SOLIDARIDAD

El viaje de Ebi a Málaga en busca de un corazón sano

La asociación «Tierra de hombres» la llevó al hospital Materno Infantil desde Mauritania por sus problemas cardiacos y 11 meses después ha vuelto a África con su familia

Ebi con sus padres biológicos al regresar a Mauritania tras su tratamiento ABC

J.J. Madueño

Ebi vive con su familia en Nuakchot, ciudad en la costa atlántica de Mauritania. Ha regresado después de 11 meses siendo trata en Málaga, donde llegó por unos problemas de corazón. Ahora tiene dos años de edad, pero cuando la delegación de «Tierra de hombres» la seleccionó para tratar su cardiopatía en Europa apenas tenía un año de edad. Dejó a su familia en África y se marchó en un viaje hacia la vida, donde ha encontrado un corazón sano y un tratamiento adecuado para un complicado cuadro clínico. Su familia la recibió en el aeropuerto de su ciudad natal, después de abandonar Málaga el pasado 13 de junio. Había llegado a la Costa del Sol en julio de 2017.

Lo miembros de la asociación en Mauritania detectaron los problemas de Ebi. Sufría una grave cardiopatía llamada Aurícula Única . No podía ser tratada en África, ya que tenía que recibir asistencia médica especializada. Sus informes se enviaron a Lausana (Suiza), donde está la central de la organización a nivel internacional. Se decidió que había que tratarla en España. Comenzó un proceso legal que tardó unos tres meses en resolverse, entre informes médicos, autorizaciones de los padres de Ebi para salir de su país de origen a curar su afección, permisos y visados.

«Me ha enseñado lo que significa el amor desinteresado, la ternura y la nostalgia. Lo ves de cerca en un cuerpito indefenso»

Solventados estos trámites, Ebi fue subida a un avión con destino a Málaga, donde un equipo médico le esperaba en el hospital Materno-Infantil. Subió sola, con la única compañía de un voluntario de «Aviación sin fronteras». Llegaron a París, donde con otro voluntario cogió un nuevo vuelo hasta Málaga. En la ciudad andaluza le esperaba una doctora que colabora con la asociación y su madre de acogida, Pilar Esteban. A la que durante 11 meses ha exigido «entrega y compromiso» , pero ha aportado «alegría y felicidad» . «Me ha enseñado lo que significa el amor desinteresado, la ternura y la nostalgia. Lo ves de cerca en un cuerpito indefenso», explica la madre de acogida.

Con ese amor, Ebi y Pilar han estado juntas en exploraciones, diagnósticos, operaciones y la larga recuperación. Pilar fue madre de una pequeña durante la acogida de Ebi , lo que no le impidió apoyarla cuando los médicos recibieron autorización de los padres en Mauritania para tratarla de más afecciones y no sólo de la cardiaca.

Según la asociación, la niña también traía un cuadro severo de desnutrición , que fue tratado, no tenía dientes y presentaba problemas en su crecimiento . Los doctores en Málaga sacaron adelante soluciones para todas estas dolencias y también la intervinieron en ambas manos , ya que la pequeña presenta seis dedos en cada una de ellas.

«Hay que gestionar dos emociones intensamente fuertes. La alegría de que vuelve con su familia y la tristeza de no volverla a ver y poder recibir su amor»

El tiempo de recuperación se alargó más de lo previsto. En su familia de acogida seguían dándole el cariño necesario para superar estas enfermedades, sabedores de que nunca más la volverían a ver, cuándo abandonara Málaga. El pasado 13 de junio Ebi recibió el alta . A partir de ahora sólo tendrá que pasar revisiones en Mauritania, por lo que la asociación dio por concluida la estancia de la pequeña en España.

Pilar Esteban no volverá a verla. «Hay que gestionar dos emociones intensamente fuertes a la vez. Por un lado, la alegría de que vuelve con su familia, que tanto la ama, y, por el otro, la tristeza de no volverla a ver y poder recibir su amor diario», apunta la madre de acogida, que dice que Ebi «deja un vacío irreparable, que solo se podrá curar con el tiempo» .

Las dos familias de Ebi no se conocen, todo se hace a través de la asociación, no hay contacto entre ellos. Por tanto, la pérdida de la niña para la madre de acogida es como la de un ser querido y conlleva «un luto» por una persona que, aún estando viva, no volverán a saber nada de ella. Mientras Pilar Esteban se repone de la ausencia de Ebi, la niña volvió a volar con un voluntario de «Aviación de fronteras» a París y luego desde allí a Nuakchot, donde la recibieron sus padres biológicos, que hace 11 meses la vieron partir sola con poco más de un año de edad en busca de un corazón sano.

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