Arte

De la abstracción a la luz: la retrospectiva de Nicolas de Staël en el Pompidou de Málaga

La sede reúne hasta el 8 de noviembre todos los fondos del artista que alberga el museo matriz en París. Un total de 25 obras que repasan cronológicamente las etapas del joven ruso, que se quitó la vida en la cumbre de su carrera

La muestra puede visitarse hasta el próximo 8 de noviembre ABC

Pablo Marinetto

De la abstracción a la luz. Es la lectura de la nueva exposición temporal que el Centre Pompidou Málaga acogerá hasta el próximo 8 de noviembre. Una retrospectiva de Nicolas de Staël (San Petersburgo, 1914-Antibes, 1955) que repasan cronológicamente las etapas del artista a través de 25 obras de los fondos que conserva el museo matriz en París.

La exposición muestra a través de varias de sus piezas más significativas una carrera excepcional en la que el artista -figura relevante de la escena artística francesa a partir de 1945- colocó la dialéctica entre la figuración y la abstracción en el corazón de su trabajo.

Un total de 9 pinturas y 16 obras en papel componen la muestra, que cuenta con la colaboración de la Fundación «la Caixa» y está comisariada por Christian Briend y Anne Lemonnier, conservador jefe y adjunta del departamento de colecciones del Musée national d’art moderne.

La exposición fue presentada ayer jueves en el Centro Pompidou Málaga de la mano del alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre; el embajador de Francia en España, Jean-Michel Casa; y el presidente del Centre Pompidou, Serge Lasvignes, que intervino mediante videoconferencia, Les acompañaron el comisario de la exposición, Christian Briend; el director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y otros Equipamientos Museísticos y Culturales, José María Luna; el director comercial de CaixaBank en Málaga, Córdoba, Jaén, Campo de Gibraltar, Ceuta y Melilla, Gerardo Cuartero; y el delegado de la Fundación La Caixa en Andalucía y Melilla, Juan Carlos Barroso.

El volumen de obras puede parecer escaso, pero la muestra es lo suficientemente ambiciosa dado el escueto legado vital y artístico que Nicolas de Staël dejó para la posteridad. A sus 41 años acabó con su vida lazandose desde la ventana de su estudio en Antibes, precisamente en la cumbre de su carrera.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, en París, hasta entonces considerada la capital internacional de las artes, triunfa en la escena artística el lenguaje abstracto , tanto geométrico como gestual. Es en este contexto donde se da a conocer, como muchos otros artistas de su generación, este joven ruso exiliado.

Antes de llegar a Francia, estudió en Bélgica, pero no se dio a conocer por primera vez hasta su exposición en la Galerie Jeanne Bucher de París en 1944. En ese punto arranca un periodo en el que predominó la abstracción. Entre 1946 y 1948, responde con una exigencia de intensidad y densidad a los debates entre figuración y abstracción que animan la escena parisina.

«La vie dure», en el centro ABC

En las pinturas de este periodo, las formas en desequilibrio se enmarañan, emergiendo de las profundidades y obras como «La Vie dure» («La vida dura»), revelan ya las difíciles condiciones que afronta el artista, que vivía en la miseria, no tenía un estudio de pintura propiamente dicho y acababa de perder a su compañera, Jeannine Guillou.

Los trazos se amplían en su siguiente etapa (1949-1951), cuando De Staël va a los Países Bajos y Bélgica y se inspira con los paisajes y los claroscuros de los maestros holandeses. Renuncia a las formas complejas de años anteriores para privilegiar los planos de sombras y de luz, dando a sus pinturas una nueva amplitud, como se aprecia en la obra «Les Toits».

En la tercera secuencia, que transcurre entre 1952-1953, se pone de manifiesto a través de sus lienzos la vuelta del artista hacia la figuración, coincidiendo con su llegada a Antibes y el descubrimiento de la luz mediterránea en sus obras («Le Lavandou», 1952).

«Le Lavandou», 1952 ABC

En esta época retrata paisajes y desnudos, empleando para ello colores más vivos. Coincidió además con un momento en el que la música tenía un papel significativo en su trabajo («Les Musiciens. Souvenir de Sidney Bechet» y «L’Ochestre») y precedió al último de los periodos artísticos que se puede ver en esta nueva muestra, donde Nicolas de Staël refleja su vida en el taller («Coin d’atelier fond bleu», 1955). Con una atmósfera misteriosa y meláncolica que vaticinaba lo que estaba por llegar.

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