Cómo hablar de dimisión cuando es un cese

La orden ha sido directa de la presidenta Susana Díaz. La cortesía política y la manera de hacer las cosas en la Junta de Andalucía obligan a «aceptar» la dimisión por propia iniciativa de Martín Blanco y de José Manuel Aranda, pero toda la Junta sabe que han sido cesados y así se ha transmitido por los canales internos del propio SAS. Es más, lo fueron hace varios días si bien no se ha hecho público hasta el martes porque la presidenta no quiere vacíos de poder de ninguna clase. Susana Díaz considera que las interinidades son una muestra de debilidad y por ello se ha postpuesto el cese hasta la celebración del Consejo de Gobierno para nombrar a los dos recambios a Martín Blanco y Aranda.

Es cierto que en Ciudadanos había una cierta incomodidad por la crisis sanitaria y que ha habido conversaciones este pasado fin de semana. A Juan Marín le preocupaba el papel que estaba jugando y había exigido explicaciones al consejero de Salud sobre las mareas y las donaciones que había publicado ABC pero la presión no había sido muy fuerte.

Sin embargo, el cese responde a la necesidad del Gobierno andaluz de cerrar una crisis que está durando más de lo que quisiera y que Susana Díaz quiere atajar de una vez por todas. Pero el paso que se ha dado no es el definitivo. La presidenta, hábil en gestionar crisis políticas, todavía se guarda la bala del cese del consejero Aquilino Alonso. Fuentes muy cercanas informan que no ha llegado el momento de dar ese salto cualitativo. Aquilino Alonso será el parapeto que libre a la presidenta de un desgaste muy poco oportuno, y mucho más en un asunto que está en su línea de flotación como es la sanidad.

El futuro de los cesados

La salida de Aranda y de Martín Blanco no los deja, ni mucho menos, en la calle. José Manuel Aranda es médico epidemiólogo del SAS, si bien lleva más de treinta años en la gestión sanitaria tal y como él mismo relató a ABC.

Martín Blanco es economista y técnico superior de la Consejería de Fomento. Así pues, los dos ex altos cargos de la Junta no abandonan la administración andaluza, aunque retoman unos puestos de trabajo que hace años habían abandonado para dedicarse a la dirección.