A caballo o en globo: los andaluces de más de 100 años con más ganas de vivir

En Andalucía hay 35.574 personas mayores de 90 años, la mayoría de ellas, mujeres

Tres andaluces centenarios: Pilar, Antonio y María ABC

M. Moguer

Pilar tiene 102 años y asegura que se irá a vivir con su hija «cuando sea ya muy mayor» porque, de momento, ella se ve estupenda. Antonio, con 101, acaba de probar lo que es montar a caballo . Hasta hace poco, este cordobés no perdonaba su vinito en la comida. María, que va camino de los 97 años tiene un deseo por cumplir. «Cuando llegue a los 100 me tiro en paracaídas» , le tiene dicho a su familia. Y es de las que cumplen sus deseos, porque a los 95, como quería de toda la vida, se subió en un globo.

Estos tres ejemplos de cómo vivir la tercera edad quizás se salgan de lamedia -no todo el mundo llega a los 100 años con el cuerpo para montar a caballo o tirarse en paracaídas - pero son una pista. Los mayores andaluces cada vez son más mayores. Y más en número. Pero sobre todo afrontan esta etapa de su vida con toda la vitalidad del mundo.

Segúnel Instituto Andaluz de Estadística (IAE), en la comunidad hay 1.442 personas con más de 100 años . El grueso de ellos viven en Sevilla, que es también la provincia más poblada . Con más de 95 años hay en la comunidad 8.036 personas. Y el número es aún mayor si se observa cuántos andaluces han soplado al menos 90 velas en su último cumpleaños: 35.574.

Hay algo que une a estos longevos andaluces : todos han superado -con mucho- la esperanza de vida para los habitantes de la comunidad, que está en 81,2 años, la tercera más baja de España, solo por detrás de Ceuta y Melilla.

Lo segundo que tienen en común muchas de estas personas es su género. En la mayor parte de los casos quienes superan los 90 años son mujeres. La proporción media es tres mujeres de más de nueve décadas por cada hombre que llega a esa edad. Cuando se pasa de los 100 años, la tendencia se agudiza. Solo tres de cada diez centenarios andaluces son hombres . El resto, todo mujeres que, como Pilar o María, sienten que tienen aún mucho por hacer.

Antonio Herrera, 102 años

Antonio Herrera, montando a caballo ABC

A Antonio Herrera, cordobés que va camino de los 103 años, no le gusta hablar de la Guerra Civil . Cuando sale el tema solo dice «que no pase más; que no se repita». Y ahí se acaba la discusión. Sus hijos cuentan que estuvo luchando en Barcelona y luego preso en Santander. Desde pequeño dedicado al campo, como sus padres, Antonio conoció «tarde» a la que sería su mujer . Se casó con ella a los 43 años, cuando ella tenía 30 y ambos tuvieron dos hijos, que pasan los 50 ya. Él asegura que su secreto para vivir tantos años es no haber sido nunca «un comilón» . «Siempre ha comido muy poco» indican sus hijos. Pero eso no le ha quitado de disfrutar de un «vinillo» con los amigos o antes de comer, «lo normal de la gente del campo», explica su hijo, que también se llama Antonio. Hoy día viven cuatro generaciones de esta familia cordobesa. Antonio ya tiene bisnietos, con los que sopla las velas de sus cumpleaños.

A este cordobés centenario, explica su familia, le gustan mucho los caballos . Y resulta que uno de sus nietos tiene un picadero, así que le propuso a su abuelo si quería montar. Antonio dijo sí. Y allá que fueron, a que el hombre montase a caballo con más de un siglo de vida. « Le ayudamos a subir y se dio una vuelta . Le gustó mucho», cuenta su hijo. Su familia, echando cuentas, explica que Antonio lleva 37 años jubilado y que, si sigue con tan buena salud, va a llegar un momento en que tenga más años de pensionista que años dados de alta como trabajador .

Pilar Bustos, 102 años

Pilar Bustos ABC

Pilar Bustos tiene 102 años y una memoria prodigiosa . Cuenta su hija, María del Carmen, que a veces ella olvida cosas y tiene que llamar a su madre para preguntarle. «Mi madre es una señora mayor, pero por la carrocería. Por dentro está con la cabeza mejor que yo», explica . Pilar, que vive sola y no permite ni que le recojan lo que se le cae al suelo -«me agacho a coger lo que sea y esa mi gimnasia», se ríe ella-, asegura que se irá a casa de su hija a vivir «cuando sea muy mayor». Si se le pregunta el secreto de su longevidad, ella se encoge de hombros: «Nunca he fumado ni bebido y he trabajado mucho» , es su respuesta. Pilar, que se quedó viuda con 30 años, sigue siendo igual de coqueta a sus 102 como lo era de joven. «Todas las semanas va una peluquera y la peina y le hace las uñas», explica su hija, quien a veces también la arregla «porque ella prefiere que lo haga yo si estoy en su casa».

Pilar lleva sola sus cuentas, su dinero y sus pagos. Al banco no la acompaña nadie -ni falta que le hace, dice-, y recuerda la Guerra Civil como « una cosa muy dura física y psicológicamente» que, eso sí, cree que a los de su generación les hizo más fuertes.

Su quinta, los de 1917, que es cuando nació Pilar, han visto todo. La Monarquía con Alfonso XIII, las colonias en África, la II República , la Dictadura de Franco, la Transición, la Democracia y el reinado de Juan Carlos I y también de Felipe VI. ¿Qué puede asombrar ya a una mujer que cuando nació aún vivía Mata Hari, que vio empezar la I Guerra Mundial y que ha conocido a nueve Papas ?

Ella, acostumbrada a los cambios se toma con mucha naturalidad hablar con sus bisnietos que viven en África por Skype o casarse a los 60 años con un antiguo pretendiente. Pilar, que hasta hace nada iba todos los veranos a Benidorm no tiene intención de parar. «Ella no tiene intención ninguna de morirse» , se ríe su hija. «Es más dura que nada», remata.

María Fernández-Casas, 96 años

María Fernández-Casas, montada en un globo con 90 años ABC

Al cumplir 90 años, María se montó en un globo. Con ella iba su nieto. «Él iba muerto de miedo y yo en la gloria», cuenta ella. El paseo en globo era una de las ilusiones de su vida. Y esta granadina de 96 años tiene por costumbre cumplir sus sueños . A los 95 años ella, que siempre ha temido al agua tras estar a punto de ahogarse de pequeña, pidió ver el fondo del mar. Su familia alquiló un barco con el suelo transparente . Lo que vio no le impresionó mucho. Tampoco se había perdido tanto, debió pensar, satisfecha. Para cuando cumpla 100, María ya sabe también lo que hará. Se tirará en paracaídas. Su hija, que también se llama María, lo cuenta casi sin sorpresa. Normal, con los antecedentes de su madre.

María, que estudió cuando no lo hacía nadie , se casó con un compañero de clase que iba para médico. Y recuerdan en casa que su suegro, medio inglés, estaba preso cuando estalló la Guerra Civil . Un avión bombardeó el edificio, que se vino a bajo en parte. El hombre «se puso su sombrero, cogió a su familia y se metió en un barco , donde pasó el resto de la contienda».

De viaje de novios, recuerda María, se fueron la costa levantina. «Qué feo era Murcia» , se ríe ella. Luego he ido alguna vez y está precioso, pero entonces, no». Y se acuerda de su vecino en Granada a primeros del siglo XX, nada menos que Federico García Lorca .

«Que le busquen si quieren , pero no lo van a encontrar ; la familia se llevó el cuerpo», cuenta ella, que, en la Guerra Civil estrenó el vestido más bonito que recuerda , hecho de hilo blanco de un saco de azúcar.

María ha viajado con su marido por medio mundo pero le quedó la espinita de conocer Rusia. A su esposo no le hacía gracia el destino. Pero ella no deja cosas a medias, así que, ya viuda, cogió su hija y se fue dos semanas a conocer el país . Ya solo le faltan tres años para el salto en paracaídas.

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