Fernando del Valle - ANDALUCÍA INSOSTENIBLE

Una vida normal

Fernando del Valle
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A mi abuelo no lo mataron los nacionales. Ni los republicanos. Qué le vamos a hacer. Hay quien ha conseguido hacer carrera basándose en una circunstancia así. No es mi caso. Ni el de tantos. A Dios gracias, porque eso me permitió conocerlo y disfrutarlo. Hasta hace muy poco.

La Guerra le pilló jovencito, casi un niño, y supo que había que madurar rápido. Atravesó penurias parecidas a las de cualquiera en esa etapa gris que ojalá nunca se repita. Pero el hambre agudiza el ingenio y las piernas. Recorría con su bicicleta los pueblos de Guadalajara buscando comida para la familia. En las historias que contaría a sus nietos, nunca se regodeó en las estrecheces. Al menos eso no forma parte de mi memoria.

Luego, durante los nosecuántos años de paz, desempeñó numerosos trabajos antes de alcanzar un empleo cómodo que le permitió dar una confortable vida a su parentela en una buena casa de ciudad de provincias. A lo mejor tendría que avergonzarme por ello. No lo consigo. Logró dar estudios a sus tres hijos, que fueron lo contestatarios que había que ser en temporada de cambios y algún berrinche le dieron. Como en tantas otras casas, las cosas volvieron a su cauce.

Ya disfrutando de su pensión, cuidó de sus nietos, viajó con su 127 y vio fútbol por la tele. Aferrado a sus crucigramas, Suárez, Felipe, Aznar, Zapatero y Rajoy fueron pasando por la pantalla. Unos le gustarían más que otros. Yo no recuerdo soflamas ideologizantes. Entiendo que haya quien considere lacerante tal falta de compromiso. Personalmente, a mí me ha servido mucho haber crecido en un ambiente tan ajeno al rencor. Ya con bisnietos en el mundo, cercano el ocaso, llegó a padecer los recortes. Pero siempre estuvo bien cuidado, terminando una vida plena justo en la mañana de la Nochebuena.

Una historia normal que acaba en un momento en que algunos se aferran a todo lo que no hubo en esa casa (trincheras, desprecio al otro, resentimiento) para dibujar un presente de anormalidad con el que me es muy difícil comulgar.

Descansa en paz, yayo.

Ver los comentarios