Los 88 peldaños de la gente feliz

Peldaño 60: La historia de las cerezas que demuestra que el éxito está en el punto medio

En este capítulo de «Los 88 peldaños de la gente feliz» te cuento un truco para encontrar el punto medio entre dar y recibir

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Anxo Pérez

Anxo Pérez

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Cuando vas en tu coche en verano y sientes un poco de calor, no sueles ponerte un poco de aire frío, sino que directamente pones el aire acondicionado al máximo, ya que eso es justamente lo que más te apetece, pero el problema es que ese chorro de aire frío sobre tu piel suele acabar teniendo consecuencias negativas para la salud . Como resultado de esto, hay gente que decide chorrear de calor antes que encenderlo. Pero ¿el hecho de que no haya que ponerlo al máximo quiere decir que lo correcto es no encenderlo? No. El éxito está en el punto medio . E igual que ese punto medio es aplicable al tema del aire acondicionado, lo es también al Peldaño anterior: comunicar nuestra valía sin entrar en ninguno de los extremos, esto es, ni guardárselo todo hasta el punto de quedarse callado, ni venderse tanto que en lugar de valía, se perciba soberbia. Sin embargo ese punto medio no es fácil de hallar, y de hecho hallarlo se convierte en un arte, el arte de la diplomacia. Este Peldaño te ofrecerá un truco para empezar a dominarlo. Está basado en el símil de las cerezas.

«La vida es como un puente sin barandillas. Si pecas por exceso, te caes por uno de sus lados. Si pecas por defecto, te caes por el otro. Si quieres cruzarlo, mantente en el punto medio».

Anxo Pérez

Conferenciante

Tamara, la mamá de Luis, hijo único de ocho años, lleva meses pensando que le gustaría encontrar la manera de enseñarle a compartir más con los demás y ser menos egoísta. Un día, Luis trae a su amigo Raúl a casa a pasar la tarde, y ella les ofrece un plato de cerezas, el postre favorito de ambos, con la intención de usarlas como ejercicio para que Luis no se las coma todas. Para ello, antes de servírselo, llama a Luis a un lado y le da estas instrucciones de forma privada: «Esto es lo que vas a hacer. Toma un plato grande vacío y coloca sobre él un vaso, también vacío. El vaso representa todo lo que tú te vas a comer. Y el plato representa todo lo que se va a comer tu amigo Raúl. Y la regla es la siguiente: por cada cereza que pongas dentro del vaso, esto es, para ser comida por ti, tendrás que poner otra fuera del vaso, esto es, para ser comida por él. No podrás poner ninguna dentro que no haya sido compensada con otra fuera».

¿Y qué sucedió con la regla? ¿Funcionó? Por supuesto. A Luis le pareció razonable, por lo que Luis estaba contento, su amigo estaba contento y su madre también estaba contenta. ¿Por qué? Porque al mundo le encanta cualquier fórmula en la que compensas cada «cereza» que repartes a tu favor con otra que repartas en tu contra. ¿Y cómo se aplica la teoría de las cerezas al arte de la humildad? Muy sencillo. Cada vez que quieras tirarte una flor, haz una concesión. La cereza dentro, la flor, será todo aquello que digas a tu favor, y la cereza fuera, la concesión, será todo aquello que digas en tu contra. Incluso una crítica será vista como una cereza dentro, mientras que la autocrítica será vista como una concesión, esto es, cereza fuera (humildad). Siempre que tu interlocutor vea que cada cereza dentro está compensada con una fuera, le parecerá bien.

No seas el tipo de persona que habla como si fuera grande a pesar de ser pequeño. Sé el tipo de persona que habla como si fuese diminuto a pesar de ser gigante.

Anxo Pérez

Conferenciante

Ejemplos:

Hay mil cosas en las que soy terrible (cereza fuera), pero ésta no es una de ellas (cereza dentro).

Es curioso lo mucho que le cuesta a mi jefe no criticar ni enjuiciar a la gente (cereza dentro), pero lo cierto es que igual que él tiene sus áreas de mejora, yo tengo las mías (cereza fuera).

Reconozco que no creí que me lo fueran a dar (cereza fuera), pero rompí a llorar cuando vi que había conseguido el papel principal (cereza dentro).

A ella le queda mucho trabajo por hacer en su Éxito Interior (cereza dentro), pero a mí también, como a todos (cereza fuera).

Cualquiera de las frases anteriores se quedaría sin arte diplomático si dieras exactamente la misma información pero sin realizar ninguna de las concesiones, o sea, «todas las cerezas para mí».

@anxo

#88PeldañosGenteFeliz

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