Los 88 peldaños de la gente feliz

Peldaño 13: «El mal no se combate con armas, se combate con libros»

En este capítulo de «Los 88 peldaños de la gente feliz» te explico que es correcto reparar el mal pasado y prevenir el mal futuro, pero sin juzgar en el presente

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Anxo Pérez

Anxo Pérez

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Imagínate que tienes tu primer bebé . Eres testigo tanto de la falta de experiencia como de la ilusión con la que todo padre primerizo cuenta . Llega el día del nacimiento. Todo es alegría, emoción y sonrisas. Te dan el alta en el hospital y llegas a casa con el nuevo miembro que, aunque no lo sabes, está a punto de convertirse en el centro del universo, de tu universo. En China, cuando un bebé es hijo único, tiene a entre seis y diez adultos pendientes de él, y la familia acumula suficiente dinero para que el niño tenga de todo , lo denominan el pequeño emperador. «Entiendo el porqué», dices, tras transcurrir un mes de «tu» nueva vida.

Ahora, imagínate que alguien quisiera entrar en tu casa, ser el centro del cien por cien de tu atención, romper vasos y copas cuando le plazca, escupir la comida que le sirves y hacer sus necesidades en cualquier momento y en cualquier lugar . ¿A cuántas personas se lo permitirías? ¿Y a cuántas sin el menor reproche a su persona y a sus acciones? Absolutamente a nadie, salvo a uno: a tu «pequeño emperador». Cada vez que el bebé entra en «modo destrucción», tú haces tres cosas... Por un lado, lo que él ha destruido, tú lo intentas reconstruir . Si destroza una pared blanca con un rotulador negro, tú le das una capa de pintura a la pared. Si vierte un vaso de agua sobre su ropa, tú la secas. Y si rompe un jarrón, tú te pones a pegar sus piezas. Esto tiene que ver con arreglar daños pasados .

Por otro lado, evitas fomentar la destrucción . Si rompe un plato contra el suelo, no le das más para que los siga rompiendo, sino que los retiras del radio de su alcance o los cambias por otros de plástico. O sea, tomas medidas para evitar que vuelva a suceder. Esto tiene que ver con evitar daños futuros .

Pero el punto más importante es el tercero, y es que en ningún momento enjuicias a tu hijo en el presente , por enorme que sea el desastre que acaba de ocasionar. Si te inserta su dedo en tu ojo y te lo deja irritado durante horas, tú te proteges de su dedo, pero no te enfadas con él (a menos que tengas un Belt muy bajo), y no condenas ni castigas su actitud. No sólo no le devuelves su daño, sino que ni siquiera le enseñas que no puede hacer eso, ya que es demasiado pronto para su nivel de madurez. El menor de esos comportamientos realizado por cualquier otra persona hubiera provocado en tu interior una hoguera de frustración y furia ; y sin embargo con tu bebé, que acaba de nacer, consigues contenerla toda gracias a dos palabras. Ambas son la culminación del peldaño anterior. La primera es la ignorancia. No puede haber reproche hacia alguien que desconoce qué significa que algo sea reprochable. Y la segunda es que la ignorancia conlleva comprensión . Por eso respondes a su desconocimiento con amor, un amor compasivo.

—Anxo, sé exactamente por dónde vas, pero ni por un momento te voy a comprar la teoría de que esto, que vale para un bebé, valga también para un adulto que actúa de forma incorrecta, ya que el adulto sí sabe la diferencia.

(Atención porque estás a punto de leer uno de los mensajes más poderosos de todo el libro). Te entiendo. Yo pensaba igual. Pero nos estamos equivocando ambos. Yo antes y tú ahora. ¿Por qué? Porque, en realidad, bebés son los dos, uno a nivel biológico exterior, y el otro a nivel evolutivo interior . Cuando hablo de ignorancia en un adulto con un nivel evolutivo bajo, no me refiero a que él no sepa la diferencia entre hacer el mal y hacer el bien. Esa diferencia claro que la sabe. Lo que no sabe es cómo trascenderla para dejar de hacer lo que hace . Desconoce cómo desarrollarse interiormente para elegir el bien por encima del mal de forma recurrente . Sigue comiendo en el restaurante malo porque desconoce que existe uno bueno y que además no cuesta más que el otro (igual que cuando haces el bien no cuesta más que hacer el mal).

Nadie que sepa lo que significa vivir en la luz elegiría ni por un segundo continuar en la sombra.

Por tanto, por supuesto que no hay que echarse a los brazos de un maltratador para dejarse maltratar, igual que no hay que darle más platos a un bebé que tiende a romperlos. La conclusión del símil del bebé está en que es correcto reparar el mal pasado y prevenir el mal futuro, pero sin juzgar en el presente . Cuando alguien te lance un insulto que tú nunca lanzarías a él, no es correcto decir que el insulto sea bueno, pero tampoco que la persona que lo profirió sea mala. Simplemente es que vive en la sombra de la ignorancia.

Tan sólo piensa que el motivo por el que ha hecho algo así es porque todavía no ha alcanzado tu nivel evolutivo. Algún día trascenderá su nivel actual, mirará atrás, observará su comportamiento fruto de la ignorancia y exclamará mientras sacude su cabeza: «Qué poco sabía entonces». Si consigues llegar a ver a la gente como bebés, conseguirás llegar a aumentar tu compasión hacia el mundo, encogiendo un poco más tus sombras y agrandando un poco más tu luz.

#88PeldañosGenteFeliz

@Anxo

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