Tribunales

¿Cómo acredita el tribunal que las prostitutas del Scándalo eran trabajadoras de los clubes de alterne?

La Audiencia de Málaga condena a dos años y dos meses de prisión al propietario y al administrador de tres burdeles

Local cerrado en La Cartlota (Córdoba) R. del Almodóvar

J.J. Madueño

A la veintena de procesados en el «caso Scándalo» les llegó a pedir la Fiscalía un total de 4.000 años de prisión por un rosario de graves delitos. Sin embargo, la sentencia emitida por la Audiencia de Málaga sólo considera probado ilícitos contra los derechos de los trabajadores . Por esto, sólo impone condenas de dos años y dos meses de prisión al propietario de los locales en Málaga y La Carlota (Córdaba), así como Las Estrellas de Torremolinos. Al mismo tiempo se impone la misma pena al administrador de los negocios y se desvela la compra de dos burdeles más en Málaga y Santa Fe (Granada), para derribarlos y construir un «hotel» y un «hostal», que es lo que defendieron en el juicio que eran los tres prostíbulos cerrados.

La Audiencia de Málaga sólo se ha conseguido probar que existía una relación laboral encubierta entre las meretrices y los gestores de los tres burdeles. «Todas las mujeres que ejercían la prostitución lo hacían bajo la dependencia y relación laboral encubierta con los responsables de los clubes, insertándose en la organización de trabajo impuestas por los mismos». Comienza

Imposición de horarios y precios

La acusación comienza a probar que las chicas eran empleadas de los clubes porque existía una imposición de horarios de trabajo . Este venía a coincidir con el horario de apertura de los locales. Del mismo modo, las chica s no eran libres para decidir cuáles eran los precios por sus servicios sexuales. Eran los gestores de los clubes los que decidían el coste de los «pases» y también cuánto debía pagar el cliente por las consumiciones a las que eran invitadas las prostitutas. El burdel se llevaba el 50 por ciento.

Los precios de las relaciones sexuales los decidía el club atendiendo al tiempo de duración del encuentro (media hora, una hora…). «Tratándose de precios preestablecidos por los responsables de los clubes, de carácter fijo y estandarizados , sin que por parte de las mujeres pudieran solicitar cantidades distintas», afirma la sentencia.

Control de ingresos

Los clubes llevaban un control de los ingresos de las meretrices por las invitaciones de los clientes, que pagaban más si la copa era para una de las prostitutas. Estas invitaciones en la barra de los burdeles se controlaban por tickets, tarjetas y fichas , que eran entregadas por los camareros a las mujeres (tickets y fichas), o bien eran pasadas por los camareros si el pago era con tarjeta. Al final de la noche, los camareros o las «mamis» (encargadas de las prostitutas) daban a las mujeres la parte proporcional que le correspondía por las consumiciones a las que habían sido invitadas.

Obligación de pagar la «plaza»

Los responsables de los Clubs imponían el gasto diario que tenía que ser abonado por la «plaza» , que se pagaba para poder ejercer la prostitución en estos locales. La «plaza» se debía pagar con el primer servicio sexual que se realizaba esa jornada, debiendo pagarse dicha cantidad diariamente, aunque no se acudiese al local a trabajar o no se tuviese ningún cliente al final del día.

Suministro de sábanas y preservativos

Las meretrices debían abonar los gastos derivados del uso de sábanas y preservativos, que suministraba el club antes de que la relación sexual se produjera. El importe del «kit» de sabanas y preservativos eran entregados a las mujeres por encargadas de los locales antes de cada servicio.

Análisis sanitarios

Las mujeres tenían obligación de someterse a analíticas periódicas para la detección de enfermedades de transmisión sexual. Exámenes que eran realizados por los médicos y analistas designados por los responsables de los clubes, no resultando acreditado de una manera cierta e indubitada, si eran las mujeres las que pagaban los análisis, o era el Club. En los registros de la Policía Nacional a los tres burdeles se encontraron facturas de clínicas de exploración o de servicios de radiología .

Casting de meretrices

Los encargados eran quienes decidían quién entraba en sus locales, tanto clientes como meretrices. Eran los que seleccionaban los clientes y a las prostitutas, que tenían que pasar requisitos como analíticas limpias . Para las mujeres se establecía un sistema de rotación entre los tres burdeles, pero principalmente entre los Scándalo de Málaga y La Carlota. Los condenados eran los que decían a que local tenían que ir a trabajar.

Sin derechos laborales

La prostitución se ejercía en condiciones que mermaban los derechos laborales de las mujeres, existiendo un aprovechamiento de la debilidad que representaba la circunstancia de estar trabajando en situación de irregularidad administrativa, y sin permiso de trabajo. Las prostitutas no tenían contrato de trabajo, ni seguros médicos, ni tampoco estaban dadas de alta en la Seguridad Social . Eso a diferencia del resto del personal que trabajaba en los locales, como camareros, seguridad personal de limpieza, cocina, encargados, que sí que estaban dados de alta en la Seguridad Social.

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