El abogado Juan Branco, de los veranos en Estepona al «pornochantaje» político en Francia

La Justicia francesa investiga al letrado malagueño por el sórdido caso Griveaux, que le ha costado el puesto a un candidato a la alcaldía de París

Branco, durante su encuentro con los medios en París, el pasado 14 de febrero AFP

J.J. Madueño

En la casa parisina del abogado Juan Branco , a casi 2.000 kilómetros de la Costa del Sol que le vio nacer, el castellano no se ha perdido. Para este joven de 30 años, situado en el mismo epicentro de un caso de «pornochantaje» que ha acabado con la carrera política de Benjamín Griveaux , el candidato liberal de Emmanuel Macron para la Alcaldía de París, su lengua materna sigue viva.

Seguramente que será por los esfuerzos de una piscoanalista de Estepona llamada Dolores López, su madre , quien tras estudiar en Granada, se buscó la vida en Francia. Dolores se empeñó en que su retoño no olvidara sus orígenes, por más que acabara codeándose con las élites francesas en la Escuela Alsaciana de París , la Sciences-Po y la Escuela Normal Superior.

Hijo también de Paulo Branco, prestigioso productor de cine portugués , se crió en Estepona , donde pasó sus primeros años como escolar. Allí apenas nadie se acuerda de Juan Branco. Hasta unos pocos días atrás, cuando, tras el estallido del escándalo político que ha sacudido el Elíseo, comenzó a relacionársele con la difusión de unos vídeos sexuales de Griveaux , que a la postre le han retirado de la vida pública, dejando el camino allanado para la socialista Anne Hidalgo o la candidata de la derecha Rachida Dati.

Pese a la marcha de la familia Branco a Francia, durante un tiempo los veranos en la Costa del Sol fueron un hábito. El propio Branco ha evocado en varias entrevistas los buenos momentos pasados en la calle Real y alrededores de la localidad malagueña y ha lamentado haber perdido el contacto con sus amigos de entoces. Los veraneos acabaron cuando fallecieron sus abuelos maternos y la relación con sus amistades se fue diluyendo hasta desaparecer.

Branco, que ya es todo un personaje en Francia, ha estado muy cerca del autor material de la difusión; incluso, asegura que le asesoró. La propagación del vídeo sexual fue reivindicada por el artista ruso Piotr Pavlenski .

Y el abogado malagueño ha reconocido haber sido consultado por Pavlenski y su pareja, la también abogada Alexandra de Taddeo, sobre qué hacer con las imágenes. Además, ha aclarado que le contaron que habían sido enviadas a De Taddeo por Griveaux cuando era portavoz del Gobierno. Tras asesorar a Pavlenski y De Taddeo, los vídeos fueron publicados.

Pavlenski es un conocido opositor a Vladímir Putin , mediante el desarrollo de acciones radicales. Entre otras cosas, en Rusia se cosió los labios y se clavó el escroto en la Plaza Roja como muestra de protesta. Finalmente, en 2017 tuvo que exiliarse y refugiarse en Francia, donde llegó a quemar una sede del Banco de Francia en la plaza de La Bastilla.

Branco, que asumió la defensa de Pavlenski y De Taddeo ante la Justicia, ha llegado a decir que la intención de Piotr Pavlenski era «revelar la hipocresía en la sociedad francesa». Y reconoció que había advertido del «riesgo de prisión» si se difundían esos contenidos. Ahora, ha tenido que abandonar la causa por una denuncia del Colegio de Abogados de París , que estima que se estaba comportando de manera «muy poco escrupulosa con la deontología profesional».

Una polémica más en la vida laboral de este malagueño, que ya fue defensor de Julian Assange en el caso WikiLeaks . En aquella ocasión, trabajó con Baltasar Garzón . También ha acusado de crímenes contra la humanidad a la Unión Europea , culpando a sus dirigentes de ser responsables de más 14.000 muertes en el Mediterráneo. Su clientela transita por la extrema izquierda y ha sido candidato en las últimas elecciones legislativas por Francia Insumisa , el partido de Jean-Luc Mélenchon.

Se mueve como pez en el agua en la provocación, como es el caso de su libro «Crepúsculo» , sobre los entresijos del poder de Macron y que en Francia ha sido un éxito editorial. Hace unos días, una periodista de la televisón matinal le espetó: «Cuánto más lo escuchamos, más nos preguntamos si Piotr Pavlenski no es el ejecutor y usted el manipulador». Su papel, cuanto menos, resulta inquietante.

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