El paro y los bajos salarios empujan a jóvenes de Andalucía hacia Francia

Más de 10.000 personas, muchas de ellas universitarias, procedentes de la comunidad autónoma recolectarán uva este año en la vendimia gala

José Francisco Alcalá, uno de los vendimiadores que acudirá a Francia a la recogida de uva ABC

Javier López

El andaluz que vendimiaba en Francia en los setenta era algo así como el chico de las gafas en el país de las rubias. El complejo de región subdesarrollada cursaba en contra del jornalero, que llegaba en trenes renqueantes a estaciones prósperas cuyos megáfonos le informaban en un desconocido idioma del lugar en que se encontraba: «Perpignan, ici, Perpignan». O Narbona, o Beziers o Carcasona, que son también hoy, casi medio siglo después, los lugares donde recalarán este año más de 10.000 andaluces para participar en la campaña de recogida de uva .

La mentalidad del vendimiador ha cambiado tanto como sus trenes, pero las circunstancias económicas, otra vez adversas, le obligan a desplazarse de nuevo a la caída del verano al país del vino, donde, para trabajar, sólo necesita unas buenas tijeras y unos buenos lumbares, además de un contrato en origen. Nada ha cambiado en este sentido, a no ser la forma de desplazamiento, que ahora se lleva a cabo en autobuses bien acondicionados, fruto de la reivindicaciones de los sindicatos de clase, que ponen como ejemplo a Francia en materia laboral.

« Los patrones españoles tiene mucho que aprender de los franceses », expone Lucía García , secretaria de migraciones de UGT, quien ensalza el cumplimiento de los agricultores galos de la norma sobre las condiciones laborales pactadas, que, además, complementan con medidas de carácter social, como la ayuda por hijos. A lo que se une un salario mayor que el español. En Francia, explica, se paga casi 10 euros a la hora mientras que en la vendimia española el salario medio es de 6 euros.

Junto a otros sindicalistas, Lucía se desplazará a diversos tajos franceses para conocer la problemática de los vendimiadores españoles, que casi nunca se centra en el sueldo o en tretas empresariales para no cotizar por los jornaleros , sino especialmente en el alojamiento, que no siempre reúne unas condiciones dignas, si bien el patrón no tiene obligación de albergar a los vendimiadores, que proceden en su mayoría de Jaén, Granada y Córdoba, aunque también llegan desde poblaciones de Sevilla y Cádiz.

El vendimiador andaluz procede de los pueblos. Huesa y Valdepeñas en Jaén, Caniles y Montejícar en Granada, María en Almería y Alcalá del Valle, en Cádiz, son algunos de los municipios que exportan mano de obra a las vides francesas. Otro factor común de los vendimiadores es que repiten año tras año, si bien algunos no participarán en la próxima campaña. Es el caso de trabajadores universitarios, que han encontrado trabajo en Andalucía .

Almudena Alcalá 38 años

La floristería que la madre de Almudena Alcalá tiene en el municipio jiennense de Huesa es un hermoso negocio. A ella le gusta el oficio, pero hace 6 años, los que lleva afincada en Francia, tuvo claro que el comercio no proporcionaría los ingresos suficientes como para abastecer a dos familias. De manera que optó por emigrar a un país que conocía bien por sus estancias periódicas durante la vendimia. Si permanece ahora en él no es sólo porque encontrara un empleo, sino porque se enamoró. «Me vine por la economía y me quedé por el corazón». El tercer puntal de la felicidad de esta joven de 38 años es la naturaleza. Almudena reside en un paraje precioso, rodeado de lagos, al lado de su marido y de su hijo de dos años. Trabaja en la cereza y en la uva. Entre sus cometidos destacan la limpieza de las cepas y los injertos. También, cuando toca, como es el caso, la recolección. Aunque alejada de su tierra, lleva una vida plácida que le hace feliz. «No me planteo otra cosa», asegura.

Daniel Braulio 40 años

«Me indigna que llamen vagos a los andaluces. Lo que sucede es que aquí no hay trabajo para nosotros. Por eso nos tenemos que buscar la vida en otro país». Lo afirma Daniel Braulio, granadino de 40 años, que partió la semana pasada hacia Francia para trabajar en la recolección de la uva. Su intención es quedarse tras la vendimia porque no hay trabajo en Andalucía. Admite que emigra porque en su país las cosas no están bien. Si lo sabrá él que, aunque trabaja desde los 16, sólo tiene 7 años cotizados. Denuncia que en la hostelería andaluza, eje de su currículo laboral, no hay relación entre lo que se trabaja y lo que se cobra. De ahí su decisión de desplazarse a Francia para conseguir un mejor salario. Ya estuvo en ese país en otra ocasión y retornó a su lugar de origen cuando reunió dinero, ahorro impensable con los sueldos que cobra en Andalucía. Volver es un verbo que siempre conjuga: «Como se vive en Granada no se vive en ningún lado».

José Francisco Alcalá 33 años

José Francisco Alcalá reparte sus 33 años de vida entre España, su cuna, y Francia, su mesa. Nació en Huesa, un pueblo de Jaén que, como tantos otros de Andalucía, no proporciona a sus vecinos la posibilidad de prosperar. De ahí que, junto a su mujer y a su hija, se desplace anualmente al sur galo, a la Provenza, a Aviñón, para participar en tareas agrícolas. Cuenta con formación como electricista, pero, dada la falta de empleo, ha optado por convertirse en trabajador del campo en un país que le proporciona un horizonte laboral y un salario digno. «El problema de España es que no hay nada de empleo». Lo que explica que durante un semestre se afinque en el país galo, donde trabaja en el campo. La vendimia comienza a final de agosto y durará unos 25 días. Cada trabajador ganará en torno a 2.000 euros, dinero insuficiente si hay que sacar adelante una familia. Por eso, José Francisco amplía su estancia en Aviñón. Lo que no significa que se haya afrancesado. Echa de menos Huesa porque allí tiene parientes y amistades. Lo que no tiene es porvenir.

Rosa María Sánchez 29 años

«Trabajé el año pasado en el Ayuntamiento de Huesa durante 9 meses. En lo mío. Tengo estudios de administración y gestión de empresas. Fue una experiencia muy buena, pero también muy corta». Tan corta, que Rosa María Sánchez ha tenido que emigrar a Francia para mantener intacta su relación con el empleo. Reside temporalmente allí junto a su marido, José Francisco, y la hija de ambos, Paula, de 14 meses, que permanece en una guardería mientras sus padres trabajan en la agricultura. La experiencia laboral de Rosa María está relacionada con la vendimia francesa, donde comenzó a recolectar uvas cuando era una adolescente. Casi era una niña cuando se familiarizó con los racimos. Ahora, con 29 años, ya no lo es, pero su situación económica le obliga a desplazarse de nuevo a la tierra gala, donde permanece más tiempo que cuando se desplazaba únicamente para la recolección de la uva. Admite que si tuviera oportunidades laborales en España permanecería en Jaén, pero es consciente de la dificultad de conseguir un puesto de trabajo de su especialidad.

Francisco Saborido 24 años

Francisco Saborido trabaja desde hace tan sólo 3 días en la campaña de la manzana de Francia, donde prevé permanecer hasta noviembre. Después retornará a su municipio gaditano, Alcalá del Valle, para participar en la recolección de la aceituna. Aunque su vida laboral gira ahora en torno al sector agrícola, confía en sustituir pronto el campo por el aula: «He estudiado la carrera de Magisterio y el próximo año tengo previsto opositar».

Hasta tanto no apruebe, este andaluz de 24 años prefiere emigrar a permanecer en una comunidad autónoma en la que la que el empleo se caracteriza por el salario bajo y la picaresca. «En Andalucía hay muy pocos trabajos en condiciones . Al menos, en la hostelería, donde trabajas mucho y cotizas poco. En concreto, se trabaja hasta 12 horas y se cotiza por 4 ». Nada que ver con la recolección en Francia, donde se paga por encima de los 9 euros a la hora a los trabajadores y se respetan los términos de los contratos.

Junto a Francisco, más de 2 decenas de alcalaínos han emigrado a Francia para recolectar manzanas. El año pasado se desplazaron hasta el país galo en torno a 40, pero en esta ocasión, explica el joven, varios de sus paisanos han preferido trabajar como albañiles en la construcciones de vivienda de la costa andaluza.

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