoroso
Raquel Alcolea

Raquel Alcolea

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Dice el refrán «Te juzgué melón y me resultaste calabaza». Son varias las teorías que relacionan la calabaza con el rechazo amoroso . Mientras que algunos aluden a las propiedades que les atribuían los griegos (que su consumo bajaba la libido), otros señalan su origen en la Edad Media, concretamente en los monasterios, donde se usaban pepitas de calabaza en las cuentas del rosario para alejar los pensamientos impuros. En el «Vocabulario de refranes y frases proverbiales» de Gonzalo Correa se sugiere que esta expresión se relaciona con lo que hacían los que aprendían a nadar usando calabazas como flotadores pues cuando ya no las necesitaban, las abandonaban.

Lo cierto es que, a pesar de la antigüedad de la expresión «dar calabazas» (apareció por primera vez en 1780 el Diccionario de la Academia con la acepción de «desechar las mujeres la proposición de algún novio») se sigue usando con ese significado, el de «rechazar a alguien que está interesado en ti».

¿Por qué nos montamos películas?

La historia suele comenzar así. Conocemos a alguien, nos gusta, parece que le gustamos, nos ilusionamos, nos interesamos y es entonces cuando... nos montamos la película . Y es precisamente sobre esa película sobre lo que nos alerta la psicóloga Laura Chica, autora de «365 citas contigo». «Creemos haber encontrado al hombre perfecto o a la mujer perfecta y depositamos en él (o en ella) todas las expectativas y las ilusiones que tenemos y además pensamos que él o ella es justo lo que necesitamos. ¿No te parece que es dar demasiada responsabilidad a una persona que acabas de conocer?», pregunta. Para la psicóloga, que también es autora del libro «¿Quién eres tú?», la clave está en que, en esas circunstancias, solemos buscar que el otro nos quiera «todo lo que no conseguimos queremos a nosotros mismos».

De alguna manera, reinterpretamos cada conducta o cada palabra en función de nuestro interés o de nuestra «película». Es entonces cuando lo justificamos todo, con frases como: «Si no me llama, será porque está ocupado», «no habrá tenido tiempo de mirar el móvil», «no tardará en preguntarme cómo estoy», «debe estar muy cansado o cansada para salir». Pero lo cierto es que, según Laura Chica, lo que de verdad aporta información sobre el interés que despertamos en otra persona es fijarnos en los hechos y no en las palabras . Así, la psicóloga aconseja delimitar la realidad lo máximo posible y trabajar la afectividad con personas cercanas, que nos quieran, pues son esas personas de nuestro entorno las que a veces nos abren los ojos diciéndonos: «¿Pero no te das cuenta de que pasa de ti?».

Además de cosas como tardar en llamar o en responder a los mensajes, algunas otras señales que denotan falta de interés son: que se priorice a sí mismo (o a sí misma) todo el tiempo, independientemente de lo que suponga para ti; o que siempre maneje los tiempos a la hora de contestar, quedar o hacer planes. «Estas son informaciones que indican que para esa persona no eres su prioridad », comenta Chica.

Para «curar» los temas relacionados con el desamor Laura Chica propone trabajar el «amor propio» tomando como base y como referencia esta frase: «Me importas, pero me importo más yo» . La experta afirma que es una frase que le gusta repetir a quienes alguna vez se han encontrado en esta situación porque, según afirma, es importante tener claro que a veces intentando que nos quieran, nos perdemos por el camino. «Hay que recordar que merecemos siempre que nos quieran y nos cuiden y que, si no hay reciprocidad, no estás con la persona correcta», revela.

¿Y si me deja cuando ya somos pareja?

En ocasiones puede ocurrir que estemos en una relación en la que aparentemente todo va bien y la otra persona parece interesada en nosotros o incluso podemos llegar a creer que nos ama. Pero resulta que, de repente, esa persona deja la relación y nos quedamos destrozados, sin entender lo que ha ocurrido y sin haberlo visto venir, tal como explica Silvia Congost, experta en dependencia emocional y autoestima que acaba de publicar su libro «A solas» (también ha escrito «Si duele, no es amor», «Cuando amar demasiado es depender» y «Autoestima automática»).

Aunque a veces no hay señales que indiquen que este tipo de rupturas inesperadas va suceder, Silvia Congost aclara que, por lo general, sí que hay pistas que suelen estar ahí: «Lo que ocurre es que no queremos verlas y las pasamos por alto sin darnos cuenta», comenta.

Por un lado, puede que no dejemos espacio al otro para que nos demuestre su interés . «Tal vez uno siempre es el que está proponiendo, llamando o escribiendo. Siempre en primer lugar, sin dejar que sea el otro el que lo haga cuando lo sienta, sin permitir que conecte con sus ganas de nosotros. Retirarse un poco y observar qué hace el otro nos ayudará a ver con más claridad el nivel de interés que tiene», propone Congost.

También hay situaciones en las que la relación comienza demasiado rápido . «Puede que la otra persona muestre un interés desmedido, fruto del enamoramiento inicial y no dejemos tiempo a que todo se vaya viendo. En seguida ya quiere que vivamos juntos, nos regala un viaje al fin del mundo y nos presenta a toda su familia. Y puede que ni siquiera nos conozcamos bien, ya que para eso se necesita tiempo... Yo las llamo relaciones 'cohete', suben muy rápido pero igual que suben, un día se caen de golpe. Y eso nos deja destrozados», argumenta la autora de «A solas».

Otras señales que pueden suponer una alerta, según explica Silvia Congost, son las actitudes que nos crean desconfianza como el hecho de que haya partes de su vida de las que no quiera hablar o conductas extrañas con el móvil, o incluso si desaparece de repente y hay espacios en los que no se sabe nada de él o de ella.

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