Derriban la casa del «Schindler de la Guerra Civil» en Málaga

Porfirio Smerdou, cónsul de México en Málaga, salvó a 580 personas de ambos bandos de una muerte segura

Porfirio Smerdou, a los 90 años, en una imagen tomada por su nieto Cristian en Italia CEDIDA POR LA FAMILIA

Isabel Ruiz

Entre los muros amarillos del chalé número 19 de la calle República Argentina de Málaga, encontraron cobijo centenares de personas. Esas paredes, que este martes están siendo derribadas, salvaron de una muerte segura a los perseguidos durante la Guerra Civil. «Villa Maya» fueron de 489 metros cuadrados de vida gracias al cónsul de México Porfirio Smerdou , quien abrió la puerta y alimentó a todo el que pudo.

Vacía desde hace meses y necesitada de reforma, Villa Maya parece haber caído en el mismo olvido que el diplomático mexicano. Una historia que ha empezado a difuminarse con el primer martillazo del derribo, autorizado por el Ayuntamiento bajo el nombre «Demolición de edificaciones existentes y obras para construcción de vivienda unifamiliar aislada y piscina». Un final que la formación Málaga Ahora quiso evitar, solicitando la inclusión del inmueble en el C atálogo de Edificios Protegidos del PGOU.

Pese a que se mantendrá una volumetría parecida, debido a que la nueva edificación no puede superar los 146,7 metros cuadrados construidos según la ficha catastral y el PGOU vigente, colectivos defensores del Patrimonio como «Edifeicios Málaga» critican duramente que el inmueble careciera de una protección arquitectónica, propiciando así la pérdida de un lugar de memoria histórica .

El Consistorio «podría haber expropiado la finca ajustándose a las posibilidades legales, como ya hiciera en el año 2003, al expropiar la casa de Gerald Brenan en Churriana», lamenta Antón Ozomek, responsable de la plataforma.

El Schindler de la Guerra Civil

Ramón Varea , comerciante, perdió su casa. La habían incendiado y dejado sin negocio, así que tocó la puerta de Villa Maya, donde Porfirio Smerdou y su esposa Concha Altolaguirre Bolín, hermana del poeta de la generación del 27 Manuel Altolaguirre, le ofrecieron cobijo. Fue el primero de muchos, la lista de «El Schindler de la Guerra Civil» , como recoge el periodista Diego Carcedo en su libro (Ediciones B, 2003). El médico Agustín Santos Ayuso y su familia; el prestigioso cirujano Patricio Gutiérrez del Álamo, abuelo de la exministra Rosa Conde; los Herrero Bolín; un grupo de nueve religiosos; Leopoldo Werner; Fernando Casal; Tomás Heredia: Fernando García; Matías Huelin o Antonio Parody.

Villa Maya antes de ser derribada Fernando del Valle

El respaldo de México a la República había convertido a Smerdou en una persona respetada entre la izquierda, lo que facilitó su labor humanitaria. Gracias a su prestigio y sus contactos, Smerdou logró ir sacando de Málaga a muchos de los que ocultaba en Villa Maya, en el piso del cónsul argentino -cuando éste se marchó a Gibraltar y le pidió que atendiera sus asuntos-, o en la casa de un comerciante al que proporcionó una bandera mexicana por sus años en el país latinoamericano.

La escasez de espacio y la falta de comida pronto comenzaron a pasar factura. El diplomático y su familia tuvieron que negar el paso a solicitantes de asilo. Por suerte, un pariente acogido por el diplomático ofreció su ayuda, tenía 25.000 pesetas escondidas en una caja de caudales. Era muy arriesgado ir, pero Smerdou no se lo pensó. Con esa cantidad y lo que aportaron otros, los refugiados que fueron pasando por Villa Maya lograron sobrevivir hasta la entrada de las tropas de Queipo de Llano en Málaga en febrero de 1937.

Una vez su familia estuvo a salvo, Smerdou se volcó aún más en sus innumerables gestiones para salvar vidas. El coche que un médico preso le prestó para evitar que acabara en manos de los milicianos, fue esencial. A aquel Adler le colocaron dos banderas mexicanas, y recorrió tantas veces como pudo el trayecto de Villa Maya al puerto para llevar a refugiados a los que el cónsul proporcionaba papeles para escapar a Marruecos, Gibraltar o Marsella.

Antonio Manuel Moral Roncal , profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, cuenta en su ensayo sobre « El asilo consular en Málaga» (1936-1937), que Smerdou firmaba ruegos o aclaraciones de que el portador no era fascista, pero no eran pasaportes ni decía en ellos que el titular fuera ciudadano mexicano. Se ajustaba estrictamente a las normas consulares . Solo en una ocasión, por insistencia del gobernador civil, falsificó un pasaporte para salvar a Bernabé de Fiestas y su familia. Aquello le costó el cargo. Smerdou fue cesado en diciembre, pero aún así, mantuvo la bandera de México izada en su casa y siguió protegiendo a sus refugiados durante dos meses más.

Un homenaje tardío

Hubo que esperar hasta 1986, 50 años después, para que Smerdou recibiera un merecido homenaje por parte de los refugiados de Villa Maya. Falleció en El Escorial a los 97 años en mayo de 2002, antes de que «El Schindler de la Guerra Civil» saliera publicado y de que Málaga concediera su nombre a una calle. «Grandeza sin premio, honor sin fama, dignidad sin brillo, ésa fue su vida”, resume su hijo Luis a este periódico.

Ahora, otro pedacito de su historia y su legado se marchan. Villa Maya será una residencia familiar cuando culminen las obras de reforma. Un inmueble con un pasado extraordinario que no va a vivir para contarlo.

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